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Aunque intentara sacudirse con todas sus fuerzas, los brazos y piernas no se liberaban de la pegajosa cuerda. La telaraña era enorme, los grises hilos se extendían en todas direcciones, como si no fuera una, sino cientos de redes que se intersectan aquí y allá creando paredes enteras de un blanco fantasmal, temblando casi imperceptiblemente por los movimientos de los seres atrapados en cada uno de los hilos.

Mina no estaba sola, mirara en la dirección que mirara cientos, miles de personas se encontraban pegadas a uno o varios hilos de la red. Algunas estaban inmóviles y grises, como si solo quedara una carcasa como prueba de su existencia. Otras, como ella misma, se debatian en forcejeos para tratar de salir.

Había personas, pero también Zentradis, gigantes atrapados en decenas de hilos, completamente indefensos a la irresistible fuerza que los mantenia pegados a la red. En ese momento todos eran iguales, todos eran víctimas de la misma araña.

Intentó calmarse respirando pausadamente. no era la primera vez que estaba en ese lugar, de eso estaba completamente segura, solo que algo se notaba diferente, como una tensión en el ambiente. Casi podía sentir la vibración del aire y no provenia de los hilos.

¿Viento?

Algo estaba por suceder, no cabía ninguna duda. Otros prisioneros de la enorme tela también lo presentian y buscaban con la mirada algún indicio de la tempestad que se avecinaba. No había nubes, solo la lechosa niebla gris que rodeaba la intrincada estructura que se extendía hacia todas direcciones.

La respiración pausada hizo que se controlara un poco. Dejó de debatirse inutilmente y solo permaneció colgada en su lugar, registrando con todos sus sentidos lo que pasaba alrededor. Ahora tambien podia escuchar un murmullo lejano, como un oleaje que llega a una playa lejana luego de atravesar las infinitas extensiones del océano del cosmos.

Matt.

Lo sintió cerca, como si su piel registrara la sensación del calor cercano de su cuerpo. Mina giró la cabeza y lo vio, cerca, pero no lo suficiente.

Matt estaba colgado al igual que ella pero a diferencia de los otros, su lugar parecía formar parte de una encrucijada de hilos enormes, anchos como pilares, cada uno de ellos sosteniendo una red diferente de hilos. El joven parecía estar inconsciente o dormido, ni siquiera parecía respirar.

—¡Matt! —gritó Mina, pero por más que gritara y gritara con todas sus fuerzas el joven no la escuchaba.

Una explosión repentina la encegueció, cuando pudo recuperarse del resplandor vió que el caos se había desatado alrededor de ella.

Había estallidos de luz por doquier, enormes esferas luminosas que aparecían de la nada y repentinamente crecían hasta explotar en un destello enceguecedor, algunas cercanas, otras lejanas, casi veladas por las redes de la telaraña que habia empezado a temblar por efecto de las ondas expansivas.

Mina se estremeció, pero no por las explosiones o el caos reinante. Algo estaba pasando con Matt. El joven habia despertado y miraba al cielo con los ojos bien abiertos mientras extendia su mano hacia uno de los hilos que lo sujetaban. El hilo se volvió rojo en cuanto su puño se cerró sobre el y Mina comprendió que el destino ya había trazado un camino para Matt

—¡No! —gritó mientras sujetaba el hilo más cercano que se comunicaba con su amigo. Sintió la energía fluir por el delicado entramado de fibras, como algo pulsante y vivo.

Tiró con todas sus fuerzas y el hilo se volvió rojo, exactamente como el que Matt tenía en la mano.

—¡No me rendiré Matt! —gritó con todas sus fuerzas —¡No te dejaré ir! ¿Me escuchas?

Chatarra [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora