Capítulo Nº 3

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Volví a arrastrar los pies hasta la puerta y la abrí de un solo tirón topándome con la mirada sorprendida de un chico mucho más alto que yo frente a mí. Me despejé unos mechones de cabello hacia el lado y esperé a que dijera algo.

- ¿Qué deseas?- Pregunté al notar que no hablaba. Se le veía un poco impresionado con mi presencia.

- ¿Está el señor Ross?- Dijo despejando su garganta con un sutil carraspeo.

- No, él aún está en el hospital- Dije a la defensiva, el hecho de que me hicieran despertar de mi descanso estaba haciendo efecto: mi mal humor crecía- ¿Para qué lo buscas?- Crucé mis brazos sobre mi vientre. El chico esbozó una tímida sonrisa mientras se pasaba la mano por la nuca con ímpetu.

- Bueno... mi mamá vio que estaba la luz prendida y me mandó a averiguar si el señor Ross necesitaba ayuda. Pero veo que no es necesario- Solté un leve suspiro y me relajé. Aún existía gente que se preocupaba por un pobre viejo que vivía solo.

- Dile a tu madre que muchas gracias por preocuparse por él- Sonreí. - Mañana posiblemente le dan el alta- Él asintió sutilmente.

- Ok, entonces... nos vemos- Dijo dando media vuelta y comenzando a avanzar por la calle.

La culpabilidad comenzó a pesarme por haber sido tan arrogante con aquel chico que solo quería saber de mi abuelo. Miré hacia el cielo buscando una respuesta a mi idiotez y comencé a caminar rápido hacia el chico.

- ¡Hey!- Grité hacia él haciendo que se detuviera al instante. Giró hacia mí aún con aquella expresión confundida. - Quería saber tu nombre... para decirle a William quien vino a preguntar por él- Agregué antes de que sonara a algo más comprometedor.

- Tyler... los Joseph. Vivimos cuatro casas más allá- Es como si alguien especialmente hubiera tomado mis pies, clavado en el piso y como final una cubeta de agua fría sobre mí. 

Comencé a hiperventilar y sin fijarme estaba entrelazando los dedos de mis manos uno con otros de forma desesperada. Asentí con la cabeza lentamente sin despegar la vista de él. Mis recuerdos de él eran borrosos y es que me pedí hacerlo. No había cambiado tanto desde lo que recuerdo, su notoria barba de tres días no afeitada lo hacía ver más maduro y el tono de su piel había oscurecido un poco, aunque tampoco podía afirmarlo por la escasa luz de los faroles de la calle.
Él tampoco me había reconocido al parecer. Mi pelo tintado de negro y el alisado de mis rulos me hacían parecer otra persona, todo y gracias a Emily, mi cuñada.

Al ver que no dije nada más volvió a tomar paso hacia su casa y yo me mantuve clavada al piso.

Me sentí más idiota que hace 5 minutos.


" 12 de Marzo 2006 ( 15 años)

└ Llegamos hace más de media hora a casa después del funeral de mi padre. No se ni como me siento en estos momentos.

No lloré durante los anteriores dos días, quería ser un apoyo para mi madre en estos momentos y no una molestia. Quedar viuda con 32 años y dos hijos, uno siendo aún un pequeño que no entendía el por qué tanta gente se agolpaba en nuestra casa o el por qué mamá no le estaba tomando mucho en cuenta, era muy pesado para ella.

Quería obviar el hecho que Robert ya no cruzaría la puerta principal con aquella sonrisa tan característica que, en el momento del discurso de despedida que trató de articular mi mamá había sido lo que la enamoró a primera vista de él con apenas 15 años en una de las típicas vacaciones de tata Gustav en su mítica casa rodante con el sueño de recorrer el país en 2 meses pero terminaron instalándose todas las vacaciones en Columbus.

Aquel verano se enamoraron y por casualidades del destino Vica quedó embarazada de mí. Otro momento que rememoró fue el hecho de que Robert en vez de correr despavorido como cualquier otro hombre lo haría en el minuto en que te comunican que con 17 años serías padre, dio cara como el buen hombre que mis abuelos habían criado y ante todos los regaños, enojos y amenazas de tata Gustav pidió la mano de mi madre y se casaron con el consentimiento de mis abuelos con el compromiso de terminar la escuela.

Apreté mis rodillas a mi pecho con más fuerza, tratando de ahogar un sollozo que se atravesaba por mi garganta. Estaba encerrada en mi pieza, sobre mi cama. No quería que nadie tuviera lástima por nosotros pero un funeral da para toparse con familiares que nunca en tu jodida vida habías visto en alguna reunión familiar o que para las fiestas navideñas enviaran una tarjeta de buenas nuevas.

Ya no se escuchaba ruido alguno en el primer piso. Seguramente William echaría a todo el mundo después de la ceremonia. En estos momentos pienso en como mis abuelos no caían en desgracia por haber enterrado a su único hijo. En ese sentido soy como mi abuelo y lo amo por como crió a Robert y ahora a mí, dura de carácter pero por dentro si llegaban a conocerme bien era tan frágil como un copo de nieve.

Aquel pensamiento me orilla a soltar el sollozo que desde hacía mucho pedía salir. Hundo mi cabeza entre mis piernas y lloro con desgarro resonando por las paredes en ecos.

- Princesa, deja entrar- Susurran desde el otro lado de la puerta haciendo que mi lagrimeo se detenga. - Cai deja entrar- Vuelve a insistir Tyler con su voz en consuelo. Respiro y exhalo varias veces por la boca antes de responder.

- Estoy bien Ty. Debes ir a descansar- Dije controlando el tintineo de mi voz.

- Yo estoy bien princesa, por favor me estas matando de los nervios acá afuera- Se le oía con tristeza. No quería hacer que las demás personas se preocuparan por mi. Sequé los restos de lágrimas de mis mejillas y me incorporé de la cama. Estiré con pereza mi vestido y me acerqué a la puerta.

- Perdón, pero enserio estoy bien- Comenté apoyando mi frente en la madera fría. - Tus papás se van a preocupar si no llegas-

- Cailin es lo de menos- Se me apretaba el corazón de solo escuchar su voz y es que era el único que calmaba mis escasas crisis de ansiedad. - Mamá sabe que estoy acá y tu abuelo me dejó quedar... por favor princesa deja entrar-

Medite un poco y volví a inhalar una gran bocanada de aire por mi boca. Antes de escuchar alguna otra de sus súplicas abrí la puerta con lentitud, mirando el suelo en todo momento. Me daba vergüenza saber que estaba con mi rostro tan demacrado.

Sentí sus brazos contra mi cintura atrayéndome hacia él con un deje de sobre protección. Elevé mis brazos cruzando estos por su cuello y hundí mi nariz contra su cuello, podía oler el escaso aroma de su perfume dejando que mi cabeza dejara de pensar por unos instantes.

Mis pies se elevaron del suelo en algún momento; no tenía noción de cuánto tiempo estaríamos abrazados, y aún unidos me recostó sobre él en la cama. No noté ni cómo había cerrado la puerta.

Me mantuve abrazada sobre su pecho toda la noche, mientras con delicadeza pasaba sus manos por entre mis rizos dorados hasta mi espalda. Nadie habló, nadie dijo ni una sola palabra y estuve agradecida de eso.

Hubo un punto en que quedé rendida y me dormí aún contra Tyler. A la mañana siguiente no había nadie en su lugar.

Y ese fue el último momento en que vi y supe de Joseph.

Dos horas después Victoria y yo teníamos nuestras maletas hechas y nos trasladábamos a Philadelphia con el tata Gustav.┘ 

I'm Falling || Tyler joseph [ #FueledByPremios2017 ]Where stories live. Discover now