Carta 7

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Lady Susan a la señora Johnson
Churchill

Mi querida Alicia:

Eres muy amable al preocuparte por Frederica, y no sabes cuánto agradezco esa prueba de tu afecto; sin embargo, convencida del calor de tu amistad, estoy muy lejos de exigirte semejante sacrificio. Mi hija es una muchacha verdaderamente necia y no hay nada en ella de lo que pueda sentirme orgullosa. Por esa razón, no desearía que perdieras ni un minuto de tu precioso tiempo invitándola a Edward Street; además de que cada una de esas visitas interrumpe durante unas horas su educación, asunto al que concedo gran importancia, pues deseo que aproveche bien el tiempo que permanece con la señorita Summers. Aspiro a que toque el piano y cante con buen gusto, además de con cierto aplomo pues sin duda ha heredado mis aptitudes para la música y su voz es aceptable. Yo fui tan mimada de pequeña que jamás me obligaron a hacer nada en contra de mi voluntad; como consecuencia de ella tengo una serie de carencias que considero imperdonables, sobre todo en la formación de una mujer hermosa. Pero eso no significa que sea partidaria de la moda imperante en nuestros días de adquirir un perfecto conocimiento de lenguas extranjeras, de artes y de ciencias, pues todo ello no es más que una pérdida de tiempo. Dominar el francés, el italiano, el alemán, el lenguaje musical, el canto, el dibujo y todo lo demás, ayudará a una mujer a ganar la aprobación de algunos, pero no añadirá un solo enamorado a su lista. Finalmente, lo más importante para una mujer es la elegancia y los modales. Con esto quiero decir que prefiero que los conocimientos de Frederica no rebasen la superficialidad, y me alegro de que no se quede en el colegio el tiempo suficiente para profundizar en alguna materia. Yo espero verla convertida en la mujer de sir James dentro de doce meses. Ya sabes en qué se fundamentan mis esperanzas, y creo que no voy descaminada, pues el colegio debe ser algo en verdad humillante para una muchacha como Frederica. Es también por esa razón que prefiero que dejes de invitarla, pues lo mejor es que encuentre su situación lo más desagradable posible. Tengo absoluta confianza en Sir James y sé que podría hacerle renovar su petición con unas simples líneas. Mientras llega ese momento, te ruego que hagas cuanto esté en tus manos para impedir que él entable una nueva relación cuando esté en la ciudad; invítalo a tu casa de vez en cuando para hablar de Frederica, con el fin de que no se le quite de la cabeza.

Yo siento que mi conducta en este asunto es correcta y digna de alabanza, pues la considero una afortunada combinación de prudencia y ternura. Algunas madres hubieran insistido en que sus hijas aceptaran tan magnífica oferta de un principio; pero yo no tenía fuerzas para obligar a Frederica a contraer un matrimonio contra el que su corazón se rebelaba; por ese motivo, en lugar de adoptar medidas tiránicas, lo que me propongo es hacer de su vida algo tan desagradable que, de forma voluntaria, se decida a aceptarlo. Pero ya hemos hablado bastante de tan molesta criatura.

Te preguntarás cómo logro distraerme en este lugar, y lo cierto es que la primera semana fue insoportablemente aburrida. Ahora. sin embargo, las cosas comienzan a mejorar; se ha unido a nuestro grupo el hermano de la señora Vernon, un apuesto joven que sin duda se convertirá en una fuente de diversión para mí. Hay algo en él que me resulta interesante, una especie descaro, o de familiaridad que le enseñaré a corregir. Es alegre y parece inteligente; cuando logre hacerlo olvidar las ideas que su hermana le ha inculcado sobre mí, será agradable flirtear con él. Resulta un exquisito placer el dominar un espíritu insolente; hacer que reconozca tu superioridad un individuo predispuesto en contra tuya. Hasta ahora creo que lo he logrado desconcertar con mi fría reserva; pondré todo mi empeño en rebajar el orgullo de estos engreídos De Courcy, con el propósito de convencer a la señora Vernon de la inutilidad de sus fraternales advertencias y persuadir a Reginald de lo escandalosamente injusta que ha sido su hermana conmigo. Al menos este plan me servirá de distracción e impedirá que sienta tanto dolor ante esta terrible separación de ti y de todo lo que amo. Adiós.

      Siempre tuya,

                                                                                                       S. Vernon

Lady SusanWhere stories live. Discover now