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MAGNUS

Estaba acostado al lado de Alec, los dos al fin estaban descansando después tanto drama y aunque la cama era muy estrecha y nada cómoda, se habían arreglado para entrar, hubo un poco de risas en el proceso, la habitación de su pequeño ojiazul no tenía nada en especial, no había algo que le indicara lo que le gustaba y eso le daba curiosidad, quería preguntarle por qué su habitación no tenía algo que indicara su identidad, pero su chico parecía cansado así que dejo que se relajará y tratará de dormir, ya que después de esto tenía que ir a encargarse del instituto como el nuevo tutor. Le ponía orgulloso saber que su Nephilim tendría la responsabilidad de dirigir un instituto y aunque estuviera de luto sabía que eso no caería en cuenta hasta un buen tiempo.

— Jonathan fue tan estúpido por darle un anillo a la Reina Seelie — dijo Alec.

Rompiendo el silencio de la habitación.

— Ella lo tenía planeado, estaba esperando el momento y la persona indicada—dijo Magnus—y Jonathan era el indicado.

— Clarissa no va a perdonarnos nunca, puede que la odie, pero ha perdido a toda su familia y eso hace que mi odio se disminuya un poco, Joselyn trató de matarla y tuvimos que hacerlo, era ella o nosotros.

— Ella reflexionará y va a ver todo lo sucedido, toda su familia estaba descarrilada—dijo Magnus acariciándole la mejilla—hicimos lo que pudimos.

Los dos se miraron a los ojos, Alec parecía aterrado.

— No sé qué haré con Max, es tan pequeño e inocente, no sé si pueda ser un buen hermano mayor para él— susurró Alec— y menos sé cómo llevar a los demás, Jace e Izzy son grandes ya, pero no tengo ni idea como se tomaran la pérdida de los adultos y Clary me imagino cómo será su luto, será un dolor de cabeza.

— Se te ocurrirá algo, estoy seguro que los demás te van a respetar y te harán sentir orgulloso, Max se adaptara mientras que yo me encargaré de los niños.

Escuchó una pequeña risa de parte del menor.

— Sonó como si fueran nuestros.

— Suena lindo, Max y Rafael Lightwood-Bane.

Apreciando cada minúscula sílaba de sus nombres.

— ¿Me estás pidiendo que los adoptemos?—preguntó Alec sentándose para mirarlo— pero si aun ni hemos tenido una cita, ni somos novios, ni llevamos tantos tiempo conociéndonos, ni hemos tenido... relaciones íntimas.

Magnus sonrió, ver a Alec así era lo más maravilloso del mundo, no quería que su niño se alejara de su lado nunca así poder compartir todos los momentos que pudiera con él hasta el último día de su vida.

—Toma esto como un seguro de que estarás a mi lado por un buen tiempo— bromeó Magnus— ¿Aceptas?

Alec dejó escapar una carcajada por como Magnus decía las cosas.

— Acepto, pero tienes que quedarte conmigo a pesar de todo, esto son muchas responsabilidades.

Magnus se sentó y le agarró una de sus manos mirando a los perfectos ojos zafiros que eran sólo para él.

— Alexander Lightwood, a pesar de que nos hemos salteados tantos niveles de una relación y estamos empezando por los niños—bromeó Magnus—prometo que si tú me corresponde en este amor que tenemos, yo estaré contigo hasta el final, no te olvidaré, no te dejaré y te demostraré siempre lo cuanto te amo.

Entonces la puerta fue tocada interrumpiendo el momento que tenía.

— ¡Por el ángel!—dijo Alec parándose—no pueden hacerme esto.

Observó a Alec caminar hasta la puerta quejándose de que habían interrumpido algo muy importante y que mataría al que estuviera al otro lado de la puerta pero cuando del otro lado de la puerta vio que era Izzy con Simón, Magnus se levantó de la cama y caminó hasta la puerta a largos pasos ¡Simón estaba aquí! Lo vio destrozado, llevaba la misma ropa que había tenido en la mansión, su pelo iba enmarañado y llevaba un par de lentes, su cara está roja y parecía haber llorado, al parecer había sido su primera opción venir aquí, ya que al ser un ex subterráneo le quedaba la visión.

— Gracias Izzy—dijo Alec— hablaremos con él.

Observó a Izzy asentir y alejarse del lugar, el menor entró a la habitación tirándose en el piso para hacerse ovillo y volver a llorar, en sus manos tenía una hoja.

— Simón, calma—dijo Alec arrodillándose a su lado— ¿Qué pasó?

— Soy un mundano de nuevo—sollozo Simón— y Raphael se fue, me dejó en un hotel cercano, con esta hoja y no quiero esto, creí que lo quería pero no es así.

El menor extendió la hoja para que la agarrarán y Magnus lo hizo con un poco de lastima, una nota escrita por Raphael, ya podía imaginarse lo que podía estar escrito.

—Léelo en voz alta Magnus—pidió Simón con dificultad.

"Simón es tan difícil escribir esta carta, pero tengo que hacerlo, solo puedo darte una explicación de por qué te he dejado en este hotel, cuándo despiertes podrás volver a tu casa, estar con tu familia, terminar la escuela, hacer una vida, y envejecer cómo eran tus planes al principio...

... Está vez soy yo el que tiene que acabar esto y es por tu bien Simón, ahora eres un mundano y yo soy un subterráneo. No quiero que tengas una vida así, olvida que fuiste uno, comienza de nuevo, has cómo si en esa salida de Pandemónium yo no te secuestre, como si de allí nada empezó entre nosotros dos, olvídame, olvida cada recuerdo cariño, olvida que una vez existió un nosotros un pedido de matrimonio de mi parte, solo enfócate en empezar desde cero.

Te prometo que tendré todos nuestros recuerdos guardados y seré fiel a ellos, no piense que te olvidaré Simón, disfruta tu segunda oportunidad, disfrútalo por mí y por ti. Te amo."

Cuándo Magnus termino de leer sentía un nudo en su garganta, podía sentir los sollozos por parte de Simón y a Alec tratando de animarlo, era la carta más triste que había leído y todas esas palabras habían salido de Raphael, si Magnus se sentía mal ni podía imaginarse cómo se sentiría el vampiro.

— Ahora puedes terminar los estudios, ir a ver a tus familiares y decirle que no estás muerto— ánimo Alec— podrás tocar en una banda, disfrutar del sol, puedes hacer tu vida de nuevo.

— Me siento vació sin Raphael— susurro Simón— ¿Para qué quiero disfrutar del sol si no voy a tener a Raphael para hablar de lo lindo que se ve el día? ¿O hacer una vida si me iba a casar con él? No puedo quedarme así, necesito ir a hablarle tiene que saber lo que yo opinó de todo esto, necesito ir a su hotel.

— No creo que a él le guste esto—dijo Magnus.

— Me importa un carajo que a él no le guste— murmuró Simón molesto— necesito hablar con él, tiene que escucharme, chicos necesito su ayuda, no quiero estar lejos de él por favor.

Magnus vio cómo Alec lo miraba para dedicarle una pequeña sonrisa.

— ¿Quieres ayudar a estos dos tontos enamorados a volver a juntarse? será una buena anécdota para nuestros niños.

El brujo no pudo evitar sonreír de respuesta.

— Claro que si, nada me haría tan feliz, además Simón ya ha decidido.

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora