24. Vuelta a empezar

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Durante los días siguientes, y durante las semanas que poco a poco se transformaron en meses, la pelea había sido la inyección de veneno necesaria en una herida a medio curar.

—Levi, ¿me estás escuchando?

Parpadeando, llevó la vista de Erwin a Hanji, que le miraba de brazos cruzados.

—Ohhh, tienes cara de cachorrito abandonado. Hacía mucho que no la veía. ¿Problemas de pareja?

—No digas estupideces, no me distraería tanto si por una puta una vez fueras al grano.

—Esa boca —Por supuesto, no parecía estar molesta lo más mínimo sino querer mandar—. Como tu superiora, te la tendría que lavar con jabón.

—Es a ti a la que le hace falta el jabón, cuatro ojos. Apestas.

Petra se levantó del suelo y puso una mano en la cabeza de cada uno para separarles.

—Niños, por favor.

—Vete a la mierda, Petra.

—Vente a mi cama, Petra.

Levi se quitó de encima su mano y se quejó sonoramente mientras inclinaba la cabeza hacia atrás, dispuesto a huir de un momento a otro.

—No puedo creer que haya tenido que escuchar eso.

—Eh, eh —Petra le agarró de la parte de atrás del cuello de su chaqueta, arrastrándole de vuelta—, no te escapes. Ya que no estás haciendo nada, ayúdame con esto.

—Sí, señora.

Hizo una mueca por la suciedad, pero terminó por rendirse y se sentó frente a ella, usando ambas manos para presionar contra el suelo el papel en el que estaba dibujando y evitar que se doblara. Petra estaba haciendo un gran trabajo con el mapa. Desde que volvieron del Subsuelo con posibilidades de chantajes, cada uno se había estado encargando de reunir más información técnica. Erwin había estado unos días fuera incluso, buscando contactos que le debieran algún que otro favor y moviendo hilos ya fuera con labia o con el intercambio de otra información confidencial. Hanji y Lucille se habían enterrado en libros; Hanji incluso había conseguido ilustraciones del interior de la mayor iglesia del Culto, aunque nadie sabía cómo. El edificio era enorme y se encontraba nada menos que en Mitras, la capital. Levi esperaba que después de tanto trabajo les dejasen entrar al distritoo todo habría sido en vano y la Legión acabaría por desaparecer a ese paso, pues Shadis seguía sin remediar los recortes al presupuesto. No sabía qué harían los demás si eso ocurría, pero menos idea tenía de su propio destino. La alternativa a unirse a la brigada había sido nada menos que la ejecución, aunque ahora que su custodia había pasado a estar en manos de Erwin quizá podría salvarse.

Volvió a levantar la mirada hacia él de forma disimulada. Todos estaban haciendo algo en ese almacén en el que se habían reunido ya varias noches seguidas: Lucille y Nanaba hablaban de la estrategia a seguir, Marlene, Conrad y Mike sobre el equipo y las armas que podrían necesitar, pero en cambio, Erwin estaba solo al otro lado de la sala, de brazos cruzados y apoyado en la pared. Casi todos se habían quedado extrañados por su comportamiento frío, no muy usual entre su grupo de amigos, pero Levi sabía lo que estaba haciendo. Podía percibirlo en su postura firme y tensa, y en la manera en la que sus ojos veían pero no miraban. Erwin estaba pensando dos pasos por delante de los demás. Era un príncipe entre falsos herederos, uno que rara vez se dejaba influenciar por lo que ocurría bajo su trono. Podía verlo en cada una de sus órdenes. Todas tenían una razón y dos posibles futuros: uno que intentaba evitar y otro que trataba de construir.

Petra anunció que el mapa estaba listo y todos dejaron lo que estaban haciendo para reunirse alrededor de él. Incluso Erwin se acercó.

—Uau, buen trabajo.

Pioneros (𝐒𝐍𝐊)Where stories live. Discover now