"¿Te marchas ya? –le pregunté--. Encontrarás al señor Vernon en su gabinete".

"No, Catherine –contestó--. He decidido quedarme. ¿Podría hablar un momento contigo?".

Nos dirigimos a mis aposentos.

"Me temo que he actuado con mi habitual impetuosidad –continuó diciendo mientras su confusión aumentaba por momentos--. He interpretado mal a lady Susan e iba a abandonar esta casa con una impresión muy desfavorable de su conducta. Ha habido un malentendido, pero creo que todos estábamos equivocados. Frederica no conoce a su madre; lady Susan sólo pretende su bien, pero esa sobrina de ustedes es incapaz de corresponder a su amistad y su cariño. Por esta razón, tu cuñada no siempre sabe cómo hacer feliz a su hija. Además. No tengo el menor derecho a entrometerme; la señorita Vernon cometió un error al solicitar mi ayuda. Afortunadamente, el asunto está arreglado y lady Susan desea darte una explicación, si tienes un momento libre".

"Por supuesto" –repliqué, suspirando hondamente al escuchar una historia tan poco convincente. Más no hice el menor comentario, pues cualquiera de mis palabras hubiera resultado en vano. Reginald se alegró de poder marcharse y yo me encaminé al dormitorio de mi cuñada; lo cierto es que en esos momentos sentía gran curiosidad por escuchar su versión de los hechos.

"¿Acaso no te dije que tu hermano se quedaría?" –dijo con una sonrisa.

"En efecto, tú lo dijiste –respondí gravemente--; pero no sabes cuánto me alegraba pensar que no estarías en lo cierto".

"No me hubiera atrevido a hacer semejante afirmación –aseguró—de no haber comprendido en aquel instante que la causa de su partida era una conversación que habíamos tenido esa mañana, en la que habíamos sida incapaces de comprendernos. En cuanto me percaté de ello, decidí que una discusión fortuita, de la que yo era tan culpable como él, no podía privarnos de la compañía de tu hermano. Como recordarás. Salí casi inmediatamente de la sala. Estaba decidida a hacer cuanto estuviera en mis manos para aclarar la situación, que podía resumirse así: Frederica odiaba la idea de casarse con sir James...".

"¿Acaso no te asombre que sea así? –exclamé con cierta vehemencia--. Frederica es una joven muy inteligente, y sir James no es más que un necio".

"Así es, y no creas que lo lamento, querida hermana –afirmó--; por el contrario, me alegra ver una prueba evidente del buen juicio de mi hija. No hay duda de que el entendimiento de sir James es muy limitado, y su conducta infantil no hace sino empeorar la situación; si Frederica hubiera poseído la perspicacia y el talento que hubiese deseado en una hija mía, o yo hubiera conocido sus verdaderas cualidades, nunca habría anhelado ese matrimonio".

"Es extraño que tú seas la única persona que ignora la sensatez de Frederica...".

"Ella no sabe demostrar su valía. Es una joven tímida e insegura. Además, tiene miedo de mí; no siente el menor afecto por su madre. Mientras vivió su pobre padre fue mimada en demasía; la severidad con la que me he visto obligada a tratarla ha hecho que su cariño se apartara de mí. Tampoco puede decirse que sea inteligente, ese don, esa fortaleza de espíritu que la ayuden a destacar".

"Sería más justo de tu parte decir que no ha sido muy afortunada en su educación".

"Soy perfectamente consciente de eso, mi querida señora Vernon; pero quisiera olvidar cualquier circunstancia que pudiera arrojar la menor sombra de culpa sobre un hombre cuyo recuerdo es sagrado para mí".

En ese momento simuló echarse a llorar, y entonces mi paciencia se agotó.

"Pero, lady Susan, ¿no ibas a hablarme de tu altercado con mi hermano?".

Lady SusanWhere stories live. Discover now