18

103 8 0
                                    

Kaito llegó a mi casa, pasada la medianoche.

No parecía el mismo.

En cuanto lo vi, supe que algo entre él y Luchia había cambiado.

Llegó diciendo que había recuperado la memoria y que iba a regresar a su casa.

     —¡Kaito, no te vayas! ¿Por qué razón el haber recuperado la memoria te impide quedarte aquí?

     —No puedo abusar de vuestra amabilidad para siempre.

     —¡Convéncele, hermano, por favor!

     —No le fuerces. Kaito sabe que esta es su casa y puede quedarse si quiere.

     —Muchas gracias, Lixto, de verdad, pero creo que necesito un poco de tiempo para pensar.

     —¡Kaito, no te vayas! ¡No me dejes sola, por favor!

     —Mikaru, no seas tan egoísta. ¿Es que no ves que se lo estás poniendo más difícil? —dice mi hermano.

     —Lo siento, Mikaru —suelta Kaito.

Agaché la cabeza y me fui de allí.

     —¡Mikaru! ¡Vuelve aquí, Mikaru! —pedía mi hermano. No le hice caso.

Me subí a mi cuarto y comencé a llorar mientras cantaba esa canción de mi madre. No tenía nada mejor que hacer en ese entonces más que lamentarme porque Kaito recuperó la memoria.

Sentía mucha ansiedad y mucha angustia en ese momento. Si por más que suplicara Kaito iba a seguir yéndose, entonces solo podía desahogarme llorando.

Esa noche también tuve pesadillas. Aunque en realidad estaba teniendo una en la vida real. Que Kaito me dejara era una pesadilla. La peor de todas.

Tuve muchísima fiebre esa noche y no pude dormir nada bien. Me despertaba cada poco tiempo sin poder respirar, sudando y asustada.

Al día siguiente...

Al anochecer, Kaito vino a casa. Lo supe. Lo sentí. Lo oí. Abrí la puerta del salón y corrí a sus brazos.

     —¡Kaito! ¡Has venido, cuánto me alegro!

     —¿Qué haces levantada? ¿Te encuentras mejor? —interrogó Lixto.

     —No te preocupes, hermano, me encuentro perfectamente. Ya que Kaito se ha tomado la molestia de venir, sería una pena quedarme en la cama. ¿verdad?

Agarré sus cálidas manos mientras las usaba como apoyo para dejar caer el peso de mi cuerpo. Reí.

¡Kaito había vuelto de verdad! No podía creerlo.

Había vuelto para quedarse, ¿verdad? Sí, eso tenía que ser.

Iba a quedarse conmigo, para siempre. Lo que dijo ayer debió ser una broma, muy típico de él.

     —Oye, hermano, ¿qué te parece si esta noche salimos los tres a cenar? ¿Vale, vale?

     —Bueno... vale.

     —¡Bien! ¡Ja, ja! ¡Te quiero con toda mi alma!

Sabía que si Kaito venía a mi casa podría encontrarme mejor. Ha sido así desde que lo conocí. Tiene algo que me hace sentirme bien, mejor que nunca.

Siempre voy a estar enamorada de Kaito, aunque renazca.

Esa noche fuimos a comer a un restaurante muy famoso los tres. Me lo pasé estupendamente.

Notaba a Kaito distante, distraído, en otro mundo. Cada vez que dirigía mi mirada a él lo pillaba observando las calles a través de la ventana.

¿Es que acaso no quería estar conmigo y con mi hermano? No entendía por qué, si le tratábamos estupendamente.

En mi casa tenía de todo: comida, espacio, un jardín, vistas al mar, riqueza y todo mi amor incondicional. ¿Quién no querría quedarse con nosotros?

【Renacer】» Mermaid MelodyWhere stories live. Discover now