Capítulo 5

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"Aquello que llamamos rutina,

está repleto de nuevas propuestas y oportunidades"

Paulo Coelho

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Richard Castle nunca había sido tan metódico en ninguna de sus investigaciones, como lo estaba siendo con la de los casos que había investigado Kate, pensando que quizás arrojaran alguna luz sobre su muerte. Recordó con cierto sentimiento de culpa, las veces que ella le había pedido ayuda para hacer el papeleo y él se había negado a hacerlo.

Cada día llevaba su portátil a comisaría donde había abierto una base de datos, en la que iba archivando todos los casos, con su número de registro, clasificados, según el estado en que estuviese el culpable del mismo. Algunos habían fallecido, otros seguían en prisión. Otros pocos en libertad condicional, y los menos habían sido liberados, pues habían cumplido sus condenas. Todavía le quedaban muchos casos por revisar, pero se había auto impuesto esa tarea y la cumplía a gusto, pues necesitaba tener en todo momento la mente ocupada.

Había establecido una rutina en su día a día. Se levantaba temprano, para aprovechar bien la mañana. Lo primero que hacía cuando salía de su casa, era ir el cementerio. Visitar la tumba de Kate a diario, le proporcionaba un poco de consuelo. Cada día le llevaba una nueva rosa roja que sustituía a la del día anterior. Se sentaba durante un rato y hablaba con ella, contándole cosas de como transcurría su vida sin ella, como por ejemplo, que le había cumplido la promesa y no había bebido ni una gota de alcohol desde su muerte o los casos en los que había trabajado el día anterior. Hacía lo mismo cada día. Ir al cementerio, después a la comisaría y a media tarde volver a casa.

Poco a poco y a medida que pasaba el tiempo y tal como le dijera su madre, se fue acostumbrando a la ausencia de Kate, aunque todavía no había llegado a poder recordarla sin dolor. Aun se le humedecían los ojos, más de una vez cuando pensaba en ella y por supuesto tampoco era feliz.

Pero esa aceptación de lo que había pasado le dio una cierta estabilidad que aprovechó para volver a escribir. Tenía a medias, una novela de Nikki Heat, su primer impulso fue matar al personaje, al fin y al cabo su musa estaba muerta, pero por otra parte se sentía incapaz de acabar con ella de la misma forma que hizo con Derrick Storm. Así que se puso las pilas y para gran sorpresa y alegría de Gina terminó la novela que tenía entre manos tal como tenía en mente.

Se la llevó a su editora, a quien le encantó, pero cuando ésta le dijo que empezaría con la campaña publicitaria, él le pidió encarecidamente que no contase con él para un lanzamiento multitudinario, que solo estaba dispuesto como mucho, a una sencilla presentación del libro. Todavía no se sentía preparado para enfrentarse con las prensa y con sus fans.

Lo que Rick realmente quería era escribir la siguiente y última novela de la saga, para de alguna forma acabar con Nikki Heat y los tristes recuerdos que le traían. Tenía el argumento en mente y sabía perfectamente como quería terminarla. Pensaba que si la acababa pronto, podrían promocionarla las dos a la vez y así él mataba dos pájaros de un tiro y se evitaba las campañas publicitarias y todo lo que conllevaba la presentación de un nuevo libro, que tantos recuerdos le traían de Kate.

La penúltima novela de Nikki Heat, se presentó un soleado sábado a mediodía, en la terraza de un conocido hotel neoyorkino. Acudieron la prensa especializada y bastantes invitados, y aunque hubo un cóctel después de la presentación, fue un evento tranquilo y sin grandes pretensiones, tal como Castle había pedido, para disgusto de Gina, que al ver a su ex marido tan triste y demacrado supo a ciencia cierta que la gallina de los huevos de oro, que era el escritor en su rol de codiciado soltero, conquistador y ligón había pasado a mejor vida, junto con su musa.

Mi vida sin tiWhere stories live. Discover now