17 . Un salto del nivel de grandes aventureros

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Hola. Tiempo sin actualizar esta historia. Si les gusta hagan clic en la estrellita y déjenme sus comentarios.

Esperé que me escuchara y que se detuviera a esperarme, pero no. Ella siguió corriendo dejándome atrás en cuestión de minutos. No se veía como que tuviera mucho frío, parecía estar en su elemento.

Seguí llamándola, obteniendo el mismo resultado.

Una risa resonó y me puso la piel de gallina, sonaba tan malvada como en esas películas de terror antes de que el malo mate al protagonista. Y al cesar, una voz de mujer lo sucedió.

-Salva a mi hija, ya estas cerca, sálvala, hija de la noche.

Ya reconocía la voz de Ixtab sin necesidad de pensarlo.

— ¿Dónde está ahora? —grité—. ¿De qué debo salvarla?

Pero no contestó. Era una manía terrible el que dejara de hablar justo cuando podía darme información vital. Si tanto quería a Vickie con vida, ¿por qué no iba ella y la salvaba? Solté un bufido y seguí la pista de la chica.

Sus huellas ya eran cubiertas por la fina capa de nieve que caía. El frio no hacía más que congelar mi cuerpo, si seguía así, pronto perdería la movilidad.

Y luego una sensación de viajar a cientos de años luz vino a mí. Ya lo había experimentado antes, pero no por ello dejé de sentirme mareada y con ganas de soltar todo cuanto comí.

— ¿Estás bien? —preguntó Yunuen.

La caída a mi cuerpo siempre era tortuosa, sentir que mi verdadero cuerpo recuperaba todas sus funciones. Salté de los brazos del chico y me puse en pie. Él lo noto y se acercó con precaución, podía verlo. Pero él a mí no.

—Sí, hay que seguir.

—Bien, al parecer la salida sigue estando lejos —murmuró.

El cansancio en sus palabras, llevaron al niño de regreso a mi mente. Observé el suelo. Verde y marrón, sabía que el verdadero suelo de la casa oscura era liso y negro. Retrocedí un poco notando que nos movíamos con una lentitud casi imperceptible. La serpiente.

—Subimos a la serpiente —solté.

— ¡No puede ser! —exclamó Yunuen—. No se puede salir de la serpiente, fue creada para atrapar al enemigo que tratara de colarse. Solo los gobernadores sabían el camino exacto y a qué hora venir. Debieron retrasarnos las abejas.

—Tenemos que saltar.

— ¿Estás loca? —gritó Nahil—. Es el vacío eterno.

—No, hay una parte en la que podemos saltar junto a la salida, solo hay que verla.

—Ni siquiera puedes encenderte —farfulló Nahil.

— ¿Cómo sabes eso?

—Lo soñé, hay un niño atrapado entre la casa oscura y la segunda.

—Pues en marcha, hay que salvarlo también —dijo Yunuen.

Asentí, y como la vez anterior, recordé que ellos no me veían. Así que tomé sus manos y tiré de ellos.

— ¿Segura de por dónde vamos? —dijo Nahil en un hilo de voz.

—Segura.

—Porque si caemos será al vacío.

—Sí, y allí hay muerte —cité al niño.

El lomo ya no se mecía como antes, pero algunas vibraciones si alcanzaban a llegar, igual que los sonidos molestos.

El llamado de la diosa muertaWhere stories live. Discover now