Capitulo 16

1K 75 2
                                    

Dio media vuelta y se encontró con los ojos castaños brillantes de Jared y su sonrisa enternecida.
—¿Qué haces aquí? —sonrió Lou.
—Si no mal recuerdo esta mañana te dije que no iba a dejarte en paz nunca —unió sus frentes.
A Lou comenzó a incomodarle la prisión de los brazos de Jared. Se apartó suavemente y miró hacia Cher, quien les lanzaba una mirada pícara y cómplice.
—Jared, me voit faim. Foutez le camp! —masculló Cher con un tono de incomodidad.
Jared volvió a tierra y miró a Lenny, quien miraba a Cher como un trozo de pastel de queso.
—Eh, Lenny. Dejemos que Lou y Cher se instalen tranquilamente —la tomó de la cintura.
—¿Nos vamos ya? —Lenny hizo un puchero.
Jared le sonrió y la haló del brazo hasta la puerta. Dos segundos antes de atravesarla, se volteó para regresar hacia Lou y darle un abrazo de oso. Ambos se sonrieron cuando él salió junto a Lenny.
Justo cuando la puerta se cerró la boca de Cher se habló.
—¿Por dónde empezamos, querida mía? —canturreó dando vueltas alrededor de Lou.
—Cher, yo no puedo vivir aquí, esto es demasiado lujo —susurró sin aliento.
—¡A la mierda! Dime qué te traes con mi bebé —la haló del brazo hasta un sofá y la miró expectante.
A Lou se le abrieron los ojos por el impacto de su reacción.
—¿Perdona?
Cher lanzó una carcajada.
—Me refiero a Jared —rodó sus ojos.
—¿Eres su...novia? —dijo Lou entrecortadamente.
Cher soltó un bufido resonante.
—Claro que no, eso arruinaría nuestra amistad. Él me encanta, pero sé que yo no a él, así que ser su mejor amiga es algo mejor que nada, ¿no crees? —masculló con el movimiento divertido de sus labios.
Lou estaba confundida. A Cher le gustaba Jared, a él no le gustaba ella, no como algo más que amigos, ella se conformaba con ser su amiga, más que eso, parecía adorar la idea de ser nada más su amiga. ¿Qué más había por descubrir de la tal Cher?
—No tenemos nada —trató de mentir Lou.
Cher le respondió con una mirada de ¨A mí no me tomas el pelo¨
—¿Desde hace cuánto conoces a Jared? —Lou trató de evadir el tema. No le fue muy difícil.
—Diez, doce años, tal vez —dijo Cher viendo hacia el techo—. Su madre me odia —exclamó orgullosa.
—¿Te odia? ¡¿Cómo?! —se espantó.
—Ella odia a todo el mundo —dijo como explicando lo obvio.
—Eso es imposible. Es tan hermosa y feliz. ¿Cómo puede odiarte? ¿Cómo puede odiar a alguien? Su hijo, su esposo...
—Lou...no conoces a Jane, ¿cierto?
Lou negó con la cabeza.
A Cher se le traspasó por la cabeza una idea morbosa. Tomó su teléfono que se escondía en su bolso brillante y marcó mientras Lou fruncía el ceño confundida. El celular sonó un par de veces en altavoz cuando una voz femenina pero firme contestó.
—¿Hola? —se escuchó del otro lado del teléfono.
—Hola, Janie, adivina quién es...Bueno, no adivines; te lo diré. ¡Soy tu ángel de la buena suerte! —Cher soltó una carcajada.
—Cher —refunfuñó la mujer—. Jos ya me informó de tu llegada.
—¿Y qué tal? ¿Lista para ser mi suegra? Jared y yo nos comprometimos, nos casaremos en Las Vegas, tu ciudad soñada —decía entre risas. No parecía muy formal lo que decía, más bien parecía un chico con camisa roja en medio de una plaza de toros.
—No me jodas la vida, Cher. Aléjate de Jared, ¿entiendes?
Lou estaba a punto de irse de espaldas por las palabras de la esposa del director. Él era tan amable, tierno y simpático. No cabía en su mente cómo podía hallar sensibilidad en una mujer así.
—Te llegaré a visitar pronto —ignoró su comentario—. Enserio, te extrañé.
Le colgó antes de que la mujer terminara una frase y soltó una risita.
—¿Cómo. Puedes. Hacerle. Eso? —dijo Lou pausadamente.
—Confianza. Ella me ama —se encogió de hombros.
Lou sacudió su cabeza tratando de disolver sus pensamientos. Así que, decidió enfocarse en otra cosa.
—Jared me dijo que tú eras una larga historia...¿a qué se refería?
Cher suspiró.
—Conocí a Jared porque su prima Lenny me acosaba de pequeña... Él fingió salir conmigo un tiempo y ella se alejó. Yo me enamoré un poquitín de Jared y él me hizo tocar tierra.
»¿Sabes? Quisiera que Jared me mirara como te mira a ti.
—¿Cómo me mira a mí?
—¿No tienes sentidos, niña? ¡El chico lame tus callos! —le señaló los pies.
Lou tenía los pies llenos de cicatrices por los vidrios, pero no tenía callos.
—Eso...¿te molesta? —preguntó temerosa.
Cher rodó sus ojos.
—¿Crees que si no me agradaras dejaría que vivieras conmigo? Aunque inspirarte confianza y luego matarte dormida no sería mala idea si quisiera hacerlo —comentó pensativa.
El corazón de Lou palpitaba en sus talones.
—¡Sólo bromeo! Si Jared es feliz, yo también lo soy —se recostó sobre el sofá.
—Espera, ¿tú le gustas a Lenny? —jadeó Lou.
—¡Ni me lo recuerdes! —dijo con sus ojos cerrados. De repente, se estabilizó de nuevo y miró a Lou a los ojos.
—¿Qué pasa?
—¡Tengo una idea! —gritó emocionada.
__________._____________._____________
Luego de dos meses de trabajo duro en la cocina, Lou tomó un trabajo nocturno en un bar. Pasaba el menor tiempo posible en cada descansando. Ella no quería causar problemas. Le rogaba al director que le cobrara alquiler, pero él se negaba. Igual ella le dejaba dinero en un sobre todos los meses para sentirse bien consigo misma.
Visitaba a Frida de vez en cuando, quien se encontraba a gusto con gente de su edad, la trataban muy bien.
Pasó un mes más y ella estaba cada vez más feliz con Cher, quien la ponía a hacer pasarela con su ropa. Jared llevaba a Lou todos los días al apartamento. Vivía más tiempo en él que en su propia casa. El director siempre era amable, pero nunca había podido conocer a su esposa: la famosa Jane. Tan sólo la había visto en fotos y había escuchado su voz. Lou tenía cierto porcentaje de miedo hacia ella.
Todo era muy tranquilo, demasiado. Pero, todos los días, a la hora del almuerzo, Lou tenía que luchar con los reclamos, gritos y maltratos de Marco. Él nunca daba tregua a sus groserías y todos los intentos de Lou por tranquilizarlo eran en vano.
Ella no quería aceptar la realidad: Él era amargado, frío, grosero, insensible, cerrado y lo que más susurraban de él por los pasillos; Antisocial. A pesar de todo, Lou lo seguía amando con las trizas quemadas de su corazón. Él era el diamante en medio una parrilla repleta de carbón. Cada noche soñaba con él, con sus roces y sus besos. Esos besos que después de aquella noche no volvió a probar. No sentía más que sus empujones y sus moretones en los brazos causados por él. Ella jamás se quejó sobre Marco con nadie; no quería involucrar a nadie. Porque nadie entendía a Marco, según ella, él era una víctima de las circunstancias. Ella juraba tener toda la culpa, y que Marco, era un ángel que cayó sin colchón y ahora sufría la patética mortalidad. Ella no era nadie para alzar la mirada a criatura que llegaba a tal perfección. Aceptaba sus golpes y ofensas postrada a sus pies como una servidora humilde. Aunque eso le doliera, su dolor era delicioso, simplemente por el hecho de que él lo causaba, y todo lo proveniente del perfecto Marco era bienvenido.
El dolor no era algo que ella sufriera, era algo más cercano a su realidad. No podía negarse ante la satisfacción que le causaba, porque no esperaba nada más. Su vida era dolor, y eso ya lo había encarado.


—No creo que debas hacer eso —dijo Lou horrorizada.
—Debo hacerlo. ¿Tú quieres? —le ofreció Cher.
—¡No! No lo necesito —dio un paso hacia atrás.
—Lou, ir al ginecólogo es algo necesario. Es por salud. No necesariamente debes tener sida o sífilis para ir —rodó sus ojos—. Te pueden detectar un cáncer o algo mal en el funcionamiento del sistema a tiempo. Puede salvarte la vida.
—Pensé que eso no se podía prevenir.
—Cualquier cosa es mejor tratarla a tiempo. Como ya te dije, no necesariamente se debe tratar de una ITS —dio una palmadita en su hombro.
—No me parece cómodo —sacudió su cabeza.
—Lou, te aconsejo que lo hagas. Según todo lo que me has contado, es necesario. No puedes confiarte, tú has pasado por cosas muy feas y... no sé cómo decirlo realmente —chistó para luego soltar un suspiro—. Lo diré tal cual...Han abusado de ti muchas veces, Lou, nunca has ido al ginecólogo y puede que tengas algo.
Lou frunció sus labios y lo consideró. Cher tenía razón, pero su verdadero miedo no era tener algo, sino que, el último con quien había estado era con Marco, y si ella tenía algo, Marco también lo tendría, y eso sí sería fatal para ella.
—Está bien —accedió.
Cher asintió.
—Lou Allen —llamó el doctor.
Cher sonrió hacia Lou quien caminaba nerviosa hacia la sala de revisión. Su manos estaban frías y húmedas cuando entró.
—Buenas tardes, necesito algunos de tus datos —le pidió una mujer cabello castaño con una coleta y unas gafas.
—Sí —susurró Lou intimidada por la maquinaria a su alrededor.
—Edad —pidió con una libreta.
—Dieciocho.
—¿Tienes novio, Lou?
Ella negó con la cabeza.
—¿Mantienes relaciones sexuales? —dijo con naturalidad.
—La última vez fue hace tres meses —murmuró apenada.
La mujer asintió profesionalmente.
—¿Tienes hijos?
—No.
—¿Qué anticonceptivos usas?
—N-No los uso.
La mujer alzó la vista rápidamente y abrió sus ojos, pero retomó la compostura de nuevo.
—Necesito que uses la bata que está detrás de ese cambiador, sin relojes ni pendientes, sólo la bata. Y regresas —le ofreció una sonrisa diplomática.
Lou trató de ponerse de pie sin marearse, pero inmediatamente sintió su estómago revuelto. Juraba que sus nervios la estaban traicionando. Caminó hacia el vestidor y se puso la enorme bata abierta de la espalda y caminó hacia la mujer de regreso.
—Recuéstate ahí —le señaló con el bolígrafo una camilla.
Lou se recostó lentamente y su ingle comenzó a cosquillear.
La mujer se posó frente a ella en su lado inferior.
—Esto no te dolerá nada, sólo introduciré una pequeña cámara para ver el estado de tu vagina y tus ovarios. Queremos asegurarnos de que tu interior esté como debe ser, luego tomaremos una pequeña muestra de tus fluidos con unos hisopos para verificar lo demás, unas muestras de sangre también serán necesarias —le advirtió.
Lou asintió temblando.
—Necesito que separes tus piernas y respires profundo cuando yo te diga —comentó la mujer agachada bajo Lou.
Ella nunca se había sentido más incómoda en su vida. Jugaba con sus dedos atemorizada.
—Ahora.
Lou respiró profundo y sintió como un pequeño ser extraño se hundía dentro de ella. Puso su mente en blanco para no arrancarse el aparato y salir huyendo con la bata como en una película de manicomios.
—OH. MI. DIOS —murmuró la mujer viendo a través de la pantalla.
Lou inclinó un poco la cabeza hacia adelante viendo la pantalla curiosamente.
Sus manos dejaron de temblar, por el contrario, se paralizaron, al igual que su respiración, su sangre y su corazón. El oxígeno de sus pulmones se congeló y sus ojos se secaron al punto que ardían. Su boca también se secó como un desierto y su alma se convirtió en un hilo filoso que halaba su interior y la dividía en dos.
Lou estuvo a punto de desmayarse al ver en la pequeña pantalla blanca un panorama naranja de la cual se diferenciaba un pequeño círculo que resaltaba sobre un pequeño torso y un par de extremidades diminutas y sobre todo ello, un pequeño puntito negro brillando dentro del círculo. Después de eso, Lou perdió estabilidad y se desvaneció.

Malas Decisiones (Tercera temporada de Niña Mal)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora