Capítulo 10

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A Pandora le pareció una costumbre encantadora y, dejando que su imaginación se echara a volar, vislumbró su primer baile con el monarca y su corte, vestidos todos con trajes magníficos, bailando en salones y jardines, alumbrados únicamente con la luz del claro de luna, en tanto las mujeres hacían lo indecible para llamar la atención al rey.

- ¿ Qué edad tiene la tía ? -preguntó, volviendo al presente.

- ¿ Lady Townley ? Unos sesenta. ¿ Por qué lo preguntas ?

- Simple curiosidad - respondió con indiferencia-. He visto unas prendas de mujer en una alcoba y me preguntaba si algún pariente femenino de sir James venía con regularidad.

- ¡ Bah ... esas ! -murmuró su tío con desdén-. Son de la señorita Marsden.

- ¿ Quién es ?

- Una amiga de sir James -respondió el hombre a regañadientes.

- ¿ Qué tipo de amiga ?

- Es dueña de una tienda de antigüedades de Oxford y, de vez en cuando, sir James le compra algunas piezas.

- ¿ No tiene ya suficientes ? -comentó al recordar todos los objetos de adorno a los que tenía que quitar el polvo-. ¿ Es una amiga muy íntima ?

- ¿ Quién ?

- La señorita Marsden, por supuesto.

- No pienso decirte nada más de ella -replicó Charlie malhumoradamente-. Así que no me hagas más preguntas sobre ese asunto -añadió, intentando cambiar de tema-. Por favor, sírveme otro poco de café. Luego, puedes ir empezando a meter la vajilla en el lavaplatos.

Pandora sirvió dos tazas en vez de una y volvió a sentarse frente a Charlie.

- Y bien, ¿ hasta qué punto es íntima su amistad ?

- Supongo que hace años que se conocen -respondió su tío con aire resignado, mientras revolvía el café.

- Eso no me aclara qué tipo de amistad tienen. Conozco a varias personas desde hace años y no las considero amigas íntimas.

- No me sorprende -replicó Charlie secamente.

- Anda, tío -le instó Pandora, haciendo un esfuerzo por contener la risa-, ¡ revélame el secreto ! ¿ Es o no amante de sir James la señorita Marsden ?

El tío se atragantó con el café y Pandora se levantó de la silla y le dio unas palmadas en la espalda.

- ¡ Basta, estoy bien ! -exclamó, mirándola con indignación-. Los jóvenes de hoy no tenéis ni idea de lo que es el decoro. En mis tiempos ... -dejó de hablar al ver la expresión de su sobrina-. ¡ Cómo te atreves a hacerme una pregunta así y cómo esperas que lo sepa ! ¡ No me dedico a espiar la vida privada de sir James !

- Vamos -insistió Pandora, intentando convencerle-. El personal de servicio de una casa conoce la vida de sus amos.

- Aunque la supiese, no hablaría de eso contigo, jovencita. ¡ No te incumbe !

- Eso significa que sí es su amante -murmuró la muchacha poniendo cara de satisfacción-. ¿ Cómo se llama ?

- Cynthia -respondió su tío sin pensarlo, pero al darse cuenta de su indiscreción, añadió  severamente-: Te prohíbo que digas más palabras sobre el asunto, ¿ me has oído ? No quiero que vuelvas a tocas ese tema.

- De acuerdo, tío -respondió sumisamente, satisfecha de haber conseguido la información que le interesaba-. No le diré a nadie que me lo has revelado.

Tuvo que hacer un esfuerzo para no reírse de la cara de consternación que puso Charlie.

La euforia de Pandora desapareció por completo cuando, más tarde, su tío bajó a la cocina, después de servir la cena, y le anunció las órdenes de sir James.

- Mañana irás a Oxford a comprar tus uniformes. Sir James te esperará delante de la puerta de entrada a las nueve y media en punto.

- ¿ Para qué debo esperarle a esa hora ? -preguntó Pandora sin acabar de comprender.

- Sir James tiene que ir a Oxford para asistir a una junta, así que irás con él.

- No quiero, prefiero ir en mi moto.

- No puedes decirle eso.

- Supongo que no -dijo Pandora tristemente-. Me hacía ilusión ir a Oxford, ya que no conozco esa ciudad.

- No tienes que pasar todo el día a su lado -replicó su tío. En ir y volver tardaréis solamente dos horas.

La idea de pasar aquellas horas en compañía de sir James, le pareció ominosa y le quitó las ganas de hacer el viaje. Durmió poco debido a que le preocupaba mucho olvidarse de su fingido acento.

Sin embargo, a la mañana siguiente tenía resulto el problema y fue a esperar a sir James a la hora fijada, vestida con uno de sus conjuntos de falda y chaqueta, recuerdo de sus días escolares.

Sir James fue puntual. Iba vestido con un traje oscuro y llevaba un maletín. Por algún motivo la muchacha le veía más amenazador. Quizá el atuendo hacía resaltar la dureza de su mandíbula y le afilaba las delgadas facciones.

Se acercó a donde estaban Pandora y Charlie y dijo:

- Buenos días, Dora.

La joven no contestó y le siguió una vez que su tío abrió la puerta. El Rolls les estaba esperando. James inclinó la cabeza a manera de agradecimiento cuando el conductor le abrió la puerta del coche.

- No te molestes, Travers, conduciré yo.

- Muy bien, señor.

El hombre se apresuró a abrir la otra puerta y Pandora aprovechó el momento para meterse, cual ardilla, en el asiento de atrás. Sir James no hizo ningún comentario y se limitó a poner en marcha el motor y pisar el acelerador.

Pandora volvió la cabeza para observar la casa. La vista le pareció extraordinaria. La mansión, enclavada en el centro del inmenso parque, y el sol reflejándose en el agua sobre el lago. Cesó de mirar cuando los árboles le impidieron seguir viendo la casa. Las verjas estaban abiertas y había un muchacho junto a ellas. Salieron de la finca y el coche siguió por una carretera que Pandora no conocía.

En otras circunstancias, se habría puesto a observar el panorama de Cotswold, de ondulantes colinas y pintorescos pueblos, pero nunca había viajado en un Rolls-Royce y estaba fascinada con el lujo del interior.

Un mullido y suave cuero tapizaba los asientos. En el brazo del suyo había varios botones para accionar las instalaciones electrónicas del coche: ventanas, aire acondicionado, calefacción, radio, televisión, bar, teléfono. Le habría gustado oprimir los botones, pero no se atrevió. Acarició la tapicería y la impresionó su lujo, sintiéndose molesta al pensar en lo cara que debía de haber costado. Pensó en la cantidad de tractores que podrían haberse adquirido para los campesinos pobres con aquel dinero, ayudándoles así a conseguir una mayor producción.

Miró por la ventanilla hacia los fértiles campos, las casas con huertos llenos de verduras y árboles frutales, las tiendas llenas de productos y se sintió apesadumbrada al pensar que había mucha otra gente que carecía de lo más necesario.

Apasionada PandoraWhere stories live. Discover now