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Brandon Hart es un chico que vive atrapado entre su ingenuidad y la claustrofobia. De una u otra manera, su suerte, no tan favorable, suele arrastrarlo a algún espacio reducido. Perder el control en esos instantes, ya e...
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Puedo decir que el atardecer está en su mejor momento.
El momento de cercanía que tuvimos Harold y yo, ha sido maravilloso, pero, aun así, no puedo sacar conclusiones o ilusionarme en vano.
Estoy ante un chico del que desconozco prácticamente toda su vida, pero es obvio no saber nada sobre él, necesito conocerlo más.
—Vamos al auto —dice Harold de pronto.
—¿Cuál auto? —suelto una pregunta.
—Mi auto, daremos una vuelta como acordamos. ¿O acaso pensaste, Brandon Hart, que nuestra vuelta fue solo la travesía del túnel?
—De hecho, sí —digo—. Creí que nuestra vuelta terminó en cuánto salimos de ese túnel.
—Estabas equivocado, nuestro rato libre para conocernos apenas comienza —declara—. Hay situaciones que parecen un final, pero en realidad no lo son, estamos ante una de esas situaciones, así que levántate y vamos al auto.
—Qué pena, Harold. Te conocí apenas hace una hora, y ya estoy subiendo a tu auto.
—No te preocupes. ¿Qué podría salir mal?
—Bueno, vamos —accedo, tras soltar un suspiro.
Caminamos hasta llegar a su auto mal estacionado. Harold me abrió la puerta y subí al asiento delantero. Luego, él tomó las llaves del auto, quiso encenderlo, pero no funcionó. Era un auto bastante viejo, mal pintado, básicamente un completo desorden, y no quería arrancar.
Harold lo golpeó varias veces mientras trataba de encenderlo, y gracias a eso se escuchó el ruido del motor.
Estábamos listos para dar una vuelta.
—¿A dónde iremos? —le pregunto.
—Sencillo, iremos a mi casa.
—¿Seguro? ¿No es molestia?
—Para nada. —Harold se encoge de hombros—. Mis padres salieron de la ciudad, y volverán hasta en la noche.
Muestro seguridad ante Harold Miller, pero en realidad no es así. Me encuentro con un chico desconocido, en su auto, y nos dirigimos a su casa. Obviamente, espero lo peor.
—Brandon, ¿quieres decirme por qué estás tan nervioso?
—¡No lo estoy! —miento exasperado.
—No me engañas. Tu comportamiento a la defensiva te pone en evidencia —argumenta Harold.
—Pues sí, tengo miedo —admito por fin.
—¿De qué? —Trata de saber—. Dime lo peor que podría pasarte, que no te dé pena decirlo, Brandon Hart.
—Bueno, sonará exagerado y muy descortés, pero creo que lo peor que podría pasarme, es ir a tu casa y que las cosas se salgan de control.
