Capítulo 25 | Caleidoscopio

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Narra Harold

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Narra Harold.

Febrero 2016.

Es sábado. No tengo mucho que hacer, solo he visto un par de películas de acción para matar el tiempo.

Estas vacaciones de verano se han vuelto realmente aburridas. Estoy ansioso por entrar a clases el lunes. Extraño mi equipo de fútbol. Ya quiero estar en el campo, y dar lo mejor de mí con los Tigres de Loto este año.

Por ahora, creo que lo mejor sería dar una vuelta y así distraerme.

Ahora, me encuentro en el centro comercial. Hace una semana lo inauguraron. Matt dice que hay un mirador increíble en la parte alta. Aunque antes de ir ahí, primero compraré mis útiles escolares para este año.

Sin pensarlo mucho, elijo algunos cuadernos baratos, y otros artículos.

A la salida. Un objeto en particular llama mi atención. Está en una caja de descuentos, y hay muchos de ellos.

—Disculpe, señorita. ¿Puede decirme qué es esto? —pregunto para salir de dudas.

—Es un caleidoscopio.

—¿Cómo se usa?

—Solo miras a través del tubo y lo giras para ver las diferentes formas y colores.

—¡Me lo llevo! —exclamo convencido.

He guardado los útiles escolares en la mochila, y el caleidoscopio, en mi bolsillo.

Es hora de ir al mirador.

La vista aquí es maravillosa, puedo ver toda la ciudad. Podría quedarme todo el día en este lugar, pero debo volver temprano a casa.

Hora de irme. Usaré el elevador para bajar. Soy demasiado perezoso para ir por las escaleras.

¿Qué fue ese ruido? Se ha escuchado en todo el lugar... ¡Rayos! El elevador no sirve. Se fue la electricidad.

Bueno, creo que esperaré aquí. No tiene caso bajar por las escaleras.

Las luces de la cafetería que está cerca, se han encendido. Ya regresó la energía, y por ende, puedo utilizar el elevador.

Veamos, bajaré al primer piso. Debo esperar. Tal parece que alguien viene subiendo.

Se abren las puertas. Puedo ver a un chico.

Qué expresión tan rara tiene en su rostro... ¿Por qué se queda mirando mis zapatos?

Luce algo confundido. ¿Estará ebrio?... No, creo que solo está respirando de más. ¿Será claustrofóbico?

Viene hacía mí. Sus ojos se están cerrando.

—¡Espera! ¡¿Qué te pasa?! Despierta amigo.

Se ha desmayado en mis brazos, y no tengo idea de quién es, pero lo he abrazado, para protegerlo. Estuvo cerca de golpearse la cabeza. Por suerte, estoy aquí.

—¡¿Hay algún doctor por aquí?! —pido ayuda.

—Yo soy médico —anuncia un hombre—. ¿Qué le sucedió a este joven?

—No lo sé, solo salió del elevador y se desmayó.

—Seguramente, quedó atrapado en el elevador cuando se fue la electricidad —deduce—. Es probable que sea claustrofóbico. Sí, veo que su corazón va muy rápido, hay que llevarlo de inmediato a un hospital. ¡Todos ustedes! Despejen el área —les ordena a varias personas—. Este chico necesita un poco de aire.

—¿Estará bien? —inquiero preocupado.

El médico me dirige la palabra.

—¿Crees que puedas llevarlo al primer piso? —solicita mi ayuda—. Un amigo tiene una ambulancia allá afuera, debo llamarlo. Mientras tanto, tú deberías ir y buscar esa ambulancia que se encuentra en el estacionamiento.

—De acuerdo, señor —accedo—. Yo lo llevaré.

—Gracias. A propósito, ¿Cuál es tu nombre? Debo decírselo al paramédico.

—Harold Miller.

—Está bien, llévalo con cuidado.

—Eso haré.

«Piso uno aquí vamos»

Este chico parece aferrarse a mis brazos. Casi puedo ver su corazón latiendo por encima de su camisa.

—Resiste, amigo —le digo, incluso teniendo en cuenta que no me escucha.

Lo he mirado. Su cabello es de color negro. Tiene muchas pecas en su rostro, y sus ojos... levantaré uno de sus párpados con cuidado. Y listo, él tiene unos ojos verdes tan hermosos. Sería una lástima que no sobreviva a esto. Es un chico atractivo. Me gustaría tener un novio así algún día.

¿Cuántas veces habrá sido besado? ¿Por qué me estoy preguntando esto en medio de un elevador y con un chico desmayado en mis brazos?

Debo estar loco, quiero besarlo. No puedo evadir este pensamiento. Es necesario que controle mis hormonas adolescentes en este momento.

No puedo controlarme... ¡Ya está! Lo he besado en la mejilla. No puedo creer que haya hecho eso, pero este chico es realmente lindo.

Las puertas del elevador se abren. Por fin he llegado al primer piso.

Salgo de inmediato, cargando al chico sobre mis hombros.

Rápidamente, llego al estacionamiento.

—¿Harold Miller? —pregunta el paramédico.

—Sí, soy yo.

—¿Conoces a este chico?

—No, no lo conozco.

—Bien, despreocúpate. Nosotros nos encargaremos de él.

—Listo —digo con tranquilidad.

—Gracias, Harold. —añade el paramédico —. Has salvado a este chico.

Es hora de irme. Subo al auto, y como es usual, no enciende. Debo golpearlo al menos unas tres veces para que funcione.

Ahora, conduzco lentamente sobre la carretera. El chico del elevador viene a mi mente. Sus mejillas estaban frías cuando lo besé. Las pecas en su rostro, esos ojos verdes. Su cabello negro y despeinado.

«Sí que es lindo» —pienso en él nuevamente.

Solo espero que esté bien. Le salvé la vida.

Diciembre 2016.

Y él, con su amor, también salvó mi vida. Amo con todo mi corazón a Brandon Hart. Lo quiero de vuelta, quiero sus lágrimas, su risa.

Es mi mayor deseo que volvamos a estar juntos, y cada día demos un vistazo a las nubes. Quiero probar de nuevo esos labios a los que me acostumbré, desde que lo besé por primera vez en un elevador de nubes, el día de nuestra primera cita.

La noche es hermosa. Estoy en el kiosco, esperando a Brandon. Deseo que él venga, y demos una segunda oportunidad al amor.

Los minutos pasan, y Brandon todavía no llega. Aun así, he acomodado mi traje, para lucir bien cuando él me vea.

Ahora mismo, sostengo entre mis manos un caleidoscopio. Lo he girado un par de veces, para ver sus formas, sus distintos colores.

Cuánto te necesito, cuánto te amo, Brandon Hart.

Elevador de NubesWhere stories live. Discover now