IX. Ain't No Rest For The Wicked.

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Aquella mañana Will se levantó apenas los rayos de sol alcanzaron su rostro, sus ojos se entreabrieron y se cegaron por la fulgurante luz que daba incio a la primavera. Finalmente empezaría sus clases y estaba tan ansioso de asistir a estas que hizo su pequeña rutina matutina en tan solo diez minutos que consistía en darse una ducha, cepillarse los dientes, elegir su ropa, peinarse y buscar sus cuadernos y libros de texto.

Leo ni siquiera había movido un dedo a pesar del ruido incesante que hacía Will al abrir y cerrar el armario. El rubio no sabía si despertarlo o dejarlo dormir un rato más; habían dos posibilidades, tal vez se irritaría si lo molestaba o se enojaría con él por no despertarlo a tiempo. Tampoco se movió cuando él dio un portazo, a propósito de despertarlo, al salir de la habitación.

Al llegar a la cafeteria encontró a Percy y Annabeth desayunando en una mesa cerca de la entrada. Los saludó y dejó sus cosas para luego ir por su desayuno favorito: ensalada de frutas con queso y chocolate caliente. Al volver a su mesa, observó que había otro integrante en ella.

—Buenos días, Solace. —saludó Nico di Angelo con la boca llena de papas fritas. Se veía totalmente despreocupado por su apariencia; usaba una sudadera y de seguro el cepillo no había tocado su cabello esa mañana.—¿No has tenido problemas con la máquina de nuevo?

Will tomó ese comentario como sarcástico.

—Hola Nico. ¿No es un poco temprano para andar comiendo esa chatarra? —dijo él sin responder a su saludo pues él iba directo al tema que le concernía.

—Nunca es demasiado temprano para comer papas fritas. —dijo Nico tomando más de estas de la caja.

—No lo es, a menos que quieras subir tus niveles de colesterol y que te dé un infarto. —dijo Will a la defensiva.— ¿ves esto? —señaló a su propio desayuno.— con esto deberías desayunar.

No sabía exáctamente el porqué pero le estaba gustando llevarle la contraria a Nico di Angelo.

—En ese caso tendrás que mantenerte cerca de mi.

—¿Ah?

—Si me da un infarto tu tendrás que hacerme una reanimación.

Will notó un leve calor en las mejillas mientras que Nico seguía comiendo sus papitas con una sonrisa en su rostro. ¿Acaso estaba flirtreando?

—Ni lo pienses. Al comer papitas estás forjando tu destino de morir solo. —y se llevó un pedazo de mango a la boca.

Annabeth ladeó una sonrisa hacía Percy.—Deberías hacerle caso tu también.

—Para tu información los pasteles no son considerados comida chatarra.

—Si lo son. —respondió Will.— Cada porción de pastel tiene casi quince gramos de grasa; si lo comes todos los días en un mes ya estarás pesando uno o dos kilogramos más.

Percy se quedó callado un momento para formular una respuesta en su mente.

—Al menos no moriré sólo, estaré contigo ¿verdad, Annie?

—Ni lo pienses. —respondió ella mientras recogía su mochila del suelo. Segundos después se levantó de su asiento para dirigirse a la salida de la cafeteria.

—Entonces con Nico, ambos moriremos gordos pero felices.

Nico resopló y desvió su mirada.

—Prefiero morir solo que junto a ti. —También tomó sus cosas y se levantó de la silla.

—Pues yo prefiero hacer bromas con Leo y Jason.—admitió Percy.

—Como sea. —ignorando a Percy, Nico se dirigió hacía Will.— Nos vemos luego.

Forgotten Boy #PremiosPJOyHOOWhere stories live. Discover now