Capítulo 22

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- ¡ Maldición, no es todo ! ¿ A qué viene esa actitud ? ¿ Qué ha pasado para que hayas cambiado tan drásticamente ?

Esperó que le contestara, pero, ella siguió con la boca cerrada.

- ¡ Por Dios, contéstame ! -exclamó él, haciendo ademán de abrazarla, pero al ver el desdén que se reflejaba en sus ojos, se detuvo-. Dora ¿ qué sucede ? Debes decírmelo, o pensaré que lo que ha sucedido entre nosotros no tiene importancia para ti.

Al darse cuenta de que él le entregaba el arma que podía blandir para herir su orgullo, Pandora volvió la cabeza con desdén.

- Unos cuantos besos -replicó ella, encogiéndose de hombros-. ¿ Por qué habrían de significar algo ?

- Mientras te los estaba dando, me pareció que te importaban -comentó él con los ojos entrecerrados.

- Estamos en el siglo veinte y las sesiones voluptuosas no significan nada para las chicas modernas, sobre todo si han llegado más lejos.

A James le tembló la mandíbula como si le hubiese asestado un golpe físico y sus ojos brillaron con tanta furia que Pandora perdió el valor, aunque logró añadir en tono insultante:

- Además, los hombres mayores llegan a aburrirnos, toman las cosas demasiado en serio.

James se puso pálido y, si Pandora no hubiese pensado que lo único que le preocupaba era su vanidad herida, habría creído que el dolor le había hecho volverse para mirar por la ventana. Con los hombros caídos, cerró los puños dentro de los bolsillos.

Pasaron unos minutos antes de que se volviera a mirarla y, cuando lo hizo, Pandora creyó estar ante un extraño. Una máscara como de piedra le cubría el rostro y sus ojos no revelaban sentimiento alguno.

Sin embargo su voz le delató un poco.

- Lamento que consideres que mis atenciones has sido aburridas, Dora. Todo indica que has preferido las de los jóvenes con quienes fuiste a la fiesta de anoche.

- Por supuesto -mintió con osadía, deseando terminar de una vez aquella conversación.

- En tal caso, no te preocupes porque no volveré a molestarte.

A Pandora le sorprendió el tono de su voz y durante un instante vislumbró un sentimiento de amargura en el fondo de sus ojos.

- Muy bien -añadió él-, vuelve a tus ocupaciones ... y dile a Richardson que iré a Oxford y que no comeré ni cenaré.

Pandora obedeció. Recordó que Cynthia Marsden tenía una tienda de antigüedades en Oxford. Seguramente James pensaba ir a buscar consuelo a su lado, sería un bálsamo para su vanidad herida. Se maldijo por ser tan tonta y sintió que las lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

Trató de convencerse de que tenía razón, y el doloroso vació que sentía la hizo desear volver a su lado para decirle que todo había sido mentira y que haría cualquier cosa que le pidiese con tal de no separarse de él. ¿ Toleraría compartirle con otra mujer ? ¿ Estaría dispuesta a llegar a eso ?

Sin darse cuenta, Pandora entró en la biblioteca, y, sentándose en el sofá, se mordió los nudillos en su afán por dominarse. Había leído que muchas mujeres enamoradas habían aceptado olvidar su orgullo y tolerar otra u otras mujeres en la vida del ser amado. Se conformaban con las pocas migajas de afecto que el hombre a quien amaban les proporcionaba de vez en cuando.

Pandora no podía aceptarlo. Si decidía tener una aventura sentimental con James, quizá su relación no durase mucho; tal vez unos cuantos meses o unas semanas hasta que él se cansara de ella; por eso tenía que saber que en aquel lapso ella iba a ser la única. Jamás se entregaría si sabía que existía otra.

Apasionada PandoraWhere stories live. Discover now