Carta 27

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La señora Vernon a lady De Courcy
Churchill

Querida madre, Reginald te entregará personalmente esta carta. Su larga estancia entre nosotros parece a punto de terminar, aunque me temo que sea demasiado tarde para poder alegrarnos de su partida. Ella se marcha a la ciudad para reunirse con su gran amiga, la señora Johnson. Al principio pretendía que su hija la acompañara para visitar a los grandes maestros, pero logramos convencerla de lo contrario. Frederica se sentía muy desdichada por tener que ir a Londres, y yo no soportaba la idea de que pudiera quedar a merced de su madre. Ni todos los grandes maestros de Londres juntos podrían compensar su falta de felicidad y sosiego. Asimismo, me hubiera preocupado enormemente su salud y todo lo referente a su persona, salvo sus principios; pues no creo que lady Susan o sus amigos pudieran llegar a lastimarlos. Sin embargo, se habría visto obligado a mezclarse con ellos (sin duda un grupo poco recomendable) o haría sido abandonada a su soledad, y no sé qué hubiera resultado peor para ella. Además, si viviera con su madre es muy probable que viese con frecuencia a Reginald, y creo que eso la haría aún más infeliz.

Aquí, con el tiempo, recuperaremos la tranquilidad. Confío en que nuestras ocupaciones habituales, nuestros libros y conversaciones, el ejercicio, los niños y los placeres domésticos que podamos procurarle ayudarán a Frederica a olvidar su primer amor. No tendría la menor duda al respecto si la causante de su desdicha no hubiera sido su propia madre.

Ignoro cuánto tiempo se quedará lady Susan en la ciudad, o si pretende regresar con nosotros. Yo sería incapaz de invitarla con cordialidad, pero si decide venir, no dejará de hacerlo por mi falta de cortesía.

No pude evitar preguntar a Reginald si pensaba quedarse este invierno en la ciudad, y lo hice en cuanto supe que era allí a donde iría, sin duda siguiendo los pasos de lady Susan; él me manifestó no saber cuánto tiempo se quedaría en Londres, pero tanto su mirada como su voz traicionaban sus palabras. Pero basta ya de lamentaciones. Creo que el asunto está decidido; yo ya no abrigo esperanzas y me resigno a ello. Si los deja a ustedes para ir a Londres, todo habrá terminado.

Afectuosamente,

                                                                           S. Vernon


Lady SusanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora