Capítulo 3

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Cuando lo miré a los ojos supe -a pesar de que iba encapuchado- perfectamente quién era, esos preciosos ojos azules que tantas veces habían sido la luz en los momentos difíciles se encontraban mirándome y brillando más que nunca.

—¿Antoine?— pregunté confusa pero segura de que estaba con él.

—¿Nerea?

Cuando pronunció mi nombre no pude creerlo. Me lancé a sus brazos y una descarga eléctrica recorrió mi cuerpo.

—¿Estás bien?— preguntó asustado.

—No... O sea... Si— contesté confusa sin saber qué responder.

—Tranquila, estoy aquí contigo.

Me dedicó una sonrisa sincera y me puso en pie.

Esperamos a que llegase el metro que yo debía coger y nos montamos ya que insistió en que me acompañaría hasta la misma puerta de mi casa.

—¿De verdad que estás bien?— preguntó desconfiado de que le estuviese ocultando algo.

—Ahora sí— contesté mirándole fijamente a los ojos.

Estuvimos charlando amigablemente todo el camino hasta mi casa, me encantaba hablar con él. Cada vez que pronunciaba mi nombre y sonreía, los silencios que se formaban entre los dos que no eran para nada incómodos sino... perfectos.

Nos bajamos del metro y anduvimos unos minutos hasta mi casa, allá nos quedamos mirándonos a los ojos; uno enfrente del otro. Me encantaba la sensación de que tuviera que elevar la cabeza para poder mirarle a la cara ya que eso hacía que me sintiese protegida.

—Bueno... Debería entrar, mi madre y mi hermano estarán preocupados— dije señalando la puerta blanca de madera.

—¿Y tu padre?— preguntó arrepintiéndose al instante al ver mi cara de tristeza. —Perdona, no es asunto mío— dijo rápidamente disculpándose.

—No, no pasa nada— dije cogiéndole de la mano sin pensarlo.

Miré donde se encontraba mi mano y arrepintiéndome al instante de lo que acababa de hacer la retiré. Pero al instante, Antoine la cogió y la agarró más fuerte. Nos miramos durante unos segundos que parecieron una eternidad y decidí contarle ese tema del que tan poco me gustaba hablar ya que este chico me transmitía muchísima confianza y sentía que le podía contar lo que quisiese, que guardaría el secreto.

—Hace unos años, mis padres se divorciaron. La relación entre mis padres ya no era la misma desde hacía tiempo y decidieron dejarlo. Mi madre ganó mi custodia y la de mi hermano ya que lo que yo no sabía era que mi padre había estado con drogas. Para mí fueron momentos dificilísimos pero finalmente esto acabó y ahora mi madre, que no puede vivir sola y necesita a alguien que la quiera y la cuide, está buscando a un hombre que la llene pero de momento no va muy bien.

—Lo siento mucho Nerea— contestó sin saber muy bien que responder.

—Gracias.

De repente, oímos el ruido de la puerta abriéndose, eran mi hermano y mi madre.

—¡Nerea! Nos tenías muy preocupados.

Se acercaron para abrazarme pero entonces se fijaron que mi mano estaba agarrada a la de Antoine y retrocedieron.

—¿Interrumpimos algo?— preguntó mi hermano algo confundido.

—No, tranquilos, yo ya me iba— dijo mientras nos soltábamos rápidamente la mano.

Un silencio incómodo inundó el ambiente.

—Bueno... adiós Antoine— dije finalmente.

Se acercó y me dio una abrazo que hizo que sintiera mariposas en el estomago.

El susurro de su voz en mi oído hizo que me estremeciera.

—Espero verte pronto— dijo el con su acento francés el cual casi ni se apreciaba.

Me dediqué a mirarle a los ojos y sonreírle débilmente. Se apartó de mí y se fue alejando lentamente mientras de vez en cuando se giraba y nuestras miradas se volvían a cruzar como el primer día. Mi mente se nubló al plantearme si sería la última vez que lo viese.

Mi hermano, mi madre y yo entramos en casa en silencio ya que no sabíamos muy que decir. Cuando yo me iba a ir a mi habitación ya que lo que menos me apetecía era hablar de lo ocurrido hace unos minutos en la estación de metro, mi madre tosió y cuando la miré me hizo un gesto para que me sentara a su lado. No sé muy bien el por qué, pero un sentimiento de vergüenza y culpa inundaba mi cuerpo.

—¿Que ha pasado?— preguntó mi madre mientras yo, con desgana me senté entre los dos.

Resoplé y comencé a poner excusas ya que lo único que quería entonces era descansar.

—Mamá, es mejor que hablemos mañana, yo estoy cansada y...

—No, he dicho ahora.

Mientras la voz de mi madre se tensaba cada vez más, mi hermano me miraba fijamente sin pronunciar una sola palabra.

—A ver... ¿Pero desde el principio?— pregunté yo para ganar tiempo y así pensar lo que diría exactamente ya que las palabras no salían de mi boca.

—Desde que ha empezado todo, no sé, tú sabrás, pero dínoslo ya.

Este fue el momento en el que me planteé el mudarme a las afueras de la ciudad y no volver a pisar esta casa nunca más ya que a mis veinte todavía vivo con mi madre.

—Bien...— dije dudando en si debería decirles la verdad o si sería mejor ocultarla y que la única persona que lo supiera fuera Antoine –ya que ese hombre que intentó hacer conmigo lo que él quisiera, no se le podía considerar ni una persona-

—Todo empezó cuando salí de comprarme las últimas cosas que necesitaba. Fui a la estación de metro ya que nadie me podía llevar a casa, estuve esperando, hice las paces con Nora— dije mirando a mi hermano ya que era el único que conocía la historia— y cuando llegó el número siete, se bajaron dos chicos. Uno de ellos fue hacia mi y... digamos que intentó... violarme— continúe contando, intentando escoger la mejor palabra para describirlo—pero justo entonces vino el otro chico a ayudarme y resultó que era Antoine, el cual me acompañó a casa para que no me quedara sola— me quedé en silencio esperando a que mi madre o mi hermano dijesen algo pero nada, estaban atónitos.

—Pero...— comenzó mi madre tartamudeando.

—Ahora estoy bien, tuve mucha suerte y gracias a Antoine, ese "animal" no me hizo nada— dije mientras sentía como las lágrimas comenzaban a correr por mis mejillas recordando el sentimiento de miedo e irá por no poder hacer nada y sentirme inútil por un momento.

—Hay que llamar a la policia, ahora, y tú Nerea tienes que descansar e intentar olvidarte de ese hombre lo antes posible— dijo mi hermano en cuanto me vio llorar mientras me quitaba las lágrimas de la cara.

—Está bien, hasta mañana.

Subí las escaleras y fui a mi cuarto para tirarme en la cama. Cerré los ojos pero por un momento el hecho de dormir me pareció imposible. Se oían pasos en la planta de abajo, la voz de mi hermano diciéndole a la policía lo que le había contado yo hace unos minutos mientras mi madre lloraba, ya que a pesar de que nuestra relación madre-hija no hubiera sido la mejor, me había querido como a la que más. Daba vueltas en la cama intentando pensar que lo que no me dejaba dormir era que no tenía suficiente sueño como para dormirme cuando en en realidad lo que ocurría es que la cara del hombre sonriendo con esos dientes amarillentos no dejaba de aparecer en mi cabeza. Cogí el móvil y le mandé a Nora un mensaje diciéndole que teníamos que hablar. Pensando en si debería omitir la parte en la que Antoine aparece, finalmente, me quedé dormida.
Comentad que os parece la novela, votad y seguidme, estoy siguiendo de vuelta:)

"Sin ti no soy nada" TERMINADA [Antoine Griezmann]Where stories live. Discover now