-Me gustaría que fuésemos a visitarla un día de estos - dijo ella.

-Claro que si, sé que le encantaría conocerte y a Ricky también.

La llamó a su casa y ella se alegró mucho de oírlo. Cuando le dijo que les gustaría visitarla, Rosemary se mostró encantada y los invitó a merendar una tarde. La buena señora se alegró mucho de verlos y de conocer a Ricky. Durante el tiempo que pasaron juntos en el juicio, le había tomado un sincero cariño a Castle y le confesó que había empezado a leer sus libros, que sacaba de la biblioteca del barrio y que le gustaban mucho, pero que el que más ganas tenía de leer era el que había escrito sobre el caso Bracken. Castle le dijo que todavía no sabía si se lo iban a publicar, que estaba pendiente de la decisión de su editorial, pero le prometió que si se publicaba, él mismo le llevaría una copia, pero que si no llegaba a hacerse, le llevaría una copia del manuscrito original.

Rosemary y Kate se cayeron francamente bien, a sus sesenta y tres años, la señora estaba en unas óptimas condiciones físicas, y en las muchas veces que fueron a visitarla llegó a convertirse en un miembro más de la familia. A los dos les inspiraba una gran ternura la amable señora.

Al conocerla mejor, terminaron de descubrir, la gran persona que era, ya que a pesar de haberse quedado sola en el mundo, pues no tenía más familia que su difunto marido, ella no se había quedado encerrada en su humilde casita a llorar su pena, al contrario era voluntaria en el centro social de su barrio, ayudando en la cocina y el comedor que había allí instalado para familias sin recursos. También ayudaba a algunos inmigrantes a practicar el inglés.

Castle y Becket supieron de la buena labor que hacía pues ella le pidió el favor al escritor que fuese un día al centro a hablarles a algunos jóvenes sobre su trabajo. Incluso Kate, se ofreció, como policía, para ayudar a algunas personas con problemas. Se estableció una cordial relación entre Rosemary y la familia Castle, que la acogió y adoptó como una abuela más.

Unos días más tarde, Gina llamó a Castle para decirle que la editorial aceptaba publicar el libro. Aunque a ella personalmente no le había llamado especialmente la atención, otros miembros de la editorial, si fueron capaces de ver que ese libro, bien podría convertirse en uno de los best sellers de la temporada.

No se equivocaron, el caso Bracken había despertado la atención de todo el país, y cuando se anunció la publicación del libro escrito por alguien cercano a todo lo que había pasado, precedido de una gran campaña publicitaria, fueron muchos los que quisieron comprarlo. Unas semanas antes de la boda, Gina le comunicó a Castle, que su libro era el número uno en ventas y que estaba dando grandes beneficios, también le dijo que Paula hablaría con él, pues querían entrevistarlo tanto en prensa, como en radio y televisión y que querían entrevistar también a Kate, por ser parte importante en todo el proceso. Castle le dijo que él haría las entrevistas que fuesen necesarias, pero que no sabía si ella accedería a hacerlas también, que tendría que preguntarle.

A Kate no es que le hiciera mucha gracia ser entrevistada en prensa y televisión, pero por otra parte ya no tenía nada que ocultar, por fin se le había hecho justicia a su madre y ella quería que todo el mundo supiese porque la mataron, que ella solo hacia su trabajo y se interesaba por dar justicia a todas aquellas personas que por una causa o por otra, no podían defenderse. Así que para sorpresa de Castle, le dijo que no le importaría que le hicieran alguna entrevista, pero sin exagerar.

Castle se lo dijo a Gina y también le dijo que se casaban en un mes, y que hasta que no pasase la boda, no habría entrevistas, ni presentaciones, ni firmas de libros. Gina aceptó a regañadientes y lo felicitó por su inminente matrimonio.

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Se casaron un mes más tarde en una sencilla ceremonia, oficiada por el alcalde de Nueva York en su casa de Los Hamptons. Acudieron solo la familia y los amigos, incluida Pam, que vino expresamente de Washington para acompañarles en ese día, y que aprovechó su estancia allí, para pintar el nuevo dormitorio de Ricky como les había prometido. También asistieron algunos compañeros de trabajo, entre ellos el capitán Gates y su esposo, que aceptaron encantados y compartieron con ellos unos de los días más felices de sus vidas. Aunque también invitaron a Rosemary, esta declinó amablemente la invitación, diciéndoles que esperaba que no la olvidasen y una vez casados, no dejasen de visitarla.

Mi vida sin tiWhere stories live. Discover now