Capítulo 4

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—Nerea, cariño, tienes que levantarte, llevas durmiendo mucho tiempo— dijo mi hermano mientras me daba un cariñoso beso en la mejilla.

Abrí lentamente los ojos y dirigí mi mirada al reloj que se encontraba en la mesita de noche. Eran las dos y media del mediodía, no podía creer que hubiese dormido tanto. De pronto, unas imágenes aparecieron en mi mente haciéndome recordar todo lo ocurrido anoche. A pesar de que intentaba dejar a un lado lo malo y centrarme en lo bueno -que a pesar de todo había bastante-, tenía la mente lo suficientemente cansada como para darle tantas vueltas a las cosas, así que no dejaba de acordarme del "animal". Como me miraba con esos ojos oscuros que incitaban miedo mientras sonreía mostrando los dientes amarillentos, su voz áspera, su manera lenta de caminar y como consiguió apartarme a un lugar más escondido para que nadie viese lo que él era capaz de hacer.

—¿Qué tal has dormido?— preguntó Mikel con una sonrisa forzada. Sus ojos estaban hinchados y rojos, eso solo ocurría cuando lloraba y odiaba ver a mi hermano sufrir.

—Bien, dentro de lo que cabe— dije mientras me acercaba a él y le daba un abrazo. Unos sollozos se oyeron en mi hombro.

—No puedo imaginarme lo que te podría haber llegado a hacer ese desalmado— dijo entre sollozos mientras se apartaba dejándome el hombro lleno de lágrimas.

—Pero no me hizo nada.

—Lo sé pero... bueno no importa— dijo arrepintiéndose de haber empezado la frase.

—Mikel, ¿Qué ocurre?— pregunté intentando retener las lágrimas en mis ojos.

—La policía ha dicho que lo más probable es que no lo encuentren a pesar de todas las descripciones y datos que quieras dar ya que hay muchos y es imposible— dijo mi hermano cuanto antes. Supuse que fue la frase más dura que dijo en toda su vida.

Fue ese el momento en el que no pude más, mi corazón dio un vuelco y las lágrimas comenzaron a salir como mares de mis ojos. Odiaba llorar delante de mi hermano, sé que él siempre ha sido más sensible que yo y todavía más si se trataba sobre mi, por lo tanto cada vez que me pasaba algo y yo lloraba el también lo hacía porque no soportaba verme pasarlo mal, pero para mí, en esos instantes, el no llorar era un hecho imposible, no podía retener las lágrimas que caían de mis irritados ojos, necesitaba desahogarme, y mejor si era a solas.

Me levanté de mi cama vagamente, cogí el móvil de la mesa y me metí en el baño. Todo me daba igual, ya nada me importaba. No podía soportar el hecho de que "eso" pudiera estar ahora desayunando como si no hubiera pasado nada para volver ha repetirlo siempre que pueda y con quién quiera.

Encendí el grifo y mientras me quitaba la ropa del día anterior que todavía la llevaba puesta, se llenaba la bañera de agua templada.

Metí un pie, metí el otro y poco a poco me fui tumbando acomodándome a la forma de la bañera. Cerré los ojos y el hombre volvió a aparecer en mi cabeza, abrí de golpe los ojos y lo único que pude ver fue la pared blanca del baño. Los cerré de nuevo, esta vez asumiendo todas las consecuencias de lo que pudiera ver y lo que pudiera pasar por mi cabeza. A pesar de que había dormido más que nunca esa noche, me volví a dormir ya que el cansancio me venció.

Uno golpes en la puerta me despertaron como la tarde anterior, antes de que todo ocurriese. En ese momento me planteé como sería mi vida ahora si hubiese decidido irme con mi hermano y con mi madre en vez de irme yo sola.

—Nerea, ¿Cómo estás cariño?— preguntó mi madre con voz cansada que indicaba que no había podido dormir durante toda la noche.

—Mejor, necesitaba esto— contesté saliendo poco a poco intentando no resbalarme.

—¿Conoces a un tal Antonio?— preguntó algo confusa.

Mi corazón dejó de palpitar por un momento, pero no, era imposible que una persona como Antoine -o Antonio, como supuse que mi madre había entendido- tenga tiempo para una chica como yo, era completamente imposible.

—Espera ahora salgo, dile que espere diez minutos por favor— dije con la idea de que fuese él todavía en mi cabeza.

Oí como los pasos de mi madre se alejaban hasta llegar a las escaleras. Me coloqué una toalla alrededor del cuerpo y otra en el pelo y salí corriendo del baño para ponerme lo primero que encontrara.

Como le había dicho a mi madre, en diez minutos, estaba bajando las escaleras para dirigirme a la puerta.

Comencé a temblar y a sudar de los nervios que se apoderaban de mi conforme pasaba el tiempo. Sequé las manos en mi pantalón y abrí la puerta lentamente.

Al otro lado de la puerta pude ver un coche aparcado en la carretera, enfrente de mi casa y a un chico que me resultaba demasiado familiar como para olvidarlo sentado de espaldas en el capó.

Me acerqué a paso ligero y cuando estuve preparada le di unos golpes en el hombro lo que hizo que se girara instantáneamente. No lo podía creer, era él.
Me lancé a sus brazos los cuales me rodearon la cintura tiernamente lo que hizo que me estremeciera.
—¿Qué haces aquí?— pregunté apartando las lágrimas de emoción de los ojos.
—Vine para ver qué tal te encontrabas— contestó mientras se dibujaba una pequeña sonrisa en su boca. —¿Por qué cada vez que te veo estás llorando?— preguntó riendo.
—¿Por qué tú apareces en los mejores momentos?— pregunté de vuelta con ironía.
Nos miramos y reímos. Adoraba los silencios que se creaban entre los dos, eran tan... tiernos.
—Móntate— dijo haciéndome un gesto con la mano mientras abría la puerta del conductor y se sentaba.
—¿Adónde vamos?— pregunté mientras pasaba los dedos delicadamente por el capó gris del Mercedes.
—Sorpresa— afirmó el chico francés mientras movía las manos.
—Espera un momento, iré a avisar a mi madre— grité mientras me dirigía corriendo de nuevo a mi casa.
Abrí la puerta de golpe y encontré a mi madre sentada en uno de los taburetes de la cocina desayunando un café con leche.
—Mama, me voy con Antoine, a la noche nos vemos— dije mientras me acercaba a darle un beso en la mejilla.
—¿Adónde? ¿Quién es Antoine?— preguntó ella confusa.
—Es una sorpresa y Antoine es el chico que me salvó ayer y que bueno... a sido mi ídolo desde hace muchos años, me extraña que no sepas quién es— dije algo ofendida de que ni siquiera me hubiese prestado atención durante todos estos años aunque también es cierto que después de que ocurriera una cosa como tal anoche es posible que no se acuerde ni de cómo se llama.
—Ese chico que está afuera... ¿Fue el que ayer te ayudó?— preguntó con los ojos como platos mientras tragaba saliva.
—Si mamá— asentí.
—¿Cómo no me lo dijiste antes?— preguntó mientras se levantaba y se dirigía corriendo hacia la puerta para que yo no pudiera detenerla.
Bajó las escaleras del porche y fue andando a paso ligero por el jardín hasta la carretera donde estaba aparcado su coche. Antoine estaba sentado de nuevo en el capo del coche mientras esperaba a que saliera. Antes de que yo le pudiera decir nada, se acercó a él y le tocó en el hombro, como yo había hecho unos minutos antes.
—¿Eres Antoine?— preguntó mi madre cuando este ya se había girado y estaba mirándole con sus preciosos ojos.
—Si... ese soy yo— contestó algo confundido.
En cuanto el jugador del equipo rojiblanco pronunció la primera palabra, mi madre se abalanzó sobre él y lo abrazó mientras lloraba desconsoladamente diciendo "gracias" entre cada sollozo.
—Antoine, tranquilo... es mi madre— dije riendo mientras veía la cara de confusión de este.
—Ah— dijo riendo el también mientras relajaba la expresión de su cara y le abrazaba a mi madre. —No tiene por qué dar las gracias, de verdad, de hecho fue un placer salvar a su hija.
Por un momento dejó de mirar a mi madre y me miró a mi mientras una tierna sonrisa aparecía en su boca.
Después de unos minutos esperando a que mi madre se apartase y me dejase irme con él, tuve que intervenir.
—Mamá...
—Si, perdona— dijo mientras se apartaba rápidamente y secaba las lágrimas de la chaqueta de Antoine.
—No se preocupe, cuidaré de su hija— afirmó con ternura.
—Lo sé.
Di un beso a mi madre en la mejilla y me monté finalmente en el coche.
—¿Adónde vamos?— insistí intentando que me dijese el lugar al que íbamos ya que no me gustaban las sorpresas.
—Sorpresa, pero de todas formas, descansa porque el viaje es un poco largo.
Le miré desconfiada pero cuando nuestras miradas se cruzaron, no pude evitar sonreír. Él me hacía feliz, y era lo único que podía pedir.

Este es el nuevo capítulo, ¿Qué os parece? Sé que he tardado algo más en publicar este pero los demás ya los tenía escritos y este no. Comentad vuestra opinión sobre la novela, votad y seguidme:)

"Sin ti no soy nada" TERMINADA [Antoine Griezmann]Where stories live. Discover now