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No sé cuánto tiempo pasó. Abrí los ojos. No había nadie.

     —¿Dónde estoy? ¿Chicos...?

     —Vaya, has despertado —dice una enfermera que aparta la cortina.

¿Otra vez en un hospital? Hacía tiempo que no estaba en uno... ¿Qué me ha pasado esta vez? Ah, ya, me desmayé.

     —Oiga, ¿dónde están todos?

     —Han ido a comprar algo para beber.

     —¿¡Todos juntos!?

     —No te inquietes, volverán enseguida. Creo que no te vendría nada mal descansar un ratito más —aconsejó, para luego cerrar la cortina.

     —¿Es posible...? ¿Kaito me ha dejado sola y se ha ido con ellas?

Agarré con fuerzas las sábanas de la camilla. Me sentía sola y desamparada. Acababa de desmayarme; Despertarme y encontrarme sola era una sensación horrible. Quería tener a Kaito a mi lado. Al fin y al cabo, me prometió que lo haría... Que estaría a mi lado siempre...

Si él recuperara la memoria y volviera con Luchia yo pasaría a no significar nada en su vida. Incluso ahora que no están juntos como pareja me ha dejado sola en el hospital... No me imagino cómo sería si fueran novios.

No podía levantarme. Mi única opción era esperar a que volvieran. Me quedé dormida y tuve unas pesadillas horribles. Sentía como si no fuera yo de verdad. De pronto, escuché la voz del peli-naranja llamándome.

     —Kaito...

     —¿Te duele algo, Mikaru?

Me enderecé y lo abracé rápidamente.

     —¡No me dejes, Kaito...! No vuelvas a irte con ellas y a dejarme sola —lloriqueo en su hombro, agarrando con fuerza su cuerpo, el cual he echado tanto de menos.

     —Mikaru... Lo siento. No volveré a dejarte sola —me dice, devolviéndome el abrazo.

La enfermera me dijo que podía volver a casa. Él y yo salimos fuera y llamamos a un taxi.

     —Gracias a todas, me lo he pasado muy bien hoy. Hasta pronto, Luchia —digo, fingiendo una sonrisa.

En realidad me sentía muy mal. No tenía ganas de sonreír.

El chofer arranca y me dejo caer en el hombro del chico castaño.

     —Oye, Kaito, te voy a pedir un favor. No le digas a Lixto que me he desmayado...

Si mi hermano se entera del accidente, no volverá a dejarme salir en un buen tiempo. Además, no quiero preocuparle. Sé que es mentirle, pero es mejor que piense que me lo he pasado muy bien y ya está. Bastantes malas noticias ha tenido ya por mi culpa.

Los días pasaron. Era una hermosa mañana donde el sol relucía en el cielo y los pájaros volaban.

Kaito y yo hacía un rato que nos habíamos levantado. Él estaba sentado en la terraza. Me dirigí hacia él con una jarra llena de café.

     —Kaito, ¿te apetece más café?

No contestaba, estaba embobado con el horizonte, o más bien...

     —¡Estabas pensando en Luchia! ¿Verdad? —grité, algo enojada.

     —¿E-eh? ¡Qué va!

Parecía estar mintiendo, se le notaba muy nervioso y colorado.

     —Mira que pensar en otras chicas conmigo aquí...

     —S-si no lo hago, Mikaru.

Otra vez... mi frágil y estúpido cuerpo no podía aguantarse a sí mismo. Me desmayé en sus brazos. No pude aguantar la jarra, se rompió en el suelo.

Kaito me llevó hasta mi cuarto y me metí en la cama.

     —No tienes fiebre, gracias a Dios —habla él al mirar el termómetro.

     —Estoy bien, apenas ha sido un pequeño desmayo. La culpa la tienes tú, ¿sabes?

     —¿Eh?

     —¡Era broma! —Reí un poco, tapándome más con la manta.

Actuaba como si fuera broma o como si no tuviera importancia, pero en realidad, para mí sí la tenía. Era solo que no quería preocupar demasiado a Kaito. No sabía cómo reaccionar ante sus cambios de ánimo. Últimamente se le veía muy distraído con algo, y sospechaba que ese algo era Luchia...

     —No quiero que te olvides de mí cuando no estemos juntos. No lo harás, ¿no?

     —¿Pero qué dices? Pues claro que no.

     —Eso espero. Más vale que te des prisa, o llegarás tarde a clase.

     —¿Seguro que no quieres que me quede y cuide de ti?

     —Seguro. Si te quedas en casa no podré dormir.

     —Vale, hasta luego.

Se dirigió hacia la puerta, cerrándola detrás de él.

¿"Vale, hasta luego"? ¿Eso es todo...? ¿Ni un "descansa" o "no te esfuerces demasiado"? O quizás... ¿un "te quiero"?

Supongo que es demasiado pedir... ¿no?

Cerré los ojos dispuesta a disfrutar de una relajante siesta, pero como siempre, nada es relajante en mi vida. Un dolor de cabeza como una fina flecha que atravesaba mi cabeza, eso sentí. Tuve que quedarme horas aguantando el malestar.

Sola.

Me gustaría que todos estos dolores me dejaran para siempre y poder hacer una vida normal, como todo el mundo.

【Renacer】» Mermaid MelodyWhere stories live. Discover now