Capítulo 12: Alpha Pact

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De pronto, un par de oficiales entran al hospital acompañados por lo que debe ser más de una docena de trabajadores del FBI, todos ellos con sus chamarras azul marino y gorras del mismo color. Solo uno de los subordinados de papá se acerca a preguntarnos si estamos bien y cuando le aseguro que sí lo estamos nos informa que debemos esperar que un agente del FBI llegue para hacernos preguntas sobre lo ocurrido, después se retira.

Luego de unos cuántos minutos Mer se separa de mí para recargar los codos sobre sus rodillas, ocultándose detrás de la cortina que su cabello crea alrededor de su rostro. Coloco una mano sobre su espalda y la otra en su brazo cuando la oigo sollozar, dejándole saber que sigo aquí para ella, aunque no estoy seguro de que eso la conforte en lo más mínimo.

En medio de un pesado suspiro, desvío mi mirada hacia los federales parados junto a las puertas del hospital y entonces, como si el gran desastre que acaba de ocurrir no fuera suficiente, veo a un sujeto enfundado en su traje negro, luciendo un ridículo peinado.

Mis deseos de que mis ojos me engañen y no se trate de la persona que creo que es se van al infierno junto con todo lo demás cuando él me mira, me reconoce y empieza a caminar hacia mí.

—Perfecto —mascullo para mí mismo con amargura, deseando que Meredith no estuviera aquí para verlo o escucharlo.

—Un Stilinski en medio de todo este lío. Qué sorpresa —espeta él al pararse delante de mí, provocando que la cabeza de mi novia se levante de modo automático al escuchar su voz, claramente reconociéndolo.

—¿Papá? —musita con la voz quebrada, frunciendo el entrecejo.

—¿Meredith? —articula él incrédulo, sus ojos viajando de su hija a mí y viceversa en siete ocasiones. Sí, las conté—. ¿Ahora tú también te juntas con Stilinski? —le pregunta y la verdad es que no me sorprende que sus primeras palabras hacia ella sean esas. Cuando Mer no responde y en su lugar aparta la mirada, Rafael McCall vuelve a posar sus ojos sobre mí con un resoplido no muy bien disimulado—. ¿Podrías responder algunas preguntas sin tu habitual nivel de sarcasmo?

—Si tú haces las preguntas sin tu habitual nivel de estupidez —ironizo, pues desde que abrió la boca demostró que no es capaz de dejar su estupidez de lado.

—¿Dónde está tu papá, y por qué nadie pudo contactarlo?

—No lo sé. Hace horas que no lo veo.

—¿Está bebiendo de nuevo?

Suspiro, reprimiendo las ganas de darle una patada.

—¿Qué quieres decir con "de nuevo"? Nunca tuvo que dejarlo.

—Pero tuvo que moderarse. ¿Está bebiendo cómo antes?

—¿Qué te parece esto? Cuando lo vea, le haré una prueba de alcoholemia. Recitaremos el alfabeto. Empezaremos con la «J», luego la «O» y la «D» hasta llegar a la «E» —profiero, sonriéndole sin amabilidad alguna.

Él me devuelve el gesto.

—¿Y si solo me dicen qué diablos sucedió aquí?

—No sabemos qué sucedió aquí —respondo, encogiendo los hombros—. Estuvimos encerrados en el ascensor todo el tiempo.

—No fueron ustedes quienes pusieron el nombre en las puertas, ¿o sí?

—¿Qué nombre? —inquiere Meredith, expresando la misma duda que se ha implantado dentro de mi cabeza.





(...)





Argent. Ese era el nombre escrito en las puertas del elevador. Y dado que Rafael McCall no le permitió a Meredith venir conmigo, aprovechándose de su estatus como donador de ADN, solo yo me encuentro en casa de los cazadores.

About The Unusual Suspects | AW&W: 2 | Teen WolfWhere stories live. Discover now