Cap.22

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Cristian

Estoy en un pasillo del hospital esperando a que Alex y su madre salgan de una de las salas. Estoy muy preocupado por ella, cuando la he encontrado el la calle se me ha partido el corazón al verla tan mal y antes en mi casa no ha pronunciado palabra, se la ve realmente afectada, creo que puede estar en estado de shock... No sé que ha pasado pero realmente me preocupa, me siento tan impotente al no saber como ayudarla...

Cuando veo que la puerta de la consulta donde están Alex y su madre se abre me acerco rápidamente.

-El doctor ha dicho que tiene que guardar reposo, al no saber que es lo que ha pasado es más difícil saber nada pero cree que podría estar en estado de shock... Tendrá que estar en casa durante una semana mínimo y... nada de visitas- me dice su madre.

-¿Como... como que nada de visitas? ¡Tengo que estar con ella!

-Lo siento mucho pero tiene que descansar, es lo mejor para ella.

-Pero...

***

Han pasado cuatro días, no he tenido noticias de Alex, no sé si está bien, si me necesita, o si ya sé ha recuperado y regresará pronto. Paso las noches intentando averiguar lo que pasó el lunes, he ido al mismo sitio al que ella fue, justo delante del bar al que fuimos una vez, cerca del callejón donde la encontré, nada...

He estado preguntando por ella, mandándole mensajes, llamándola, nada...

Ahora mismo estoy en la cafetería sentado con Andrés, Carol, Sofía y Natalia, estos últimos días la tensión ha sido insoportable, casi ni he hablado con ellos... aunque, a decir verdad, no he hablado con nadie.

-Oye, Cristian- me habla Carol- ya sé que estás mal y te entiendo pero...- ese tono de pena en su voz que han estado usando estos días me provoca nauseas.

-No Carol, NO ME ENTIENDES, no tienes ni idea de lo que es tener que separarte de la persona a la que quieres cuando sabes que no está bien, tu... no la viste, no tienes ni idea de lo duro que fue- sin esperar una respuesta me levanto y salgo de allí.

Salgo del instituto y corro en dirección a la casa de Alex lo más rápido que puedo.

No puedo más, necesito verla, necesito saber que está bien, ¡LA NECESITO!

Llego a su calle, un piso, otro, otro y por fin, cuando llego al suyo, veo la puerta de abajo abierta así que sin pensarlo me adentro y empiezo a subir todas las escaleras hasta el tercer piso.

Toco el timbre, no responden, vuelvo a tocarlo y esta vez me abre la puerta la madre de Alex, una señora de unos 37 años, de piel morena, pelo rojizo y ojos marrones.

-¿Cristian que haces aquí?¿No deberías estar en el instituto?-pregunta curiosa.

-Tengo que verla- contesto aún con la respiración entrecortada por la larga carrera.

Se queda unos largos segundos mirándome y finalmente dice:

-De acuerdo, pero te aviso que está mal, no quiere hablar, casi no come... parece como si estuviera en otro lugar.

-Entiendo...- se hace a un lado y yo lentamente me dirijo a su habitación.

Me quedo delante de su puerta, tengo muchísimas ganas de verla pero me asusta pensar como estará, no sé que hacer o... que decir. Decido dejar mi cobardía de lado y abro la puerta lentamente.

Entro en la habitación y la veo...

Está en la cama, con las rodillas pegadas suavemente al pecho, la mirada perdida, unas medias lunas negras debajo de los ojos y el pelo despeinado.

-Hola- alcanzo a decir en un susurro. Me acerco a la cama y me siento al borde de esta, su mirada se dirige lentamente a la mía e inconscientemente contengo la respiración. Sus ojos reflejan una tristeza... un... dolor, que nunca había visto en ellos, es cómo si me pidieran ayuda a gritos pero a la vez me dijeran que si me acerco se va a romper.

Después de unos minutos de silencio reúno el valor necesario para decile todo lo que he estado pensando estos dias. 

-Alex... estoy perdido, necesito que me digas como ayudarte, necesito que me cuentes que pasó, no sabes lo que me duele verte así y no saber qué necesitas que haga...

Separo mi mirada de la suya y suelto un suspiro al tiempo en el que alcanzo a ver como lenta y dudosamente se acerca a mi hasta quedar a pocos centímetros, levanta temblorosamente su mano derecha y la lleva hasta mi mejilla haciendo que cierre mis ojos al instante.

Se acerca más a mí y me abraza suavemente, insegura.

Hola a tod@s, perdón por tardar tanto en publicar, he tenido algunos problemas y se me hacía imposible escribir. He decidido pausar la historia, aún no sé cuanto tiempo aunque no sera permanente. 

Podrías destruirmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora