20

114 7 0
                                    

Al llegar a mi habitación seguí rompiéndolo todo. Solo tenía ganas de desatar mi furia. Acabé destrozando todo lo que había en el cuarto. Luego lo miré y me odié a mí misma. Me puse a llorar en mi cama.

Solo veo un deseo que yo misma alimenté, con la esperanza de verlo florecer.

Si la flor ahora está marchita de silencio y soledad, tal vez si renazca en otra realidad...

Apenas podía cantar con tanto lloriqueo.

     —Dulce y pequeña Mikaru... ¿por qué te sientes siempre tan triste y sola?

¿QUIÉN ES?

¿Por qué escucho esa voz? ¿Me estoy volviendo loca?

     —¿Por qué siempre tienes que ser tú la única que sufre de esta manera?

Sonaba como alguien tranquilo y amable, pero a la vez me daba mucho miedo.

     —¿¡Quién eres!?

     —Tu angustia, tu sufrimiento, los conozco bien.

Noté como si una mano empezara a acariciar mi mejilla. Sentía tanto terror que me quedé paralizada.

     —Tú te has enfrentado a ellos y te has visto obligada a soportarlos sin la ayuda de nadie. Ven y entrégame tu espíritu triste y afligido. Ven y aproxímate a mí...

     —¿¡Pero... qué es esta voz que escucho en mi cabeza!?

     —Será mucho más fácil si te deshaces de todo. De esa forma encontrarás la paz. Mikaru, deberás renunciar a todo. A todo tu ser...

     —¡No! ¡Basta! ¡¡¡BASTA!!!

La voz desapareció. Tras un rato, me tranquilicé un poco y me vestí. Bajé las escaleras corriendo, pero antes de tocar el pomo de la puerta mi hermano me detuvo.

      —¡Mikaru, quieta ahí! —Agarró mi brazo.

     —¡Para! ¡Suéltame! —Forcejeé.

     —¡Mikaru, basta ya de tonterías!

     —¡No te equivoques conmigo, no soy tu muñequita! —Le golpeé en la mejilla, haciendo que me soltara—. ¡No pienso seguir escuchándote ni un minuto más! ¡Déjame en paz!

Ya estaba harta de que todos me dijeran qué hacer. Estaba harta de que los demás se vieran con el derecho de decidir si lo que hago está bien o mal. Claro que cometo errores, pero, ¿y los demás qué? ¿Por qué soy la única castigada? Creo que ya tengo derecho a hacer lo que quiera. Ya he aguantado suficiente toda mi vida.

Necesitaba estar fuera de esa casa que me traía tantos recuerdos con Kaito. Además, no podía mirar mi habitación así. Me dirigí a la playa y me adentré en el mar. Dejé que el agua llegara por mis caderas y simplemente me quedé contemplando el atardecer en silencio.

Cuando estoy triste me gusta ver el mar, y si estoy dentro de él siento que me abraza. Es como si fuera mi familia. En este momento el mar es lo único que tengo, ya que todos me han traicionado.

El mar es mi casa. Vengo del mar. No sé cómo ni por qué, pero siento que es así.

     —¡Mikaru!

Reconocí esa voz al instante, era Kaito. Él estaba corriendo hacia mí como loco.

     —¿¡Pero qué crees que estás haciendo!? ¡No seas tonta, sal del agua!

¿Puede ser que Kaito haya venido porque estaba preocupado por mí?

Me abalancé sobre él, lo abracé muy fuerte. Se me escaparon las lágrimas.

     —¡Lo sabía! ¡Sabía que vendrías hasta aquí! ¡Sabía que me encontrarías! Sabía que vendrías a salvarme. Ya nunca nos separaremos.

Me fijé mejor en lo que él tenía en las manos. Era una bolsa con comida.

     —Kaito... ¿qué es eso?

     —Nada. —La intentó ocultar, pero era tarde, ya lo había visto.

     —La comida que llevas ahí es para Luchia y para ti, ¿no es cierto? —pregunté enfadada.

Le arrebaté la bolsa y la tiré al mar, haciendo que todo su contenido flotara en este.

Y yo que pensaba que Kaito se había preocupado por mí... Pero estuvo todo este tiempo pensando en Luchia. Fui ingenua.

     —¿¡Por qué has hecho eso!?

     —¿¡Por qué crees!? ¿¡Por qué tiene que ser Luchia y no yo!? ¿¡POR QUÉ!?

     —Mikaru... Hay algo que tengo que decirte y que no puede esperar ni un momento más.

     —¿Qué tienes... que decirme?

     —Tengo que hablarte de mis sentimientos... por Luchia.

     —¡Ya basta! ¡No quiero oír una palabra más!

Le di la espalda y tapé mis oídos. Ya estaba más que harta de oír palabras absurdas.

     —¡Mikaru! ¡Tienes que hacerlo, tienes que oír la verdad! —Él intentaba apartar mis manos.

     —¡No! ¡No! ¡No quiero oírlo!

     —¡Escucha!

     —¡¡¡NOOOOOOOOO!!!

Sentí como si una fuerza enorme saliera de mí. Luego de eso lo recuerdo todo muy borroso, no estaba segura de qué me estaba pasando, era como una pesadilla.

Dolor, malestar. Era como si alguien estuviera intentando hacerme algo malo...

Luego, mi pesadilla se tornó en un sueño cálido. Una luz que me envolvía, pura y mágica. Sentía como si esa luz fuera parte de mí.

Estaba flotando en el mar. Al parecer aquellas pesadillas y sueños raros habían desaparecido.

No tenía ni idea de qué había pasado. Todo aquello se sintió demasiado real.

     —¡Mikaru! ¿Te encuentras bien? Por favor, responde...

Aquel que me hablaba era Kaito.

Tenía mucho frío, pero me alegré un poco al sentir sus cálidos brazos al sostenerme.

     —Me encuentro muy sola... He estado muy sola... toda mi... vida...

Sí... es verdad. He estado sola toda mi vida. Mi madre y mi padre están muertos, y mi hermano ha estado ocultándome en mi habitación desde que era pequeña. No tenía amigos. Ya ni siquiera tenía a Kaito. Estaba completamente sola.

【Renacer】» Mermaid MelodyWhere stories live. Discover now