Capitulo 9

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Maraton: 1/3

Lí y su hijo salieron en dirección a la universidad en el auto. Jared mantenía una sonrisita burlona mientras Lí conducía inquieto.

—Hijo, quiero hablar contigo —dijo Lí rompiendo el silencio.
—Sí, me la fajé —dio una carcajada ruidosa que se disipó con la cara de disgusto de su padre—. Perdón. Dime qué pasa.
—Dime qué buscas de Lou —murmuró con la vista al volante.
Jared soltó un suspiro. Él ya había ordenado sus pensamientos y sentimientos hace un tiempo. Nunca escondía secretos a su padre, por lo que decidió contarle todo.
—La quiero —susurró cabizbajo.
—Termina —dijo Lí después de unos segundos.
—¿Terminar qué? —Jared frunció el ceño confuso.
—La frase. La quieres...
—Es todo; la quiero —suspiró.
—Jared, sabes que Lou no es un juguete, ¿verdad?
—Lo sé. No es como las plásticas de la universidad. Ella es tan frágil y sincera... La quiero, papá —admitió.
—¿Lo que sientes por ella no es algo sólo físico? Como tú has dicho, ella es frágil y no dejaré que la lastimes. Tiene un pasado muy doloroso y tú no harás que su presente sea igual —le advirtió.
—¡Claro que no! Yo. La. Quiero —masculló entre dientes.
—Invítala a salir.
Jared bufó rodando sus ojos.
—Lo hice desde que la conocí. Ella no quiere nada conmigo. Dice que no la conozco y debemos ser amigos primero. Es tan frustrante —renegó.
—¿Quieres que hable con ella? —se ofreció Lí.
—Papá, ¡para!
Lí detuvo el auto en un frenazo seco. Miró a su hijo asustado. Jared miraba a través del parabrisas embobado.
—Allá está Lou. Me voy, debo alcanzarla —se desabrochó el cinturón rápidamente y salió del auto.
Jared corrió en dirección a Lou, ella caminaba a paso medio hacia la universidad. Jared puso las manos sobre los ojos de Lou. Ella palpó las manos de él y sonrió.
—Jared —susurró.
Él la soltó y la saludó con un abrazo. Él se encontraba muy cómodo en sus brazos, y le encantaba la idea de estrecharla todo el día.
—¿En qué te has venido? —preguntó Lou.
Jared se planteó mentirle a Lou, pero sabía que no era lo correcto, y con ella quería hacer las cosas tan bien como pudiese.
—Venía con mi padre en el auto y cuando te vi decidí acompañarte —murmuró mientras tomaba las manos de Lou.
Ella no se sentía incómodo ante su tacto, porque para ella las muestras de afecto físico que Jared le daba no significaba lo mismo que para él. Claro que, ella lo quería, pero no de la forma que Jared hubiese deseado.
—Vaya, gracias —presionó las manos de Jared y las soltó para seguir caminando.
—¿Y cómo van las tablas de picar? —Jared le dedicó una sonrisa amplia.
—Muy bien. ¿Cómo va la biotecnología?
—Bien. Lou, quiero hablar contigo —Jared se detuvo y tomó a Lou de las manos una vez más.
—¿Pasa algo? —preguntó ella preocupada.
—Pasa mucho. Hemos sido amigos durante dos meses; quiero que salgamos... aunque sea una vez —dijo en tono suplicante.
—Está bien, saldremos esta noche —se encogió de hombros.
Jared no podía creer lo que habían escuchado sus oídos. Después de todo ese tiempo, al fin había conseguido que Lou aceptara salir con él. Esbozó una sonrisa llena de ilusión y estrechó a Lou entre sus brazos.
—¡Wow! ¡Qué auto! —exclamó Lou entre los brazos de Jared.
Jared la soltó con delicadeza y miró hacia el Porsche negro con líneas rosas y letras chinas que se acercaba en dirección a la universidad. Jared soltó una carcajada.
—¡Increíble! —dijo entre risas.
El auto pasó al lado de ellos con los vidrios oscuros y polarizados altos. Lou miraba el auto boquiabierto mientras Jared estallaba en risas. Él reconocía el auto; era el de su madre, pero sabía que no era ella quien iba dentro. Jared soltó un silbido de flirteo burlón hacia el auto a unos metros adelante.
—¡Qué lindo auto, mi amor! —gritó burlándose.
El vidrio de la ventana del piloto se bajó y una mano salió de ella con el dedo medio hacia arriba, en dirección a Jared. Jared lanzó una carcajada al punto que estaba a punto de reventar de rojo.
Lou estaba completamente confundida. No entendía cómo podía existir una persona a la que Jared no le agradara; él era el chico más sociable que conocía. Sí, el auto era de chica, pero era tan espectacular que nadie le pondría mente a los toques femeninos que poseía. Lou sintió curiosidad por saber quién iba dentro de aquella máquina lujosa.
—¿Quién es? —jadeó Lou.
El auto entró entre las rejas de la universidad y se perdió en el enorme parking.
—Mi tío —murmuró de mala gana, como si le diese asco la respuesta.
—¿Y le hablas así? —dijo incrédula. Lou se imaginaba a un señor mayor que su padre, alto, de ojos cafés y cabello rizado.
Jared y Lou entraron en la universidad y caminaban por el pasillo; estaba repleto de gente. Lou nunca había llegado tan temprano.
La fila de chicas y chicos rodeando y llamando a Jared comenzó a fluir. Jared como siempre, los rechazaba a todos cuando estaba con Lou.
—¿Qué hay, Jared? —se acercó una chica cabello negro largo, un cerquillo sobre las cejas, y múltiples tatuajes.
—Hola, Lenny —la saludó Jared con una sonrisa.
Lou notó que Lenny no se derretía ante Jared como las otras chicas, todo lo contrario, lo miraba como un amigo, un chico más, o como los chicos lo miraban a él. Lou ya conocía a la chica, la había visto casi todos los días almorzando en la cafetería rodeada de chicos y chicas de su mismo gueto.
—¿Quién es tu amiga? La he visto varias veces sirviéndome el postre —dijo Lenny mirando a Lou, sin una pizca de celos como comúnmente lo hacían las demás chicas.
—Soy Lou. Hola, Lenny —se presentó ella misma.
—Genial —dijo sonriéndole a Lou, luego dirigió su vista de regreso a Jared—. ¿Nos veremos hoy en tu casa?
—Claro. Hasta luego —se despidió de ella.
—¿La invitaste a tu casa esta noche? —masculló Lou entre dientes.
—Sí, es la hija de una vieja amiga de mi mamá. Hoy es el cumpleaños de mi madre. Toda la familia llegará y los amigos —Jared pasó un brazo sobre los hombros de Lou.
—¿Y vas a llevarme a mí a la fiesta de cumpleaños de tu madre?
—Sí, ya aceptaste.
—Pero, ella ni me conoce, no creo que mi presencia le sea cómoda. Además, ella es tan rica y hermosa y yo tan miserable y... —Jared puso un dedo en los labios de Lou antes de que continuara.
—Eres todo lo que yo quiero, y eso es suficiente para que le agrades a mi madre. Eres una chica increíble, Lou; no hay manera que no le caigas bien a alguien.
Lou sonrió enternecida por las palabras de Jared. Él deslizó sus manos por la cintura de Lou y dio un paso hacia adelante, restando la distancia entre ellos. Jared colocó un mechón suelto detrás de la oreja de Lou y deslizó sus dedos por su rostro. Inclinó su cabeza hacia el rostro de Lou y unió sus frentes.
Lou estaba confundida, sentía algo ante la proximidad de Jared, algo que le impedía apartarse.
Jared estaba a punto de rozar los labios de Lou con los suyos, cuando él fue empujado hacia un lado con fuerza. Estuvo a punto de caerse al suelo si Lou no lo hubiese sujetado. Ambos miraron hacia la persona que les había hecho tan grosera broma.
A Lou casi se le caen las paredes de la universidad encima al ver que Marco los miraba con una sonrisa burlona, divertido por su jugarreta. Miró a Lou y borró su sonrisa, como con resentimiento.
—¡Fíjate por donde caminas, imbécil! —gruñó Jared.
—Sólo le estaba haciendo el favor a Lou —mordió su labio inferior mientras caminaba hacia atrás y desapareció.
Jared miró a Lou. Ella esquivaba su mirada por completo. Quería que la tierra la tragara. Marco la había visto en brazos de Jared. Ella notó que Jared lo había tratado con bastante ira y confianza.
—¿Lo conoces? —susurró Lou.
Jared presionó la mandíbula.
—Algo así —masculló entre dientes—. Vamos —intentó tomarla de la mano, pero Lou no lo permitió.
Caminaron hasta la cocina, donde Jared se despidió de Lou con un beso en la mejilla. Él había apuntado hacia las comisuras de sus labios, y hubiera acertado si Lou no hubiera esquivado sus labios.
Valerie fulminó a Lou con la mirada al ver la escenita. Lou le caía cada vez peor, los celos la carcomían.
Lou saludó a todos muy amablemente y pasó sobre su cabeza su delantal. Comenzó ayudar en la cocina. Todos la miraban curiosos por la intensa relación que poseía con el hijo del director, pero ninguno se atrevía a comentar nada. Ya que sí Lou tenía contacto sentimental con ¨la niña de los ojos¨ del director, cualquiera estaría en riesgo de trabajo si interrogaban a Lou.
Llegó la hora del almuerzo. Lou estaba ansiosa y nerviosa. No sabía si Marco le comentaría algo sobre el incidente, o si estaría molesto. Se culpaba por haber permitido que Jared llegara a tal punto, cuando ella agonizaba en vida por Marco.

Malas Decisiones (Tercera temporada de Niña Mal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora