6. Escorpio y Acuario en mi habitación

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Se abre la puerta de la habitación. Me ajusto bien la toalla, la llevo rodeándome el cuerpo. Acabo de salir de la ducha y es la única prenda que me cubre ahora mismo. Entran dos chicas en la habitación con sus respectivas maletas y mochilas. Vienen hablando entre ellas, pero no tienen pinta de conocerse de antes. Se debieron de haber cruzado por el camino. Aquí todavía no he visto a nadie que pareciese que se conociese de antes. Casi todos están solos o con charlas casuales con las personas que se encuentran. Parecemos todos desconocidos aquí. Es normal, al fin y al cabo fuimos muy pocos los seleccionados. Es más, creo ni siquiera hay nadie de mi ciudad en todo el campus.

—¡Hola! —dicen las chicas al entrar.

Me ajusto la toalla bien, para que no se me caiga al andar. Me acerco hacia ellas y les tiendo la mano.

—¡Hola! —les digo dándoles la mano y después dándoles dos besos.

—Soy Dara. Soy Acuario —explica una de ellas.

—Yo soy Martina. Soy Escorpio.

Las dos chicas que vienen a mi habitación son monísimas. Se les ve simpáticas. Dara parece más pequeña que yo, y Martina parece un poquito mayor. Veintitrés o veinticuatro años debe de tener. Creo que tener compañeras de distintas edades me parece que hará mi estancia aquí más llevadera. Serán varios meses aquí hacinados, entrenando con un régimen de vida muy estricto. Ya lo dijo el coordinador, mientras vivamos aquí no podemos salir de nuestras habitaciones salvo para entrenar y comer. Todavía no sé cómo voy a aguantar. Intentaré no pensarlo mucho. Este fin de semana nos dejan irnos a nuestras casas, así que de momento me centraré en eso y ya iré viendo.

—¿Qué tal estáis?, ¿un viaje largo? —les pregunto.

—Muchísimo. Tardé en hacerme el visado para poder cambiar de país. Me he perdido todas las clases del principio ¿eran muy importantes? —me pregunta Martina.

—No, no te preocupes. El coordinador dijo que la gente iría llegando, así que harán otras juntanzas para los que lleguen en estos días. Dijo que estaba previsto. Ya dirán algo, pero no tienes que preocuparte mucho.

—A mí me llegó un e-mail de todos modos —comenta Dara—. Allí explicaban algunas cosas ya. Sobre todo eso de que no podemos estar los del mismo signo juntos. Así que deduzco que no eres ni Escorpio ni Acuario. ¿Verdad?

—No... Soy Géminis —le respondo.

—¡Una Géminis!, ¡Pelirroja! —dice Dara sorprendida.

—Sí... —le respondo ruborizándome un poco.

—¿Llevas mucho en nuestro nuevo hogar? —pregunta Dará abriendo los brazos y sonriendo ampliamente.

—No, acabo de llegar —contesto—. Me he cogido esa cama, pero si tenéis preferencia por algun podemos sortearlas, turnarlas o lo que queráis —les digo señalando a la cama que está más cerca de la ventana.

—Oh, no te preocupes. Así está bien —asiente Martina—. ¿A tí te parece bien? —pregunta dirigiéndose a Dara.

—Sí. Me parece bien. A mí me vale cualquiera.

Las chicas ofrecen muy buena actitud nada más entrar. ¡Menos mal! Podré tener amigas aquí dentro. Estaba un poco preocupada por eso. Esto va a ser muy largo... Y probablemente muy duro. Y yo, que nunca he sido deportista. No sé cómo voy a acostumbrarme a este régimen de entrenamiento.

—¿Cómo llegastéis hasta aquí? —pregunta Martina, con la curiosidad propia de los Escorpio.

—Yo me enteré que se hacían pruebas para las Olimpiadas del Zodíaco y me presenté. ¿Y vosotras? —inquiere Dara.

—Yo era deportista antes. Gimnasta. Supongo que probar suerte en las Olimpiadas del Zodíaco formaba parte del proceso normal de un deportista.

—¡Hala!, ¡Gimnasta! —Dará está sorprendida. Parece que le gusta ese deporte. Martina sonríe.

—¿Y tú? —me miran las dos.

—Me descubrió un profesor. Se dio cuenta de que tenía las habilidades y me lo sugirió. Después en su despacho me hizo una prueba con un aparatito y ahí se confirmó todo. El resto pues lo que ya sabéis... Me presentó a todas las pruebas médicas y eso... —asienten ambas con la cabeza. Todos pasamos por los mismos controles estrictos.

—Sí... —Martina ha pasado por lo mismo.

Dara se queda pensativa unos segundos.

—Dicen que a algunos atletas zodiacales se les nota sin usar máquinas. Tu debes de ser uno de ellos.

—Sí... Algo así. Yo jamás pensé que podría ser yo la causa de ciertas cosas.

—¿Y quién iba a pensarlo? Nadie sabe nada de los Juegos Zodiacales —me excusa Dara—. Se cargaron todos los libros que había acerca de ellos.

—Creo que en el fondo, ninguna de nosotras esperaría estar jamás aquí. —Dice Martina.

Dara y yo asentimos a la vez. Coincidimos todas en lo mismo.

—Tienes razón... —comento—.Tú aún eres deportista, pero yo...

—No te preocupes —me anima Martina—. Ya me han avisado de que aquí las cosas son muy diferentes. Que mi entrenamiento servirá de relativamente poco. Me dará ciertas ventajas, pero muy escasas.

—Bueno, al menos estás acostumbrada a entrenar. No serás tan perezosa como nosotras —argumenta Dara.

—Eso sí. Con ello sí que cuento —afirma Martina.

—Chicas ¿tenéis despertador? —pregunto—. Yo tengo, pero no quiero quedarme dormida en el primer día.

—Sí —coinciden ambas al unísono.

—Nos despertamos unas a otras, ¿vale? —propone Martina.

Las Olimpiadas del Zodiaco: La atletaOn viuen les histories. Descobreix ara