Cap. 9

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Una vez fuera del aula de música me pongo a andar sin rumbo fijo.

Joder Alex, que cojones has hecho... no debiste besarlo... ¡ya lo habías rechazado joder! La parte difícil estaba hecha, ahora... dios...

Mi respiración sigue agitada y aún puedo sentir calor en mis labios... aunque eso no debió pasar, ha sido... perfecto. Cada roce, cada caricia, cada contacto... Inconscientemente muerdo mi labio inferior y deseo que sea Cristian el que lo muerda...

Por un momento viene a mi cabeza la idea de dar marcha atrás y mentirle, decirle que podemos estar juntos... pero ya he sido demasiado egoísta, no puedo seguir haciéndole daño, no se lo merece...

De repente me doy cuenta de que estoy delante de la puerta de la cafetería, ¿como he llegado hasta aquí? No sé si será buena idea entrar... bueno, no creo que Andrés me pregunte nada con las chicas delante...

Me peino un poco el cabello y abro la puerta, al instante la mirada de las chicas y la de Andrés se dirigen hacia mí, me pongo a andar hacia la mesa en la que están ellos y una vez allí Andrés es el primero en saludarme.

-Hola.

-Hola-le digo intentando disimular un poco, aunque no lo consigo porque mi voz suena bastante apagada.

-¿Estás bien?- me pregunta Natalia cuando me siento a su lado.

-Si, solo... me encuentro un poco mal.

Al cabo de unos segundos todos se ponen a hablar y yo intento concentrarme en lo que dicen pero mi mente está en otro lado, empiezo a ponerme nerviosa y cada vez la silla se me hace más incómoda.

-Voy... voy a tomar un poco de aire- le digo a Natalia.

-Okey, cualquier cosa me avisas- me dice con una sonrisa de lástima.

Y ella cree que es porque me encuentro mal...

Me levanto de la silla y con la atenta mirada de Andrés puesta en mí, me dirijo al exterior de la cafetería.

Una vez fuera me dirijo a la salida del instituto y pongo rumbo a mi casa.

***

Deberías parar, deberías parar, deberías parar... me repito a mi misma mientras veo como mis nudillos empiezan a llenarse de sangre.

Pararé cuando el dolor en las manos sea mayor al que siento...

¿Vale la pena horas de dolor por los mejores minutos de mi vida?

Al formularme esa pregunta me doy cuenta de que no tengo la respuesta.

Paro de golpear el saco de boxeo y suelto toda la rabia que tengo dentro en un grito desgarrado y para nada contenido.

Todo lo que dije que no debía hacer lo he hecho... no debía enamorarme y... creo que lo he hecho, no debía besar a nadie si habían sentimientos en medio...y lo he hecho, creo que he quebrantado casi todas mis reglas, la única que sigue en pié es la de no confesar mis secretos... supongo que es la única que he podido controlar.

Calculo la hora y entre lo que he tardado en llegar aquí y el tiempo que llevo en esta habitación deben ser las 2:45, me pregunto si Cristian se habrá quedado en las siguientes clases, o si sabe que me he ido, después del patio teníamos Tecnología y Plástica juntos así que supongo que lo sabe...

Me quedo sumergida en mis pensamientos hasta que oigo como alguien llama al timbre, ¿quien podría ser?

Con las pintas que llevo mejor no abrir, se habrán equivocado... pero oigo como vuelven a llamar, y vuelven a llamar, y vuelven a llamar, antes de abrir decido acomodarme un poco el pelo y cuando me miro al espejo de la entrada veo que no estoy tan mal como pensaba, a pesar de mis nudillos que siguen sangrando y me duelen bastante.

Podrías destruirmeWhere stories live. Discover now