Capitulo 13

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El sol comenzaba a arder abrazante sobre los cuerpos desnudos de Lou y Marco, ambos estaban enredados uno en el otro, como unidos por la naturaleza.
Los ojos de Lou se abrieron lentamente cuando el sol golpeó su rostro. Ella se encontraba bajo los brazos gruesos y calurosos de Marco, la atrapaban como si nunca quisiesen dejarla ir. Lou se estremeció bajo su cuerpo y cerró los ojos de nuevo para disfrutar del momento. Sonrió como una tonta y hundió su rostro en el pecho de su amor. Él sintió el cosquilleo de la nariz de ella y se estiró.
Marco abrió los ojos lentamente y miró hacia el techo, sintió una presencia a su lado y volteó el rostro hacia ella. Abrió los ojos dramáticamente al ver a Lou a su lado. Se sentó en la cama alarmado vio que sus dos cuerpos estaban completamente desnudos.
—¿Qué estás haciendo aquí? —reclamó espantado.
A Lou se le paralizó el habla. Ella no esperaba que esto sucediera.
Marco se salió de la cama de inmediato y entró en el baño sin mirar atrás.
Lou también se levantó se puso su ropa interior. No sabía qué iba a pasar ahora, pero nada parecía seguro. Miró su vestido roto y se quemó las neuronas pensando cómo iba a irse vestida ahora. ¿Por qué Marco se ponía así? ¿Acaso no recordaba nada?, pensó Lou.
Un grito ahogado se escuchó proveniente del baño. Lou se quedó paralizada. La puerta del baño se abrió a continuación y Marco salió tirando por los mil demonios.
—¡Eres una zorra! —gritó Marco. Tomó del brazo a Lou y la estampó contra la cama con fuerza.
Lou lo miraba como un perrito asustado.
—¡Te aprovechaste de mi estado! ¡Me violaste! —le gritó. La haló de los pies y la tiró al suelo.
—Marco, yo no hice tal cosa. Tú te pusiste muy rudo y yo...
—¡Yo bajo los efectos del alcohol y tú ni corta ni perezosa me desvirgaste! ¡Eres una violadora! ¡Voy a demandarte! —la haló del cabello por el piso unos cuantos metros.
Lou se tomaba la cabeza llena de dolor y contenía sus lágrimas.
—Marco, yo no sabía que tú nunca habías tenido relaciones —se disculpó Lou en un lloriqueo.
—¡Ah, y tú sí! ¡Te has acostado con miles de hombres, seguramente! ¡Quién sabe cuántas asquerosas enfermedades me pasaste anoche! —la levantó del cabello y la estampó contra la pared.
—Marco, me estás lastimando —lloriqueaba.
—¡No me importa! —la despegó y la volvió a estampar—. Me das asco, y por tu culpa ahora yo también me doy asco. ¿Cómo pude revolcarme con una sucia, pobretona y masoquista de mierda? —masculló entre dientes.
—Por favor, suéltame —suplicó Lou.
—¿Tú crees que voy a dejar que mis padres vean que me he acostado con una puta? ¡Te sales por la ventana! Y ojalá te mueras en la caída —la tomó del cabello hasta la ventana.
Lou miró hacia abajo, estaba demasiado alto para saltar.
—¡Anda! —le gritó Marco en el tronco del oído.
—N-N-No pued-do saltar t-tanto —balbuceó Lou.
—¡Agh! —la empujó hacia adentro de la habitación.
—Conque te gustan los golpes, ¿eh? —Marco tomó su cinturón del suelo.
Lou negó con la cabeza mientras se arrastraba por la pared hasta el suelo, se toma el pelo tratando de suavizar el dolor de su cuero cabelludo y sus lágrimas rodaban sus mejillas inundándolas de sal y dolor.
—Mira nada más lo moreteada y lastimada que estás —miró todas sus cicatrices y moretones—. Eres lo más sucio que he conocido —levantó la mano con el cinturón.
Lou sólo esperaba el golpe.
—¡Marco! ¿Por qué estás gritando? —se escucharon unos golpes detrás de la puerta.
El rostro de Marco empalideció. Era su padre, el único al que Marco temía. Marco gruñó hacia Lou y la tomó del brazo, la arrastró por el suelo y la escondió bajo su cama para luego patear el pedazo de vestido junto con ella. Abrió la puerta, y su padre se asomó por ella.
—¿Qué pasa? —dijo Marco serio.
—¿Qué son esos gritos? ¿Por qué no llegaste ayer al cumpleaños de tu hermana? ¡Esto es el colmo, Marco Canela! —lo regañaba su padre.
—Me quedé dormido —murmuró en respuesta.
—¡Esa no es excusa! ¡Jane te estaba esperando! ¡Te aseguro que tampoco llamaste a tu hermana anoche para felicitarlo! ¡No vives sólo, maldita sea! ¡Tienes una familia!
Lou se quedó tiesa y fría al escuchar el nombre de la esposa del director. Su mente no trabajaba muy bien en ése momento. Todo estaba turbio; la noche anterior, la fiesta de la madre de Jared, despertar con Marco, ser lastimada por él, y ahora escuchar a su padre regañarlo mientras ella estaba bajo la cama sollozando.
Ella no era del FBI, pero juraba que sus oídos no le engañaban, escuchó muy bien el nombre de la madre de Jared saliendo de la boca del padre de Marco. Si se suponía que Jane era la hermana de Marco...No, Jane no podía ser hermana de Marco, porque si lo era... Jared y Marco serían...sobrino y ¡No!, se negó Lou a creer.
La puerta se cerró y Lou sintió que le halaron los pies con fuerza. Miró a Marco temerosa y curiosa a la vez. Sus ojos ya no llameaban furiosos como antes, la sacudida de su padre lo había tranquilizado.
—Marco..., ¿Jane es tu... —Lou dudó.
—Mi hermana —completó Marco.
Lou se quedó boquiabierta.
—Tú y Jared...
A Marco le comenzaron a chispear los ojos al escuchar el nombre de Jared.
—Sí. Con ése te acostaste también, ¿no? —rugió Marco. Tomó a Lou de los hombros y la sacudió con fuerza.
—No, te juro que yo no he tenido nada con Jared —le explicaba ella.
—No mientas; él es un hormonal y tú una fácil. Son la pareja perfecta —Marco presionó la mandíbula. No le gustaba en absoluto la idea de haberse acostado con alguien después de que Jared lo haya hecho, aunque Lou supiera que eso no era cierto.
—¡No, Marco! —Lou se atacó en llanto.
Marco la soltó y se tomó la cabeza. Abrió su clóset y sacó una camiseta de ahí. Se la lanzó a Lou. Ella se puso el vestido y la camiseta sobre este.
—Mi madre está ebria, mi padre está en la cocina. Tú sales mientras yo lo distraigo. Por favor, no me arruines la vida, no seas tan torpe de hacer ruido —masculló.
—¿Por qué no me escondo en tu auto hasta que salgas?
—Mi auto tiene las llantas ponchadas, debes largarte a como viniste, si te parece.
Lou asintió. Ambos salieron por la puerta y Marco bajó las escaleras hasta la cocina, comenzó a hablar con su padre mientras Lou corría a hurtadillas hasta la salida. Marco pudo escuchar a los lejos el sonido de la puerta cerrándose, dejó a su padre y subió para alistarse para la universidad.
Lou lloraba a mares mientras salía de la casa. Estaba perdida. Todo era demasiado para que su mente lo procesara. Miró hacia todos lados y sólo observó cuatro casas muy hermosas, grandes y lujosas en fila, aparte de la ristra de autos que se extendía al final.
Caminó en dirección hacia un camino de árboles frondosos y flores coloreadas. Lou se asombró al llegar al final del camino y encontrar una enorme edificación como un castillo abriéndose frente a ella. Era como una universidad, no, aún más vieja y más grande. Se acercó y miró un pequeño letrero antiguo que decía ¨Centro de rehabilitación social Canela – Internado masculino¨
Lou miró desde la perspectiva, otra enorme edificación más lejos, pero esta no se miraba tan vieja como la que tenía enfrente. Se acercó y miró que decía lo mismo, excepto que esta se trataba de un internado para mujeres.
—Lou, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Y con esa ropa? —preguntó una voz suave y delicada detrás de ella.
Lou volteó y Jared la miraba con extrañez.
—Jared, ¿tú vives aquí? —señaló el internado de hombres.
—No, allá —le señaló en dirección al camino de árboles.
—¿Por qué no me dijiste que Marco y tú eran familia?
Jared notó los ojos hinchados y las mejillas empapadas de Lou. Se acercó a ella y con la parte baja de su camisa limpió las mejillas de Lou. La miró con los ojos entrecerrados y sentía como le dolían sus lágrimas.
—Dime, ¿qué pasó? —Jared tomó las manos de Lou.
Lou miró sobre el hombro de Jared, el director se encontraba dentro del auto mirándola extrañado.
—Me avergüenza contártelo.
Jared se dio cuenta que todo se trataba porque Lí los estaba mirando.
—Espera un segundo —dijo y se volteó. Caminó hacia el auto donde se encontraba su padre y se inclinó dentro del auto.
—Papá, no he fallado a clases en toda mi vida, pero mi vida me necesita y necesito estar con ella. No te estoy pidiendo permiso, te estoy avisando que no llegaré —masculló Jared esperando que su padre no se negara.
—Está bien —asintió Lí—. Asegúrate que se encuentre bien.
—Dalo por hecho —dijo Jared para luego despegarse del auto.
Lí arrancó la camioneta y desapareció por un sendero de árboles. Jared se volteó hasta Lou, quien se encontraba despedazada a unos metros. Se acercó a ella de nuevo y tomó sus manos.
—Ven, encontremos un lugar donde estemos tranquilos —Jared atravesó su brazo por la cintura de Lou y la dirigió para rodear el internado.
Llegaron a un pequeño claro, habían un pequeño río cristalino atravesando el lugar, muchos árboles y flores, una que otra ardilla y varias mariposas. El lugar era naturalmente hermoso, no parecía el Edén de la universidad, que estaba claro que fue un hombre quien lo construyó. No. Este se notaba que la naturaleza lo había creado con su retorcida perfección.
Jared se sentó en el suelo a orillas del pequeño riachuelo. Invitó a Lou a sentarse también y ambos cruzaron sus piernas en posición de yoga. Jared sabía que Lou no estaba preparada para hablar, necesitaba confianza y bases para tenerla, así que él suspiró y se decidió a hablar primero.
—Los padres de Marco se llaman TN y Jos, Jos Canela; ellos tuvieron tres hijos: Edward y Jane, que son gemelos, y Marco. TN tiene una mejor amiga, Scarlett. Ella tiene una hija con Alonso, el mejor amigo de mi madre, esa hija se llama Danielle y está casada con Edward, ambos tienen una hija de doce años. Jane está casada con Jos, Lí el director, mi padre. Y, ellos me tienen a mí.
»Mi madre me tuvo a los diecinueve años, nací casi a los diez meses de gestación. Mi madre y mi abuela estaban embarazadas al mismo tiempo, pero Marco fue prematuro; nació dos meses antes que yo. Mi padre tiene un primo llamado Bryan, él y Eleanor, una amiga de mi madre tienen una hija, Lenny.
Lou escuchaba atenta la historia de Jared, trataba de poner la mayor atención posible para entender los puzles que eran la vida de Jared y su parentesco con Marco.
—Marco y yo nunca nos hemos llevado bien. De pequeño decía que iba a matarme —rodó sus ojos—. Y nunca te lo había comentado, porque no quiero que mezclen su reputación con la mía.
—Marco dice que te has acostado con toda la universidad —masculló Lou.
Jared se enrojeció de inmediato. Lo que decía no era del todo mentira.
—He tenido muchas chicas, no voy a negarlo. Pero, yo no exijo nada, ellas me dan y yo lo recibo. Soy un hombre, tengo debilidades. Sé que es una excusa tonta y machista, pero en parte no lo es. Las mujeres también las tienen, y yo no las juzgo por eso. Tanto el hombre como la mujer tienen derecho a disfrutar del sexo de la misma manera y sin tabúes alguno —se encogió de hombros.
