Capitulo 29

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 —Quien yo acepte, rechace o ignore no es asunto tuyo —tomé a mi hija en cuanto bajó las escaleras y caminé hacia Jane.
Esta sonreía como saboreando dulce venganza. Me tomó de la espalda y caminamos hacia la puerta.
—Te arrepentirás, Louisianna Allen. ¡Esta misma noche estarás durmiendo en mi cama! —me amenazó Marco mientras salía de la casa.
Vi que Jane le ofreció su dedo de en medio a su hermano.
—¡En mi cama, Lou, MI CAMAAA! —fue lo último que escuché que dijo cuándo Jane arrancó el auto.
—No le hagas caso, Lou, sabes cuan loco esta Marco —dijo Jane encogiéndose de hombros frente al volante.
—Lo sé, créeme que lo sé —suspiré.
—Mami, ¿papi Maco? —me preguntó Mègane abriendo sus enormes ojos grises.
—Maco no papi, Jaeh papi tú —le corrigió Cathy desde la parte trasera del auto.
—Silencio, Catherine —le ordenó su madre.
Llegamos al lujoso apartamento de Jos Lí. Todo era color rojo, negro y beige. Cuando entramos Jared daba vueltas de un lado a otro. En cuanto miró a Mègane la tomó en sus brazos y le dio un par de vueltas.
—Hola —me susurró y plantó un beso en mis labios.
—Uhh mua mua Jaeh —canturreó Cathy.
—Nosotras nos vamos, si Marco viene ya sabes, Jared —dijo Jane tomando a su hija en brazos.
—¡Jaeh faje Lou! —gritó Cathy al salir.
—Yo creo —Jared me tomó entre sus brazos— que Cathy tuvo una buena idea.
—Ni lo sueñes, Lí —aparté sus labios con mis dedos entre risas.
—Seré paciente —murmuró caminando hacia la cocina.
Jared nos preparó palomitas y pasamos viendo películas toda la tarde entre besos y miraditas tontas.
—Mami yo late —me pidió Mèg.
—Está bien, sólo uno porque ya es tarde y debes ir a dormir.
Mègane se levantó y corrió hacia la cocina. En cuanto la nena desapareció Jared se lanzó encima de mí y me besó apasionadamente, rodó sus dedos por debajo de mi camiseta y los presionó en la piel de mi espalda. Bajó sus manos por mi trasero y comenzó a besar mi cuello entre mordiscos.
—Jared —jadeé.
—Shhh.
—¡JJ! —gritó Mèg.
Jared me apartó rápidamente y ambos quedamos viendo boquiabiertos a la pequeña niña que ponía sus manos en la cintura y arrugaba la cara.
—Eh, ¿encontraste el chocolate? —dijo Jared inocentemente.
—¡No! —gritó.
—Tengo que ir a recostarla. Regresaré para que acabemos este asunto —le guiñé el ojo.
—Te estaré esperando...
Tomé a Mèg en brazos y subimos por las escaleras. Ella amenazó con su dedito a Jared. Le puse la pijama a Mègane y la recosté en la cama.
—¡Cuento! —me pidió.
Le obsequié una sonrisa y accedí.
—Iré a preguntarle a tío JJ si tiene un cuento para ti —le di un beso en la frente y salí de la habitación.
Me asomé por el balcón de las escaleras para preguntarle a Jared, quien seguía recostado en el sofá, por un cuento para leerle a Mèg. Estaba a punto de hablar cuando unos golpes muy fuertes fueron escuchados por la puerta.
Jared se levantó y pegó el oído a la puerta.
—¿Quién es? —preguntó inocentemente.
—Vengo por lo que me pertenece —gritó Marco del otro lado.
La respiración se me cortó y las manos se me congelaron. Jared me miró en el balcón y me hizo ademán con la mano para que entrara a la habitación. Yo le hice señas pidiéndole que no lo dejara entrar, pero no me hizo caso y le abrió.
Marco entró imponente, con fuerza y dispuesto a todo.
—¿Dónde están? ¿Dónde están mis pertenencias? —miró para todos lados.
—Marco, ellas no están aquí. Se quedaron con Jane así que más vale que te vayas, no quiero hacerte daño —le gruñó Jared.
—Vete a la mierda. Dame lo que me concierne y no te hundiré el tabique nasal —lo amenazó físicamente. Jared dio un paso hacia atrás.
—¡Lárgate de mi casa! —le ordenó Jared señalando la puerta.
—No te preocupes que ya me voy, sólo tomo mi propiedad y desaparezco. Además este lugar tiene tu aroma, a maricón —alzó la mirada y me encontró. Ensanchó su sonrisa malvadamente y sus ojos se oscurecieron.
Me sentía como un pequeño ratón acechado por una serpiente.
Marco estiró dos de sus dedos y los flexionó llamándome.
—No. La. Toques —le advirtió Jared furioso.
Marco lo ignoró y entrecerró sus ojos maléficos hacia mí.
—Ven, Lou, ven con papá —me estiró ambos brazos.
¡Qué clase de psicópata es este tipo!, pensé.
—¡Vete! —grité, pero mi voz se quebró.
—¡Mègane! ¡Mègane, ven con tu padre ahora! —gritó con mucha fuerza.
—¡No vas a tocarla! —le advertí.
Marco dejó caer sus brazos y suspiró con impaciencia.
—Louisianna y Mègane Canela, las quiero a ambas aquí ahora —masculló entre dientes.
¿Canela? Yo no era Canela. Este hombre estaba cada vez más loco.
—Te advierto que te vayas, Marco —ladró Jared.
—Cállate, sobrinito. Hazle caso a tu tío y cierra el hocico —le estiró un dedo para que se callara. Luego de cinco segundos volvió a hablar—. ¡Ustedes lo han pedido!
Marco subió las escaleras de dos en dos a toda velocidad. Jared lo perseguía.
—¿A dónde crees que vas, maldito?
Corrí para tomar a Mègane en brazos pero antes de entrar Marco ya me tenía atrapada. Enredó sus dedos en mi cabello y me haló hacia él.
—Eres mía, pequeña y deliciosa Lou —susurró contra mi cuello y metió su mojada lengua en mi oído.
—¡Suéltala! —le ordenó Jared.
Marco me volteó hacia Jared y este abrió los ojos al verme en aquella posición.
—Dile, Lou, como buena niña, dile que se largue. Vamos, como los viejos tiempos —se burló.
—¡Vete al infierno! —le enterré mi talón en el pie con fuerza.
Marco dejó salir un quejido pero no me soltó del cabello.
—Por las buenas, Lou, ¡por las malditas buenas! —gritó en mi oído.
—¡Papi Maco! —gritó Mèg saltando desde su cama.
Marco dirigió la mirada hacia ella.
—¡Mira nada más! ¡Si ahí está mi pequeño esperma fecundado! —exclamó con aparente ternura.
—¡Papi, papi! —daba saltitos sobre la cama.
—Ok, veamos... Esto será muy al estilo James Bond —soltó una carcajada.
Le dije a Jared que por favor no se metiera, no quería que Marco le hiciera daño, ni que la niña viera más violencia.
Sentí como me suspendieron en el aire y de un segundo a otro estaba sobre el hombro de Marco, me tomaba del trasero y yo estaba de cara al suelo.
—¡Bájame! ¡Bájame, desgraciado! —le ordené. Aunque claro, todos sabíamos que no iba a obedecerme.
—¡Ven, Mèg, estamos haciendo un pequeño circo familiar! —dijo Marco entrando a la habitación y tomando a la niña por el otro brazo. Ella no dudó en estirarle los brazos a su padre.
Mègane era cargada por el brazo izquierdo de Marco y todo mi cuerpo estaba sobre su hombro derecho como un costal de papas.
Comencé a tirar pataletas pero no funcionó de nada. Cuando me di cuenta Marco y ya estaba traspasando la salida.
—¡Gracias por cuidar de mis mujeres, sobrinito! Pero, como ya sabes, al final siempre me las quedo yo —lanzó una carcajada y entramos al elevador.
—¿Ya puedes bajarme, dramático demente?
—No. No hasta que estés acostada en mi cama —me juró.
Y así fue. Marco me lanzó sobre ‟su cama" luego de dejar a Mèg dormida en la otra habitación.
—Ahora, mi querida Lou, es hora de la diversión —me mostró la más macabra de sus sonrisas.
Y pasó algo aún más macabro...me gustó.  

¿Alguieeeeeeen de aquí ve The Walking Dead?

Malas Decisiones (Tercera temporada de Niña Mal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora