22. Contacto

2.2K 306 55
                                    

Miro por la ventana intentando buscar una salida a este sitio. Está muy alto y no veo claro cómo podría bajar desde aquí. Me parece imposible la trayectoria, creo que agarrándome a aquel saliente de allí… No. No me parece la mejor opción, me caería seguro. Además, tampoco tendría después una buena manera de colocar las manos. Salir por la ventana creo que va a ser mala idea.

Antes de retirar la vista de la ventana, miro el aspecto de la zona. Está todo el paisaje blanquecino por culpa de la niebla, apenas se ve en la distancia. Pero parece que está todo igual de abandonado. Hasta donde me alcanza la visión veo un paisaje siniestro y aterrador.

Mi cabeza me empieza a doler y me estoy mareando. La vista me empieza a fallar. ¡No! Es el peor momento para quedarme indefensa. No sé qué me pasa pero me siento mal. Me agacho sin intentar perder de vista la puerta. De momento parece que sigo segura aquí dentro. Una punzada muy fuerte en mi cabeza interrumpe mi vigilancia y bajo la vista en un movimiento reflejo, causado por esa intensa sensación.

–Nexi, Nexi. ¿Me oyes? –Esa voz resuena en mi cabeza. Es la voz que he oído todos estos días. Dada la situación en la que estoy, me resulta reconfortante. Decido contestarle.

–Sí, estoy aquí…

–¿Cómo has llegado hasta ahí? ¿Qué has hecho? –la voz parece que quiere protegerme, suena preocupada por mí.

–No lo sé. No sé qué ha pasado. Ha cambiado todo de golpe, está todo muy diferente.

Aunque tengo los ojos cerrados, poco a poco una imagen se va apareciendo en mi mente. La figura de la mujer se hace cada vez más clara, hasta que por fin puedo verla como si la tuviese delante de mí.

–¿Qué fue lo último que recuerdas antes de que te pasase esto?

–Estaba en clases con el profesor de Poder Mental. Se suponía que me iba a activar, o algo parecido. Lo último que recuerdo es que me tocó en la cabeza.

–Ya sé lo que te ha pasado. Presentí que te había ocurrido algo parecido y he venido a buscarte. El profesor ha activado tu capacidad de cambiar de vibración, pero algo hiciste mal y te has perdido.

En este momento me siento muy impotente, le pregunto casi en tono de protesta.

–¿Pero qué he hecho mal?

–No te preocupes Nexi. No tienes que molestarte, es como cuando empiezas a andar en bicicleta, que balanceas el manillar para mantener el equilibrio hasta que lo controlas y puedes andar recto. Tienes que permitirte el equivocarte cuando estás aprendiendo, no te preocupes lo más mínimo. Mientras no tengas las nuevas sensaciones, no sabrás utilizar bien el cambio de frecuencia –me contesta en un tono muy tranquilizador.

–¿Y entonces? –pregunto intentando alargar sus explicaciones.

–Nada… Tan sólo es eso. Te has perdido cambiando de frecuencia y te has ajustado en una en la que ahora mismo no sabes. Es como si hubieses ido hacia el sitio equivocado, eso es todo. Pero puedes salir de ahí sin problema.

–¿Qué tengo que hacer?

–He podido entrever lo que te ha pasado. ¿Sabes esa criatura que te está acosando?

–Sí.

–Puedes vencerla.

–¿Cómo? –le pregunto incrédula.

–Te lo voy a explicar más claro. ¿Qué es lo que te hace pensar que no puedes?

–Que es terrorífica, es espantosa –le digo casi al borde de un infarto.

–También son bien feos los mosquitos, y los aplastas si te molestan ¿no?

–Sí, pero… –me quedo a medias. No sé cómo acabar la frase pero estoy aterrorizada.

–Nexi, fíjate lo que está haciendo. Se está dedicando a acosarte porque ve que funciona. Es como un abusón de un instituto. Lo hace porque sabe que te está ganando, eso es todo. Pero sabe de sobra que no tiene nada que hacer contra ti. El problema es que tú todavía no lo sabes.

–¿Y como sabes eso?

–Vamos a ver Nexi –la mujer se pone muy seria–, tú eres una atleta zodiacal. Debes pensar que eso no es ser alguien cualquiera. Ha llegado tu momento. Tienes que aumentar tu fuerza todo lo que puedas.

–¿Y cómo hago eso? –le pregunto muy preocupada.

–Tienes que buscarla en ti. Intenta ser más fuerte. No dejes que esa cosa te convenza de que eres muy pequeña. Tan sólo confía en ti. Es como cantar, tan sólo tienes que sentirlo. Busca sentir esa fuerza que tienes, olvídate de lo que hacías hasta ahora. Eres mucho más fuerte que lo último que recuerdas de ti misma. Muévete, empuja algo… experimenta hasta que puedas utilizar tu fuerza de verdad. Cuando la tengas localizada, simplemente sal y doblega a esa abusona.

Las Olimpiadas del Zodiaco: La atletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora