Capítulo 25

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—¿Nerea?— oía que decía alguien a lo lejos. —Nerea, ¿estás bien?— ahora lo escuchaba decentemente pero su imagen se veía borrosa. Mis párpados se encontraban inmovilizados por unos segundos.
—Nerea, ¿estás bien?— preguntó la misma voz.
La imagen se volvió más clara conforme pasaba el tiempo hasta que a tan solo unos pocos centímetros de mi, pude ver los preciosos ojos de Antoine.
—¿Qué ha pasado?— pregunté intentando incorporarme pero volviendo a tumbarme ya que a nada que intentase levantar la cabeza todo daba vueltas.
Me encontraba tumbada en la hierba y por lo que podía recordar hasta ahora estaba en la casa de Francia.
—¿Qué ha pasado?— pregunté de nuevo.
La mirada de Antoine se quedó fija en el suelo mientras abría y cerraba la boca continuamente sin saber muy bien que decir.
—¿Quieres que te lo explique ahora o...?
—Ahora— exigí antes de que terminara la frase.
—...bien— gruñó. —Habíamos estado cenando aquí y justo cuando nos íbamos a ir a aparecido un chico... Alex, creo que ese era su nombre, y ha dicho que...— se queda callado durante unos segundos que parecen una eternidad.
—¿Qué ha dicho?— pregunté levantándome de golpe lo que hizo que el dolor de cabeza se extendiese por todo el cuerpo.
—Que lo besaste— masculló con el semblante serio.
De pronto todas las piezas del puzzle encajaron a la perfección y comencé a recordar a Alex y lo que pasó después.
—Yo no le besé— afirmó con voz calmada intentando aparentar la máxima tranquilidad posible. —Fui de picnic con el, no sé ni por qué, y me besó. Yo no quería hacerlo pero como él no quería aceptar el hecho de que lo acababa de rechazar no me quería dejar de marchar. Reuní todas las fuerzas necesarias, le golpeé y me marché— expliqué mientras veía como la expresión de Antoine pasaba de tristeza y miedo a furia. Sus pómulos comenzaron a enrojecer y con sus manos formó dos puños. Se puso en pie y fue directo a la casa de al lado. Por mucho que odiase a ese chico no podía permitir que Antoine le diese una paliza a alguien. Salí corriendo tras él y le agarré del hombro haciendo que nuestros labios estuviesen a tan solo unos pocos centímetros.
—¿Adónde vas?— pregunté mientras notaba que la respiración de Antoine comenzaba a agitarse.
Respiró hondo, me miró fijamente y se volvió a dar media vuelta dirigiéndose hacia la puerta de la otra casa. Por mucho que intenté que se diese la vuelta y fuéramos a casa para que se tranquilizase, caminaba dando zancadas hasta que finalmente llegó y tocó el timbre.
Lo intenté apartar pero antes de que me diese cuenta, Alex ya había abierto la puerta, Antoine le había cogido por el cuello de la camisa, elevándolo unos centímetros del suelo, y le había pegado un puñetazo en el ojo.
—Ahora pídele perdón por intentar pasarte con ella— gritó Antoine con los ojos inyectados en sangre.
—No— contestó Alex mientras una risa producida por el alcohol salía de sus entrañas.
—Hazlo— dijo Antoine entre dientes.
Antoine era tan solo unos pocos centímetros más pequeño que Alex y menos corpulento pero a estas alturas, había conseguido levantarlo unos pocos centímetros del suelo y dejarle el ojo hinchado.
—No— se negó de nuevo el chico de ojos verdes.
Una ola de miedo recorrió mi cuerpo cuando la mirada de este y la mía se cruzaron.
Antoine levantó el brazo para propinarle el segundo puñetazo.
—Perdón— grita Alex de pronto intentando soltarse.
Antoine dirigió su mirada a mí a lo que yo asiento y el con cara de desaprobación lo suelta para que entrara a su casa corriendo.
Salió de su jardín dando zancadas para llegar al mío y esperarme en el porche a que vaya yo.
—Gracias— dije poniéndome a su altura mientras le acariciaba la mejilla.
Me miró y me dedico una sonrisa  sincera.
—No puedo soportar que alguien te toque— dijo colocando su cabeza contra la puerta.
Me coloqué delante de él y le bese. Era lo más grande que tenía en mi vida y haría lo que fuese porque no se fuese de mi lado nunca más.
Entramos a casa y como si no hubiese pasado nada, dimos las buenas noches a mi hermano y a mí madre y subimos a la habitación.
Se colocó una camiseta que se había traído mientas que yo me ponía un pijama que encontré en el armario. Se tumbó y dio unas palmaditas al colchón para que me tumbara junto a él. Colocó su brazo a mi alrededor mientras una sensación de calor inundaba mi cuerpo. Cerré los ojos y me quede dormida entre sus brazos.
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Fui abriendo los ojos poco a poco encontrándome a Antoine de costado sujetando la cabeza con su mano mientras me observaba y una inevitable sonrisa se dibujaba en su rostro.
—Buenos días— dije con voz ronca.
No sabía cuánto tiempo me había estado observando mientras dormía pero solo esperaba que no mucho. De pronto noté como mis mejilla comenzaban a arder.
—¿Cuánto tiempo llevas observándome?— pregunté bostezando intentando aparentar tranquilidad.
—El suficiente como para saber que cuando duermes abres la boca débilmente para coger aire, no paras de moverte y que te encuentras realmente adorable de todas formas— dijo sonriendo ampliamente mientras se aguantaba la risa.
Sin saber muy bien que responder a su descripción de cómo duermo, le besé.
Coloqué mi cabeza en su pecho y estuvimos así durante unos segundos.
Notaba como el latido se aceleraba al estar junto a él y el bello de mis brazos se erizaba. Podría estar el tiempo que hiciese falta así, y no cansarme.
De pronto alguien abrió la puerta produciendo un fuerte ruido.
—¡Nerea! ¡Antoine!— gritó mi madre irrumpiendo en la habitación como un torbellino.
—Mamá, tranquila, ahora...
—No, no, no, escúchame, ¿qué es esto?— preguntó con los ojos como platos mientras nos enseñaba la portada de un periódico.
Al ver el titular de nada más y nada menos la portada noté como mi cuerpo entero comenzaba a palidecer y un escalofrío recorría mi cuerpo desde la punta de las orejas hasta los dedos de los pies.
"Antoine Griezmann, el jugador francés golpea a un joven sin ningún aparente motivo"
Al titular le seguía una imagen de Antoine con el puño levantado en el aire, a punto de soltarle el primer puñetazo a Alex.
Antoine le arrebató rápidamente el periódico a mi madre y se levantó. Comenzó a andar de un lado a otro de la habitación mientras frotaba su frente de la que cual caían constantemente gotas de sudor.
—Bajad ya— se oye una voz desde el piso de abajo.
Bajamos despacio las escaleras sin saber muy bien que nos íbamos a encontrar y en cuanto asomé la cabeza pude ver a mi hermano delante de la tele viendo un programa de televisión en el que no paraban de salir imágenes de lo ocurrido ayer.
El silencio inunda la casa, solamente interrumpido por las respiraciones agitadas de los cuatro.
—Tenemos que dar explicaciones ya— afirma Antoine a lo que yo asiento.
La última frase pronunciada por la periodista nos deja a todos sin habla.
—A no ser que tenga una buena explicación le podrían caer hasta dos años de cárcel por esto ya que la persona a la que ha agredido en seguida se puse en contacto con la policía y dijo que le dejó inconsciente.
Un grito ahogado sale de mi boca y mi hermano apaga rápidamente la tele.
—Hay que hacer algo— digo en apenas un susurro.

"Sin ti no soy nada" TERMINADA [Antoine Griezmann]Место, где живут истории. Откройте их для себя