Lou sentía firme la tierra del tema con el que quería hablar. Si Jared no juzgaba ese tipo de cosas, tal vez no la juzgara por lo que había hecho la noche anterior, aunque él fuese implicado como los perjudicados, ya que lo había dejado plantado la noche anterior mientras ella friccionaba su cuerpo con su tío en una cama.
—Ni ellas ni yo lo hemos tomado enserio. Es sólo una necesidad: comer, dormir, bañarse, todos lo necesitamos. Ellas no se enamoran, yo tampoco. No las tomo enserio, porque ellas no quieren ser tomadas en serio. Quieren sexo, no una relación.
—Creo que piensas de una forma muy infantilmente madura, Jared.
Jared esbozó una sonrisa y sus ojos se abrillantaron al ver la sonrisa tímida de Lou.
—Dime qué pasa, Lou —se acercó un poco más a ella—. Estoy aquí para ti. Tú no eres ninguna de esas chicas.
—Una pregunta. Tú y Lenny...
—¡Lou, por Dios, no! Ella es como mi prima. Además, aunque no lo fuera, no me gusta y yo tampoco a ella —rodó sus ojos.
—Es la primera; todas las chicas babean por ti en la universidad.
—Bueno, ella es...diferente —murmuró temeroso.
—¿Diferente? —Lou frunció el ceño.
—No es que sólo no le guste yo, en general a ella no le...gustan...los chicos —lanzó una mirada hacia Lou para ver su reacción.
—¿Es lesbiana? —jadeó Lou.
—Algo así —se encogió de hombros—. Creo que tú le gustas.
Lou abrió los ojos espantada. Jared soltó una carcajada.
—Sólo bromeo. Si le gustases, yo ya lo supiera, créeme —Jared se arrastró hasta el hombro de Lou donde se recostó.
—Eres increíble, Jared. Eres el chico más simpático y agradable que conozco —dejó caer su cabeza sobre la de Jared.
—Lou, ¿por qué traes puesta una de las camisas de Marco? —musitó.
Lou dio un suspiro y un nudo se comenzó a formar en su garganta.
—Me... me acosté con él anoche —susurró Lou avergonzada.
Jared se apartó de ella de inmediato y se levantó.
—¿Qué hiciste qué? —exclamó. Comenzó a caminar de un lado a otro incrédulo.
—Él estaba medio ebrio y me tomo por la fuerza, pero yo... yo me dejé —se avergonzó aún más.
—¡¿Por qué te dejaste?!
—Jared, yo... yo lo amo, y sentir que quería estar conmigo fue algo increíble para mí —comenzó a sollozar.
A Jared se le detuvo el corazón al escuchar que ella amaba a Marco, presionó su mandíbula y sus ojos comenzaron a aguarse.
—¿Lo amas? —dijo Jared en un hilo de voz.
Lou asintió sin dudarlo.
—¿Por qué? —su voz se quebró.
—¡Porque yo te amo a ti, Lou! —cayó de rodillas frente a ella y con las manos en el rostro.
—Jared, yo no sabía eso... —dijo Lou sin aliento—. No debería estarte contando esto —se levantó y trató de irse, pero Jared la tomó del brazo y al detuvo.
—No te vayas. Perdóname, dije que iba a entenderte y no a juzgarte y no lo estoy haciendo bien. Te lo suplico, Lou, no te vayas —susurró.
Lou plató su mirada en el suelo y Jared la estrechó en sus brazos con fuerza mientras aspiraba el olor de su cabello mezclado con el olor a lluvia de la camisa de Marco.
—Marco me golpeó esta mañana; no recordaba nada de lo que pasó anoche. No sé con qué cara lo miraré a partir de ahora —murmuró Lou contra su pecho.
—¿Te golpeó? —a Jared se le incendiaron las venas y comenzó a sentir un odio profundo hacia Marco, cada vez más grande.
—Jared, es hora de que yo te cuente mi vida también —se despegó de él.
Ambos se extendieron sobre el pasto boca arriba mientras miraban las copas de los árboles y el sol brillando e infiltrándose entre las hojas. Jared tomó la mano izquierda de Lou y plantó un beso en su palma, luego no la soltó, más bien la presionó contra su pecho.
—Mi padre era parte de las fuerzas armadas, nos abandonó a mi madre y a mí cuando ascendió de puesto. Mi mamá esperaba un bebé de él cuando se fue. Un hombre, llamado Brad Welters —Lou se estremeció al pronunciar su nombre. Ella permanecía con la vista plantada en el cielo, mientras Jared inclinaba la cabeza para verla a ella—. Dijo que mi padre había muerto en servicio, y que él era su mejor amigo y le había dejado a cargo la casa, su mujer y su hija; mi padre no sabía que mi mamá estaba embarazada de nuevo. El hombre hizo de la chocita un prostíbulo. Vivíamos en las afueras, en un pequeño pueblito de Willingham. La casita se caía a pedazos. Mi madre se opuso a su dictadura y se puso a discutir con él una noche. Yo estaba muy pequeña, tenía once años tal vez. Él comenzó a golpearla, ella se desangraba en el suelo. La escondió en el baño toda la noche, y en la mañana la reportó como suicidada. Obviamente, la policía no le creyó por los múltiples golpes. Él cambió la versión de la historia diciendo que ella tenía una amante que la golpeaba. Me hizo atestiguar su mentira y la policía me creyó; él me tenía amenazada. Cuando el caso se cerró, él vendió la casa y me llevó a Uxbridge. Ahí vivíamos en un apartamento sucio y pequeño. Él no se aparecía por días, y cuando llegaba me quitaba el dinero que ganaba en el bar, me golpeaba —la voz de Lou comenzó a quebrarse. Jared se volteó hacia ella y la abrazaba—. Siempre estaba ebrio, exigiéndome comida y dinero. Yo no tenía para comer ni para darle de comer, él se enfurecía y mira —le mostró sus moretones, rasguños y quemaduras—. Entonces me llevaba asquerosos hombres para que me manosearan e hicieran lo que quisieran conmigo, así el conseguiría más dinero para su vicio —las lágrimas brotaban de los ojos de Lou, Jared se las limpiaba delicadamente con las yemas de los dedos. Él presionó su cabeza contra el lateral de Lou y cerró sus ojos intentando contener sus lágrimas. No sabía si iba a soportar escuchar todo lo que le hacían a su amada, cuando él moría, asesinaba y suplicaba por darle amor—. Ellos también me lastimaban.
»Un día antes de que tu padre me encontrara, yo huí de Uxbridge con un boleto de tren que me regaló un hombre en una cafetería. Venir aquí fue como un oasis en el desierto, un paraíso. Comida, gente amable y un lugar donde dormir, es como mi propio cielo —cerró sus ojos.
—Cuanto me duele escuchar todo esto, Lou —susurró Jared contra su oído—. No quiero que sufras eso de nuevo. No permitiré que nadie te vuelva a hacer daño, ¿me escuchas? Nadie. Nunca —le prometió—. Quiero que dejes ese refugio.
—No tengo donde más ir.
—Claro que sí. Yo tengo un apartamento, está vacío, sólo voy los fines de semana. Bueno, es de mi padre, pero en el testamento está a mi nombre. Lo hablaré con él y seguro que aceptará.
—Jared, no —se levantó—. No quiero molestar a tu padre.
—Lou, si tú no aceptas vivir ahí, tendré que comprar ese refugio y remodelarlo sólo para ti.
—Creo que tu padre me despedirá después de esto —Lou negó con la cabeza.
—No lo hará —se sentó también—. Y si lo hace... yo me iré contigo a donde quiera que vayas, Lou. Perdóname, pero no te dejaré sola nunca más. No podrás deshacerte de mí a partir de ahora. Nadie volverá a rozar tu piel ni con una pluma, te lo prometo.  

Linda noche ^^

Malas Decisiones (Tercera temporada de Niña Mal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora