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Varios días pasaron desde la excursión al jardín botánico. Desde aquel entonces, mi relación con Kaito no fue la misma. Había tensión. Él actuaba como si nada pasara, y yo lo intentaba, pero era clarísimo que ya no estábamos como antes.

Daría lo que fuera por volver a esos momentos cuando lo conocí en Hawái y pasábamos las tardes juntos, hablando de muchas cosas, riendo... Ahora apenas le veía. Se escapaba a su casa durante horas, y ya no se preocupaba tanto por mí.

Me vestí con el uniforme y me fui al salón a hacerme una tostada.

     —Buenos días, Mikaru —saludó él al abrir la puerta, secándose el pelo mojado con una toalla—. Ese pan huele de maravilla.

     —Me preguntaba qué era lo que hacías todas las mañanas tan temprano, pero ya veo que te vas a hacer surf... —dije, enfadada.

     —Sí. Es curioso, desde que volví de Hawái no recuerdo nada de mi pasado que tenga que ver con el mar. Se me ocurrió que a lo mejor haciendo surf recuperaba algún recuerdo.

Colocó la toalla por detrás de su nuca y se quedó mirando el cielo a través de la ventana, como solía hacer.

     —¿Eso es todo? —pregunté fríamente, sin mirarle.

     —Sí —contestó, al cabo de varios segundos pensativo.

Un silencio incómodo se creó. Él lo rompió preguntando:

     —Mikaru, ¿puedes volver a contarme como me encontraste aquel día en la playa?

Me tiene harta con esa frase.

Me la ha preguntado decenas de veces en estos últimos meses, y yo siempre le respondo lo mismo.

     —Te lo he lo dicho muchas veces. Lo único que pasó es que te encontré inconsciente sobre la arena, y ya está.

     —Dame más detalles, por favor.

     —Es que no sé nada más.

     —¡Lo que sea, cualquier cosa me sirve!

     —¿¡Qué es lo que quieres recordar realmente!? —estallé, no pude más. Empecé a gritarle, clavándole mi mirada mientras apoyaba con fuerza las manos en la mesa—. ¡Venga, dilo de una vez! ¡No es solo el océano lo que intentas recordar! ¡¡Intentas recordar a Luchia!!

Me miró sorprendido. Nos mantuvimos otro rato en silencio.

     —Me voy a clases.

Me fui de allí sin siquiera probar un bocado de mi desayuno.

Una vez en el aula, Kaito se dirigió al pupitre de Luchia y la invitó a un pícnic en la playa.

Ya ni siquiera lo escondía. No se acercaba a mí. Yo estaba sola, porque no tenía amigos, solo le tenía a él.

Desde que terminaron las clases me empecé a sentir bastante mal. Estuve todo el día en cama con fiebre, teniendo pesadillas relacionadas con Kaito y Luchia.

Odio sentirme así. Tengo ganas de llorar la mayor parte del día. Al menos, cuando Kaito estaba conmigo, no me daban tantos dolores y me sentía acompañada, sentía que tenía a alguien con quien hablar, alguien que me apoyaba... y todo eso se esfumó. Claro que tengo a mi hermano también, pero es diferente, porque de él no estoy enamorada, y además, trabaja mucho. Hay muchos días que se tiene que quedar fuera de casa.

Llegó el día que Kaito había quedado con Luchia para lo del pícnic. Se había levantado temprano para irse a la playa. Yo me quedé en cama, aún tenía bastante fiebre.

Tuve pesadillas relacionadas con Kaito.

En mi pesadilla, Kaito se alejaba de mí y yo le repetía constantemente que no se marchara, pero luego noté una voz profunda que decía:

"No te vayas. Quédate aquí y háblame. Cuéntame todo lo que sepas sobre las princesas sirenas."

Desperté de golpe, sobresaltada.

Ah... es muy extraño. No entiendo nada de mis sueños... Son siempre así de raros y me desconciertan. A veces, incluso me cuesta diferenciarlos de la realidad. Son tan pesados que me quitan energía.

¿De quién era esa voz? ¿Y qué es eso de las princesas sirenas?

Pero más importante, un sentimiento amargo se apoderó de mi pecho. Sentía que lo había perdido todo. Kaito me había abandonado.

Me levanté de la cama como pude y me dirigí a la planta baja. Abrí la puerta del salón, donde estaba Lixto.

     —Mikaru, ¿qué ocurre?

     —He tenido... una pesadilla espantosa.

Aún me costaba respirar. Me apoyé en el marco de la puerta y dejé caer mi cuerpo al suelo. Mi hermano se puso a mi altura.

     —¿Dónde está Kaito?

     —Ya casi ha anochecido, no tardará en volver a casa.

     —No... Él no va a volver... Kaito nunca volverá conmigo...

Comencé a llorar delante de mi hermano. Él no podía hacer más que intentar consolarme, pero de nada servía. De algún modo, sentía que Kaito no iba a volver nunca a mi lado. Lo peor es que la última vez que lo vi, estábamos enfadados.

[ . . . ]

Me encuentro sentada en la silla de mi cuarto, mirando por la ventana como anochece. Kaito no ha vuelto.

Comencé a cantar una canción que aprendí cuando era pequeña, porque me la cantaba mi madre... antes de morir. Es una canción muy triste que representa lo que siento ahora mismo, y es lo único que me ayuda a sentirme un poco más comprendida.

Dormiré mientras mis alas flotan, porque llegaré al destino donde un día, yo, mi corazón curaré.

Y los pedazos de mi alma rota alguien recogerá. Como una pluma, el viento me acunará.

La eternidad es muy triste y me buscará. Quiero tu amor, pero el mañana no llegará.

【Renacer】» Mermaid Melodyحيث تعيش القصص. اكتشف الآن