Capítulo 8

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"Todos los cambios, aun los más ansiados,

llevan consigo cierta melancolía".

Anatole France

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Cinco largos meses tardo William H. Bracken en recuperarse casi del todo y salir del hospital para volver a su celda, en la prisión donde había estado encarcelado desde que lo detuvieron.

En todo ese tiempo, abogados y fiscales habían sido capaces de preparar todo lo referente al juicio, y como el senador se encontraba ya en bastante buena condición física, se puso la fecha, para un mes después de que le dieran el alta.

En la comisaría, Castle y los chicos, recibieron la noticia con alegría. Todos querían ver al senador entre rejas. El trabajo que Gates, le había asignado al escritor, estaba ya terminado. Castle sabía que había sido un esfuerzo en vano, ya que estaba más que seguro que ninguna de esas personas a las que Kate encarceló en el pasado, tenían que ver con su muerte, pero como no quería que el capitán lo echase de la comisaría había seguido con la investigación, hasta que lo terminó todo, dejándolo organizado, archivado y actualizado.

Tanto Castle, como Ryan y Esposito, estaban convencidos, que había sido Bracken, de alguna manera, el culpable de la muerte de Kate, así que intentaban averiguar algo, pero sin llamar mucho la atención, temerosos de que alguien los descubriese y no tuviesen más remedio que dejar de hacerlo.

Castle tenía pendiente algunas giras para presentar sus libros en algunos puntos del país, además de alguna que otra fiesta, a la que Gina y Paula le obligaban a asistir. Cuando se enteró de la fecha del juicio, fue a hablar con ambas mujeres, para avisarles que a partir de ese día no contaran con él para nada. Las dos lo miraron molestas, pensando que compromiso tan importante tendría el escritor, que por supuesto no les había dicho nada, y le dieron el calendario con las fechas de los eventos a los que no podría faltar y que como el pidió no coincidían con el juicio.

A pesar de haber terminado, Castle seguía yendo de vez en cuando a la 12th. Gates no protestaba, se había acostumbrado a verlo por allí. Algunas veces lo mandaba con los chicos a investigar por la calle o a alguna escena del crimen. Tenerlo por allí se había convertido en costumbre y más de una vez, les resultaba de mucha utilidad, pues seguía exponiendo sus teorías que en muchas ocasiones, resultaron ciertas.

De todas maneras, Gates estaba más que ocupada con lo que se le venía encima. Sabía que algún abogado iría a California a preparar a Becket para el juicio, y no quería ni pensar en cómo iban a reaccionar el escritor, y sus dos detectives, cuando se enterasen que Kate Becket estaba viva.

Aunque no mantenía contacto con la detective, si había podido informarse del estado en que se encontraba, y sabía que tanto la detective, como su padre, y su hijo estaban en perfectas condiciones y se alegraba mucho por ello.

Ya era tarde y salió de su despacho. Castle se estaba despidiendo de los chicos, avisándoles que tardaría unos días en volver, pues tenía una gira de presentación, por varias ciudades, pero que para el juicio, estaría de vuelta.

Esposito le decía, que no se retrasase, pues ellos no podrían asistir a causa del trabajo y lo necesitaban allí para que estuviese al tanto de como transcurría el proceso y les contase todo lo que pasara.

Gates, se despidió de Castle, pues se empapó de toda la conversación y mientras se dirigía al ascensor, no podía dejar de pensar, en cómo se sentiría el escritor y que cara se le pondría, el día que llamaran a Katherine Becket como testigo de la acusación.

Castle llegó a su casa, donde lo recibió Martha cariñosamente. Abrazó y besó a su madre y como cada día desde que murió Kate, agradeció tenerla con él. Gracias a ella, se había sentido más consolado y arropado. Al estar Alexis en la universidad, si no hubiese sido por la paciencia y el cariño de su madre, se hubiese vuelto loco.

Mi vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora