LA CURIOSIDAD MATÓ AL GATO

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~*~

Abre los ojos y lo primero que se le viene a la cabeza es aquel beso. Palpa sus labios una vez más y seguía sintiendo ese fuego extraño. Ese fuego que no sintió en ningún otro beso con nadie hasta... ese beso... con él.

Había mordido de la fruta prohibida y ahora estaba deseando un poco más de esa sensación que le dejó tan idiota, como si no pudiera pensar en nada más que en él y sólo en él. Sus ojos... dios era tan hermoso...

- ¿Estas molesto?

Key escucha esa pregunta y en realidad no sabe qué responder con exactitud, no estaba molesto, no tenía por qué estarlo, no con su adorado primo que siempre era demasiado ingenuo y algo aventado.

No con él.

Sin embargo estaba furioso con el idiota que se aprovechó de su borrachera y ahora estaban ahí, mirándose preocupados por su sexualidad, un tema que flotaba en el aire, pero que nadie mencionaba.

- Estas más preocupado por ese beso que por tu ruptura ¿eh?

Taemin arruga la nariz al ser descubierto, la verdad esa ruptura quizás estaba dejándose esperar demasiado tiempo. Y ahora no tenía la menor importancia.

- Fui yo quien lo provocó...

Key busca en su mirada un ápice de que quería defender al muy idiota, pero no era eso. Podía darse cuenta de cuando mentía, cuando decía la verdad y ahora... no podía encontrar mentira alguna en esos ojos que le miraban culpable, casi al borde del llanto.

- Yo...

- La curiosidad mato al gato... - dice resumiendo todo lo que pensaba de aquello que presenció.

- Pero no estoy muerto...

Hace un puchero y ambos ríen con ganas. Sin embargo esta termina con un par de suspiros que los hace sentirse idiotas.

Taemin decide quedarse en casa con la firme intención de pensar en lo que hizo y en lo que debería hacer. Quizás pedir disculpas no era mala idea, pero la verdad, tenía miedo de volver a verlo. Sentía un extraño miedo de que cuando lo viera le dijera que no recordaba tal cosa y luego ser golpeado. Bueno lo segundo era una tonta excusa. Lo primero era lo que le daba realmente miedo.

Porque en el fondo quería repetirlo. Aunque sea una vez más.

Sólo una más.

Un día más y se desespera un poco más de lo que es capaz de soportar. Estaba encerrado en casa y aunque quería verlo, con toda seguridad no se aparecería en su cuarto como un fantasma. Decide salir a caminar y esa caminata le lleva inevitablemente a aquel riachuelo que gustaba tanto de visitar los días en extremo calurosos y en el cual le gustaba refrescarse e ir a jugar a veces con Key, su mamá, su tía y su abuela.

Pasa entre esos arbustos y grande es su sorpresa al ver a Minho en el mismo lugar donde lo vio por primera vez.

Sus miradas se encuentran y se queda estático al verlo avanzar decidido. Imagina las miles de cosas que podría decirle, su mente sorteaba rápidamente posibilidades de cuál sería el comportamiento de ese muchacho alto que le miraba como hipnotizado, pero no atina a lo que sucederá.

Minho camina hacia él, como queriendo comprobar por sí mismo si no era otra alucinación más al buscarle esos dos días que le torturaban. Por primera vez en su vida el tiempo le torturaba, le contaba que pronto terminaría y junto a él su deseo. Además quería saber si aquel beso le gustó o no, si se sintió volando como él. Necesitaba de esas respuestas como del aire para respirar.

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