-¡Se acabó! –Mio se aparta y ella misma se quita de golpe el manto– ¡¿Podéis comportaros de una maldita vez?!

Ella escucha un silencio inmenso, nota cientas de miradas en su espalda y poco a poco va girándose sobre sí para ver de quienes se tratan. Cuando lo hace, divisa a los aldeanos quietos observándola fijamente, detrás de estos están Kija, Yona y Hak, el cual este último se lleva una mano a la cara; ella empieza a sudar muchas gotas al ver la que ha liado con su grito. Primera impresión por los suelos.

O eso es lo que pensaba hasta que de repente todos ellos estaban de rodillas frente a ella. Mio se echa para atrás levantando una pierna y los brazos con los ojos como platos, el resto pestañea de seguido al no saber que mosca les ha picado.

-¡Es ella, es ella!

-¡Debemos avisar de inmediato a la Abuela!

-¡Deprisa, que alguien la traiga!

Aprovechando la distracción se vuelven a agrupar todos.

-¿Qué les pasa? –Cuestiona Mio intentando gesticular lo menos posible.

-¿Sinceramente? No lo sé –responde Kija.

-Parece como cuando conocieron a la princesa –manifiesta Hak rascándose una oreja.

No pueden continuar conversando, un chillido desde la otra punta de la aldea se iba acercando a ellos junto con una gran humareda. La piel del peliblanco se vuelve casi como el color de su pelo al reconocer la voz de aquella persona y antes de poder reaccionar, un altar andante con una anciana encima de éste se coloca frente a Mio con los ojos bien abiertos.

La mujer mayor con sus ojos celestes empieza a inspeccionar con total detalle a la peliazul de pies a cabeza, ésta se siente intimidada y cuando ella se rehúye desviando la vista para preguntarle a Kija que estaba ocurriendo, la senil con un movimiento rápido agarra sus mejillas y la pone casi frente a frente con la suya, mirándola intensamente a sus pupilas.

El nerviosismo le va aumentado cada segundo que pasa, que esa señora tan pequeña pudiera generarle esa sensación de respeto le estaba llegando a cansar pero no iba a volver a apartar la mirada, esta vez iba a aguantar hasta el final, quería ganar aquel duelo. Su semblante cambia a uno imperturbable y prosigue sin parpadear hasta que la centenaria se echa hacia atrás y concluye el reto.

Mio se pone recta con cierto aire victorioso aunque eso dura poco ya que al momento la anciana ha posado las manos en sus senos y ha comenzado a masajearlos. La boca de la bicolor emula un vaivén en forma de risa exaltada mientras que la de su grupo se ha desplomado en el suelo.

Al poco deja sus pechos y empieza a toquitear cada parte de su cuerpo con gran agilidad, Mio continua con la misma expresión sin entender nada. Kija, muy abochornado, se enerva y decide hablar.

-¡Abuela! ¡Por favor, estese quieta!

Ésta al escuchar la voz del joven se detiene de inmediato y sus ojos se iluminan al verle.

-¡Kija, nieto mío! ¿Cuándo volviste?

-¡¿Ni siquiera se había percatado de mi presencia?!

-¡Si está también la reencarnación de Hiryuu! –Yona al escuchar esto saluda con la mano con una sonrisa nerviosa.

-¡¿Me está escuchando?!

-¡Esto es magnífico! ¡Tantos años esperando y al fin los dos habéis coincidido en esta vida! –Continúa la señora.

ℓα ℓσвα ףυє αмαвα α ℓσѕ ∂яαgσиєѕ · AKATSUKI NO YONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora