Capitulo 17

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Lou abrió los ojos y su mirada nublada se iba aclarando hacia una luz blanca y brillante. Parpadeó un par de veces. Cher sonreía sobre su cabeza, junto con una doctora.
—Buenos días, preñada —dijo Cher con una voz fina y chillona.
Lou se sentó en la camilla y trató de hacer memoria de todo lo que había visto antes de su desmayo. Miró alrededor. Sintió hambre.
—¿Cuántos meses tengo? —susurró resignada.
Lou temía que cabía la posibilidad de que estuviera embarazada antes que Marco, pero si así fuera, ya se le hubiese notado la barriga, pero la verdad es que, ni señales de abultamiento presentaba.
—Tres meses —le respondió la doctora.
Lou sonrió enternecida. Aún debía mentalizar algunas cosas, pero no pudo evitar pensar que una pequeña parte de Marco estaba dentro de ella, e iba a vivir con ella. Eso le causaba felicidad.
—¿Quién es el padre, Lou? —preguntó Cher inquieta dándole los papeles del análisis.
Temía que el nombre de Jared saliera de su boca. Lou sonrió aún más y se levantó de la camilla. Dio media vuelta después de arrebatarle los documentos y salió por la puerta dando saltitos de felicidad.
Al atravesar la puerta, Cher la tomó del brazo.
—¿Qué estás haciendo?
—Cher, quiero pedirte un enorme favor; no le digas nada a Jared, ¿sí?
A Cher se le oscurecieron los ojos y sus pupilas se achicaron. Sintió retorcerse todo su interior, cuando Lou se dio cuenta de sus emociones y se apresuró a decir:
—El bebé no es de Jared.
Cher soltó el aire que contenían sus pulmones y trató de relajarse, aunque todavía no estaba del todo clara.
—Entonces, ¿de quién? —frunció el ceño.
Lou sonrió al recordar el nombre y tomó a Cher del brazo. Ambas se fueron al apartamento en el auto de Cher. Ella no dejaba de lanzar preguntas a Lou durante todo el camino. Lou sólo permanecía con sus brazos alrededor de sus rodillas sonriendo hacia la ventana.
Cuando al fin llegaron, Lou se decidió a hacer algo que jamás creyó ser capaz: sacarle información a alguien indirectamente.
—¡Dime a quien te fajaste! —ordenó Cher desesperada.
Lou salió de sí al escuchar su frase tan peculiar.
—¿A quién me qué? —preguntó con voz aguda.
—Fajar —rodó sus ojos—: sexo feroz, atroz, intenso, descomunal...
—Ya capté, ya capté —sacudió su cabeza—. Cher, ¿me cuentas la historia de esos internados? —pidió Lou. Sus segundas intenciones era saber cómo llegar a ellos, y así poder ver a Marco. Aprovechó la sed natural de Cher de hablar, tocándole su punto débil.
Cher rodó sus ojos.
—Toma asiento, esto tomará años —se lanzó sobre el sofá.
Lou se sentó sonriente a su lado y se puso cómoda.
_____________UNA HORA DESPUES_____________
Lou estaba atónita, temblando y casi en shock. No podía ser posible que todo eso haya pasado. Le temía aún más a Jane de lo habitual. Sentía que esa noche tendría pesadillas por las historias insólitas que habían salido de la boca de Cher con tanta naturalidad. TN no parecía mala persona, tal vez un poco más libertina de lo habitual, pero Jane realmente le causaba escalofríos. Lí era una persona muy sensible e increíble, pero más increíble aún que haya encontrado el amor en una mujer de ese tipo. Bueno, al fin de cuentas, ella era la hermana de Marco, lo que indudablemente hacía que esa mujer frívola fuese la tía de su bebé.
Cher le contó con luje de detalles la dirección de tales internados. Lou mintió por primera vez diciendo que debía ir comprar unas vitaminas que el recetó la doctora en los papeles, cosa que Cher ni discutió por estar hablando por teléfono.
Lou no sabía conducir, tampoco tenía auto, pero sí un poco de dinero para tomar un taxi que la llevara tan lejos como estaban esos internados.
Luego de varias decenas de minutos, Lou llegó al internado donde ya había estado hace varios meses. Caminó por el sendero y se encontró con la fila de casitas hermosas y los descomunales autos.
Suspiró al ver la primera casa y se acercó con los papeles en su mano oscilando. Subió los pequeños escalones hasta la entrada y toco el timbre decorado de la entrada. En su estómago comenzaron a crearse sensaciones nuevas. Lou no pensó mucho en la reacción de Marco, sino en que ahora él estaba dentro de ella uniéndose y combinándose en un pequeño ser.
La puerta se abrió y una mujer mayor de cabello oscuro y ojos cafés frunció el ceño al verla, pero con una ligera sonrisa de desentono.
—Hola —dijo la mujer desconcertada.
—Hola, me llamo Lou. ¿Está Marco? —sonrió Lou.
Los ojos de la mujer se abrieron de par en par y su boca cayó al suelo. Expandió una sonrisa de agradecimiento y dio un paso hacia atrás.
—¡Pasa! ¡Pasa! —le alentó la mujer.
Lou sonrió en respuesta y entró. La mujer comenzó a caminar de un lado a otro sin hallar qué hacer. Lou se sentía apenada.
—Siéntate, ponte cómoda, ¿Quieres que te taiga algo? —se ofreció la ricachona.
Lou negó con la cabeza y una sonrisa en el rostro que no podía deshacer. La mujer estaba extasiada, moría por la idea de que una chica buscara a su hijo. Ella nunca le había conocido ni un solo amigo, y ahora resultaba que se las traía con una chica. La mujer estaba saltando sobre una uña.
—¡¡Marco!! ¡¡Baja!! ¡Tu mano puede esperar! —gritó la mujer hacia las escaleras—. Viene enseguida —le dijo con voz dulce a Lou. Se acercó a ella y se sentó a su lado—. Mi nombre es TN Canela, la madre de Marco, ¿lo conoces de la universidad? —le preguntó animada.
Lou asintió. TN sonreía cada vez más.
—¡¡Marco, coño, baja!! —gritó de nuevo.
Lou abrió sus ojos al punto que casi se le caen al suelo, pero Cher ya le había advertido de la selección de palabras de la madre de Marco, así que no tocó terreno tan pantanosos después de todo.
Dos minutos después, se escucharon pasos intensificándose cada momento hasta que un par de brazos musculosos, un abdomen definido y unos pectorales voluptuosos rociados por una ligera capa de gotas de agua se apareció en las escaleras. El cuerpo de Marco apenas estaba cubierto por una toalla blanca corta de la cadera hacia abajo. Su cabello oscuro estaba empapado y sus ojos grises resaltaban entre los mechones húmedos que saltaban sobre su cara, sus labios estaban rojos por la temperatura y su cuerpo humeaba sexo en cada una de sus células.
Lou quedó boquiabierta al tiempo que TN admiraba contenta la reacción de la chica por su hijo. La expresión de Marco se endureció al ver a Lou, los ojos se oscurecieron y su rostro de coloreó de un intenso color manzana.
—Marco, hay una chica aquí que vino a buscarte —pestañeó su madre.
—Ho-Hola, Marco —balbuceó Lou en un trance sexual.
—¡Ve, querida! ¡Sube a la habitación con él! —le animó.
Lou se sonrojó ante la oferta. La madre no sabía que ella ya había estado en su habitación, y haciendo lo que le traía las consecuencias del día de hoy.
—No tengo nada que hablar con esta mugrienta. Sácala con la escoba —masculló Marco groseramente y subió hacia su habitación.
A TN se le caía la cara de vergüenza, mientras que Lou sentía el ligero aire de dolor en el que consistía la tormenta de su vida. TN volteó hacia ella y le sonrió apenada.
—Perdona, bajará en un segundo. No te vayas, eh —dijo TN sacudiendo sus manos.
Subió las escaleras y entró a la habitación de Marco echando humo por los oídos.
—¡¿Qué mierdas crees que haces?! ¡Ve y atiende a la señorita! —gruñó.
—¿Señorita? —bufó Marco—. Es una zorra. Sácala antes que le pegue pulgas a tu sofá —dijo colocándose los calcetines en sus pies.
—¿Cómo puedes hacer esto? ¡No me digas que estás siguiendo los pasos de tu hermana! ¡Ella tuvo suerte, pero tú dudo que la tengas!
—Espero no tenerla. No quiero encontrarme un Lí versión femenina. Faltaba más —rodó sus ojos.
—Escúchame, James. ¡Bajarás ahora mismo y...
—¡Que no me llames James! ¡Odio ese nombre! ¿Me entiendes? —gritó.
—Es el nombre que te puse, ¡Y es el que usarás, James!
—Edward es James, yo no. Mi nombre es Mar-co —se levantó luego de colocarse los zapatos.
—¡A mí no me gritas! Llamaré a Jos —advirtió la mujer dando la vuelta.
—¡No! —gritó Marco asustadizo—. ¡Está bien! Bajaré a atenderla —refunfuñó.
Camino de mala gana hacia el salón y se encontró con Lou y sus flameantes ojos cafés.
—¿Qué quieres? —se cruzó de brazos.
Lou expandió su sonrisa y estiró los papeles hacia Marco. Él se los arrebató y comenzó a hojearlo.
Los ojos de Marco se abrían cada vez más, sus músculos se tensaron y su mandíbula se presionaba. Miró hacia todos lados y tomó del brazo a Lou con fuerza. La arrastró hasta la salida y la dejó caer en el suelo.
—¡¿Qué significa esto?! —le gritó.
—Marco, estoy embarazada —se levantó Lou del suelo limpiando su vestido blanco.
—¡Eso ya lo sé! Y supongo que vas a salirme con que es mío —arrugó los papeles de sus manos.
—Es lo que es. Tengo tres meses, justo cuando estuve contigo. Tendremos un bebé —dijo esperanzada.
—¡No! ¡No lo tendremos! ¡Ahora mismo irás a que te saquen esa cosa! —señaló hacia su barriga.
Lou se tomó el abdomen de inmediato y se estremeció ante sus palabras.
—¡No lo permitiré! ¡Es mi bebé, Marco! —su voz se quebró.
Las lágrimas comenzaban a amenazar con explotar en sus ojos.
—¡Tú no tendrás esa pequeña bestia! Si tú no la matas, lo haré yo —se acercó a ella con los puños apretados.
Lou soltó un quejido fino y temeroso. Se fue de espaldas al suelo mientras Marco se acercaba a ella amenazante contra la vida del bebé. Ella estaba atemorizada al extremo.
—¡Ni se te ocurra tocarla, maldito! —dijo Jared apareciendo detrás de él.
Lo volteó y le lanzó un golpe al estómago. Marco cayó al suelo y Jared comenzó a patearlo en el estómago con fuerza.
Lou sentía que cada patada la recibía ella y se lanzó gateando sobre Marco.
—¡Jared, no! —gritaba espantada.
Se interpuso entre Jared y Marco en medio de los golpes y Jared se detuvo al verla.
Sus ojos flameaban como llamas ardientes de la furia, su pelo estaba erizado como el de un gato y sus puños cerrados en dirección a Marco.
Marco trataba de ponerse de pie para golpear a Jared cuando Lou lo tomó de los brazos y lo miró a los ojos.
—Marco, no. Detente, por favor —susurró Lou a centímetros de su rostro.
Marco ardía de la furia, pero dirigió los ojos hacia la mirada de Lou y su enojo disminuyó hasta congelarse.
Jared haló a Lou hasta acunarla con sus brazos. El humor de Marco volvía a subir de temperatura al ver a Lou entre las manos de Jared.
—Suéltala —le ordenó a Jared.
Él negó con la cabeza.
—No permitiré que la lastimes.
—He dicho...que...la sueltes —masculló entre dientes.
Lou sollozaba débil en los brazos de Jared.
—Eres un marica. ¿Cómo te atreves a golpear a una mujer? Cobarde de mierda —gruñó Jared.
—Dámela —Marco estiró una mano hacia ella.
Jared entrecerró los ojos negando con la cabeza de nuevo. No comprendía como Marco podía tratar a Lou como un objeto.
Marco soltó una media sonrisa. Un pensamiento recorrió su mente. Una táctica infalible. Bajó la mirada hacia Lou y estrechó su sonrisa malévola.
—Ven, Lou —le susurró.
Lou sintió que los ángeles la llamaban al paraíso. Comenzó a resbalar sus manos de los brazos de Jared. Este no comprendía.
—Ven a mí —masculló Marco estirando aún sus brazos. Él sabía que Lou no iba a negarse. Utilizaba el amor que ella sentía a su favor.
—Lou... —susurró Jared al sentir como ella se desprendía de sus brazos en dirección a Marco—. ¿Qué haces? Va a lastimarte —le advirtió en voz baja.
Lou no podía escuchar nada, nada más que el coro de querubines que la llamaban al cielo, ese reino donde Marco era quien ordenaba que su sirvienta apareciera para abanicarlo, y donde ella estaba feliz de satisfacer a su amo.
—Quiero tenerte en mis brazos, Lou —susurró con malicia. Su plan funcionaba a la perfección. Ella ni siquiera dudaba en soltarse de Jared.
Ella se soltó por completo de él y caminó hacia Marco lentamente. Por muy mala que fuera la decisión, la tomó sin pensarlo.
—¡Ahora! —dijo Marco impaciente.
Lou aceleró su paso y se estrelló contra los brazos fuertes de Marco. Jared sentía como martillaban y taladraban su corazón sin piedad alguna. Esa era su realidad, proteger a Lou y que ella se dejara guiar por la hipnosis incontrolable de su corazón quemado y enamorado. Jared se vio entre la espada y la pared. Aunque Lou decidiera estar con la persona que le hacía daño tanto emocional como físico, él seguiría amándola y deseaba protegerla fuera cual fuera su decisión. Lo había prometido. No iba a dejar que la lastimaran, así tuviera que hacerle sombra a ella y a Marco.
Marco volteó a Lou para que ambos quedaran de cara a Jared. La rodeó con sus brazos y miró a Jared triunfante, como embarrándole el trofeo de oro al perdedor de último lugar. Marco sabía muy bien los sentimientos de Jared hacia Lou, y ahora los de Lou hacia él mismo. Así que, decidió usar eso en su beneficio contra el peor de sus enemigos: su propio sobrino.
—Lou, ten cuidado —susurró Jared con la voz rota—. Regresa —le suplicó.
Marco rodó sus ojos y rodeó aún más a Lou con sus brazos mostrando posesión absoluta sobre ella. Ella sólo permanecía con la vista al suelo y sus ojos se fraccionaban como vidrios rotos, pero felizmente rotos.
—Se acabó, JJ —se burló Marco—. Ella es mía, porque ella quiere serlo —masculló arrogante.
Jared negó con un nudo en la garganta y la mirada plantada en el toque de Marco sobre el pecho de Lou.
—Esto no se quedará así, ella no sabe lo que siente. No permitiré que le hagas daño —le advirtió.
—Muy tarde —se encogió de hombros—. Ella tiene algo mío ahora —resbaló sus manos hasta el vientre de Lou, donde acarició con sus dedos gruesos sobre su vestido. Lou acariciaba las manos de Marco sobre su abdomen aún plano.
Jared frunció el ceño mientras daba un paso hacia atrás. Marco disfrutaba cada segundo la cara de Jared. Disfrutaba la manera en que él sufría, pues había conseguido lo que siempre había soñado: encontrar su punto débil. Y ahora que ya sabía cuál es, lo iba a destruir por medio de ello, y lo mejor de todo es que, para él, ese punto débil se entregaba en sus manos incondicionalmente.
—Lou, ¿a qué se refiere? —preguntó Jared con la voz temblando.
Lou alzó la mirada por primera vez y miró los ojos de cafés de Jared que estaban llenos de agua y a punto de explotar en lágrimas. Él no soportaba ver como la única persona que odiaba tenía en sus brazos a la que más amaba.
—Jared... —suspiró—. Estoy embarazada.  

Malas Decisiones (Tercera temporada de Niña Mal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora