Capítulo 23

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Ya habían empezado las clases y no me encantaba el hecho de ya no ver a Erick todo el día, solo estaba con él en las tardes, algunas veces comíamos juntos y seguíamos yendo al parque en las noches. A pesar de que nos veíamos poco tiempo la relación iba muy bien.

Esta tarde me encontraba en mi casa, leyendo un poco. Alguien llamó a la puerta y fui a abrir.

-¡Amor! -lo abracé y le di un beso corto en los labios.

-Hola corazón. -entró a la casa.

-¿Saliste temprano del trabajo? -pregunté.

-Si, me dieron la tarde libre. ¿Estas ocupada? -dijo mientras se sentaba en la sala.

-No precisamente, estaba leyendo.

-Y, ¿Que harás el resto de la tarde?

-Aparentemente nada.

-¿Te parece si vamos a recorrer la hermosa ciudad en la que vivimos?

-Suena bien. ¿A dónde iremos?

-A uno de los lugares más característicos de Monterrey.

-Deberías ser más específico.

-Vamos al Paseo Santa Lucía.

-¿De verdad? -pregunté emocionada.

-Sí, dicen por ahí que es un lugar muy romántico.

-Eso hace que la idea suene aún mejor. Dame 10 minutos para estar lista.

Subí a mi cuarto y me arreglé un poco para después bajar y encontrar a mi novio hablando con mi hermano muy animadamente.

-¿A dónde van? -preguntó Pedro curioso.

-Al Paseo Santa Lucía. -contestó Erick.

-Muy buena elección para pasar la tarde. Suerte, y cuida a mi hermana. -amenazó Pedro.

-¿Siempre que salga con mi novio tienes que amenazarlo? -pregunté a mi hermano.

-Tengo que cuidarte. -sonrió inocente.

-Creo que eres ligeramente exagerado a veces.

-Eres mi única hermana, no puedo evitarlo.

-Esta bien. -nos despedimos y salimos de la casa.

Cómo Erick aun no supera del todo lo que pasó con su papá y lo del accidente usualmente viajamos en bus o metro. Tomamos un bus para ir a nuestro destino.

-Podemos ir a comer algo y después caminar por el canal. -me dijo.

-O ir a comer y subirnos a una de esas divertidas embarcaciones que recorren el canal. ¿Que dices? -pregunté divertida.

-No me agrada mucho esa idea.

-Erick Ibarra. ¿Tienes miedo a subirte a uno de esos? -dije sorprendida.

-¿Qué? Por supuesto que no. -su tono era sarcástico.

-Pues nos vamos a subir, además sé que el canal no es profundo.

-Lo decidiremos después corazón, vamos a comer, muero de hambre.

Entramos a un restaurante e hicimos nuestros pedidos, como siempre Erick devoró por completo todo lo que le dieron, era tan lindo y tierno mientras comía.

Cuando salimos del lugar Erick seguía insistiendo en caminar, de verdad le daba pánico subirse a uno de los pequeños botes, bueno, no tan pequeños, cabían más de 30 personas en ellos. Pero como de costumbre yo gané.

Por Toda La Eternidad - Erick IbarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora