Las manos del mayor se posaron en su cintura y pegó su cuerpo más, recargando el peso de ambos en la puerta. Harry soltó un quejido cuando él mordisqueó su labio inferior y una descarga lo recorrió por toda su espalda, haciéndolo estremecer y arquearse.

―No hagas eso ―susurró, Louis contra sus labios―. Me haces muy difícil no quitarte la ropa ahora mismo y hacerte mío.

―Nada te detiene ―respondió sin querer y al instante se arrepintió.

El hombre rió entre dientes y se separó de él, acomodándole el gorro que poco a poco se había deslizado lejos de la mata de cabellos rizados. Le sonrió con ternura y sus labios volvieron a encontrarse en otro beso más frágil.

―Me gustas tanto como para que yo quiera hacerte daño ―dijo a modo de respuesta―. Y se supone que estoy buscando un moño para mi traje.

Fue cuando notó que él venía demasiado formal a comparación de los viejos jeans que traía y la camiseta de algunos ayeres. Nadie le dijo que era de etiqueta o algo así, de haberlo sabido, hubiera desempolvado su viejo traje y lo hubiera vestido para la ocasión. Sonrió a medias y señaló su cajonera.

Inmediatamente fue a buscar el moño y rió un poco al ver que tenía una enorme variedad de ellos.

―Usualmente los adolescentes guardan condones en su cajón, pero tú, Harry, eres otro caso.

Se ruborizó por el comentario. Nunca tenía pelos en la lengua para decir lo que pensaba y eso a Harry le gustaba. Porque veía en Louis todo lo que él quería ser y que no era; porque esperaba que si seguía viéndolo tan seguido como lo hacía, se le contagiaría un poco del descaro que lo caracterizaba… Porque realmente le gustaba como era él.

Terminó por escoger uno azul y fue a donde Harry para que se lo abrochara. Teniéndolo de cerca no podía evitar que las manos le sudaran y el corazón le latiera con fuerza.

―Respira, Harry.

No lo estaba haciendo. ¿Desde cuándo estaba conteniendo la respiración y por qué lo hacía? Negó con la cabeza cuando dio por finalizado el amarre. Volvieron a sonreírse como si fueran cómplices de una travesura antes de bajar las escaleras y reunirse con todos los presentes. Ver a los padres de Louis, en especial a su bien parecida madre, le hacía saber de dónde había sacado esos hermosos rasgos que poseía

Saludó tímidamente a los señores y parecía que a ellos le causaba ternura verlo en ese estado, pues la mujer le apretó su mejilla antes de darle un beso en la frente. Como si eso ayudara a su timidez. Pasaron a la mesa donde hablaron de lo mismo de siempre, pues es que nunca se hartaban de los mismos temas aburridos y parecía que la gente sólo quería saber de cuánto ganaban y cómo les iba en el trabajo.

Harry jugueteaba con sus verduras, rehusándose a probar bocado. Su madre sabía que el detestaba cuando estaban cocidas y les parecían repulsivas por ese aroma dulzón que desprendían al estar llenas de mantequilla. Frunció su nariz en un gesto gracioso.

―Come ―ordenó, Eleanor con una sonrisita.

―Odio las verduras cocidas.

―Vamos, deja de ser infantil ―rió y cogió su cuchara, llena de verduras, camino a su boca. Él apretó sus labios con fuerza, para que esa comida no entrara. Louis también soltó una risita al ver a Harry hacer eso―. No tiene nada de malo. Están deliciosas.

―Deja eso, El.

Louis se levantó de su asiento y tomó la cuchara de la mano de Eleanor para ser él la persona que alimentara al chico. Bien, eso era un golpe bajo. Aún así, permanecía con los labios fuertemente apretados hasta el grado de que se estaban poniendo blancos de la fuerza. Sacudió sus rizos. No había manera de que comiera verduras.

―Estás siendo un niño de cinco años ―lo regañó, Eleanor.

―Así me quieres.

―No me queda de otra ―le sacó la lengua y Harry hizo lo mismo; Louis aprovechó para introducir la cuchara a su boca.

Harry casi escupe la comida pero se contuvo, masticando rápidamente y tragando para que el sabor no le quedara en su boca. Enseguida alcanzó su vaso de agua y bebió a grandes sorbos para eliminar cualquier rastro de las verduras. Fulminó con la mirada a la parejita que se reía a sus costillas.

Los adultos seguían en su mundo, hablando y sin prestarle atención a los más jóvenes. El de rizos farfulló unas cuantas palabras de desagrado y se cruzó de brazos. Sin embargo, el estómago le rugió, pidiéndole alimento. Avergonzado, cogió su tenedor y cortó la carne de res para devorarla.

Louis seguía cada movimiento de sus labios y no paraba de sonreír en su dirección haciendo que comer se le hiciera un desafío completo, porque no podía con eso; no podía con esos ojos que parecían desnudarlo. Eleanor hablaba de lo mucho que le gustaba que ellos se llevaran bien y de lo preocupada que había estado de que no se agradaran.

Si tan sólo ella supiera lo bien que se llevaban, no dudaría ni un segundo en separarlos.

La comida pasó sin ninguna complicación y los padres de Louis parecían muy a gusto con la familia de Eleanor, en especial con Harry, que los asombraba con la cantidad de libros que había leído y lo maduro que podía llegar a pensar.

Eleanor sugirió subir a la habitación de ella para ver una película en lo que los mayores platicaban. Tomaron más de veinte minutos en decidir que ver, al final, llegaron a la conclusión que Transformers era su mejor opción. Se situaron enfrente de la televisión, sobre la cama de Eleanor, siendo ésta la que se colocó en la orilla izquierda, en medio Lou y al otro extremo, Harry.

Durante toda la película, la única que parecía estar enfrascada en ella era la única mujer, pues los otros dos no paraban de lanzarse miradas y sonrisas tontas. Las manos de Harry se deslizaban bajo la playera de Louis, en su estómago mientras observaba a Eleanor.

Sí, la culpa lo invadía, pero no podía evitar sentirse querido por el hombre que tenía a un costado.

Lo siento, El.

N/A: Amo a Harryyyyyyyy. En serio. Pronto verán que otra personita se enamorará de él, por quién es y porque ya era hora que alguien de su edad se fijara en él. Gracias por leer.

Superhero [Larry Stylinson AU]Where stories live. Discover now