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MAGNUS

Miraba la alfombra que reemplaza a la madera del suelo, y los colores de las paredes, oro brillante, también el techo donde colgaba el candelabro, el Loft era hermoso y único, nada se compararía con ello, centró su vista en las puertas cual había elegido y llevaban dibujos árabes de distintos colores, nunca nadie entendería su obsesión por ello pero solo le gustaba. Un ruido seco y risas interrumpieron su pensamiento escuchándose en la última puerta del pasillo, el brujo se sobresaltó y caminó hacia la puerta donde el ruido se había escuchado, era la habitación de Simón por lo cual golpeó. Las risas se escucharon del otro lado y Magnus miraba la puerta confundido, por conclusión sabia que allá dentro estaban Raphael y Simón, pero no sabía que estaban haciendo y por que el ruido de un golpe había sonado, volvió a golpear.

— ¡Ya va!— gritó molesto Raphael.

La puerta se abrió mostrando dos desordenados vampiros, Raphael tenía el cabello revuelto y la chaqueta a medio poner mientras que su remera estaba media levantada y arrugada, a su lado Simón tenía la remera al revés y todo el cabello desparramado con medio pantalón desprendido, el brujo solo sonrió sintiendo culpa de haber atrapado a la pareja en media acción.

— ¿Qué carajos necesitas Magnus?— preguntó Raphael con el ceño fruncido.

Magnus iba a contestar pero se llevó la sorpresa de que Simón le pegó a Raphael haciendo que este comenzará a reír por aquello.

— Háblale bien a Magnus— dijo Simón— esta es su casa.

— Está bien "señor"— se burló Raphael— ¿Magnus, por favor, dime que vienes a pedir en estos momentos? ¿Así?

Todos dejaron escapar una carcajada porque la situación era chistosa.

— Vine a invitarlos por comida— murmuró Magnus— pero parecen estar ya comiendo.

— ¡Si tengo hambre!— dijo Simón.

Raphael miró con un poco de reproche a Magnus y después miró a Simón para darle malas noticias sobre la situación a ser polluelo.

— Bebé, no puedes comer comida mundana aún—dijo Raphael

Magnus mordió sus labios mientras miraba hacia otro lado, se había olvidado que los polluelos necesitaban una difícil clase de adiestramiento para poder comer comida mundana otra vez.

— ¿Pero por qué?— se quejó el menor.

— Porque eres un polluelo—dijo Raphael— y necesitas un adiestramiento para probar comida mundana sin que te haga un mal efecto en ti.

— Pero yo quiero comer— se quejó Simón.

Que había comenzado a hacer pucheros con sus labios mostrando la cara lamentable que sabían hacer los polluelos cuando se enteraban que no podrían comer lo que estaban acostumbrado en su vida mundana, por lo menos por un tiempo.

— Te daré algo mejor que comida— expresó Raphael con picardía.

El brujo tuvo que irse y dejar a los dos vampiros que habían empezado con sus provocaciones, camino hacia la sala viendo como el niño rubio estaba sentado en el suelo a lado del sillón donde dormía Alexander, leyendo un libro en voz alta, no interrumpió solo entró y se colocó a lado de la estufa de leña escuchando a la descendencia de Will Herondale leer, esperaba que algún día el ojiazul leyera para él.

— ¡Por el ángel!— gritó Jace.

Magnus volteó creyendo que al fin Alexander había despertado pero solo vio al niño rubio dejando el libro con brusquedad en el suelo, el brujo suspiró decepcionado.

— Brujo—lo llamó Jace.

Magnus volvió a darse vuelta pero esta vez con una ceja arqueada y los brazos cruzados dándole a entender que no estaba muy de ánimo para soportarlo.

— ¿Qué necesitas, Nephilim?

— ¿Qué sabes del nuevo Jonathan?— preguntó Jace.

— No sabes la historia de Valentine y el circulo ¿Verdad?— preguntó Magnus.

No podía creer que no supieran de la verdad de aquellos años, ellos, los causantes de todo.

— ¿Qué fue un gran servidor de la clave?

El chico arqueó sus cejas haciendo que Magnus necesitara fuerza para controlarse, no quería ser despreciable en estos momentos pero la situación no le ayudaba, no podía creer que se le mintiera a estos jóvenes todo para que siguieran viendo a los subterráneos como malos.

— Ven, Nephilim, siéntate y te contare la historia de Valentine y su círculo, te enterarás en qué manos está tu noviecita.

Tú, mi maldita perdición ||Malec & Saphael|| (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora