Capítulo 5 | Harold

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El césped, bañado por el rocío, da belleza a los jardines de Ciudad Loto

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El césped, bañado por el rocío, da belleza a los jardines de Ciudad Loto. En cuanto a mí, a paso lento, camino hacia la parada de autobús, obviamente para ir a la secundaria.

Es muy temprano. Debo tomar el primer autobús. La prueba para entrar a la banda me espera.

En cuanto subo, noto que hay pocos alumnos dentro. Apenas si el reloj da las seis de la mañana.

¿Qué me esperará hoy? ¿Haré más amistades? ¿Sobre cuál tema serán las lecciones? Tales preguntas vienen a mi mente, una y otra vez, durante el trayecto.

Al llegar a la secundaria, tenía demasiada prisa porque el autobús se demoró en la carretera. Había mucho tránsito a esas horas, lo que era muy inoportuno, pues Susy me dijo claramente que fuera puntual.

Corrí a través del pasillo, si tardaba un minuto más, me costaría mi lugar en la banda. Aún preocupado, pude escuchar el sonido de un violín mientras me acercaba al auditorio.

A pocos metros de llegar a la puerta, yo sostenía el estuche de mi saxofón en la mano.

De pronto, un chico apareció frente a mí, y al pasar corriendo, golpeó mi hombro accidentalmente. El estuche de mi saxofón cayó al suelo, expulsando el instrumento por los aires.

Noté que el chico que me empujó —y salió corriendo sin disculparse—, era Matt Wilson.

Detrás de Matt, venía otro chico, que también corría entre carcajadas.

Cuando recogí el estuche para revisar mi saxofón, noté a un tercer chico, pero éste iba caminando.

En este momento, levanto la vista. Él me observa fijamente, mientras camina con tranquilidad, como si nada le importase. Yo lo miro durante unos segundos, y puedo recordar que se trata del mismo chico que vi en el kiosco, ayer en mi primer día de clases.

Ese muchacho pasa a mi lado. Parece no querer perderme de vista. Ya me invade la incomodidad, así que de inmediato aparto la mirada, pensando en cuál podría ser la razón por la que él me observa de esa manera.

No lo he visto antes —a excepción de ayer en ese kiosco—, sin embargo, es algo extraño, tengo la impresión de que él me conoce.

Dejé de pensar boberías —quizá provocadas por mi ansiedad—, y entré al auditorio.

—Buenos días, Susy.

—Buenos días, Brandon. ¿Listo para tu prueba?

—Estoy listo.

—Dame un momento para terminar la prueba con la chica del violín.

—De acuerdo.

Mientras esperaba, tomé respiraciones diafragmáticas para disminuir mi ansiedad, y así poder concentrarme en la prueba. También bebí un poco de agua, y pude llegar a un nivel aceptable de calma.

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