Capítulo 19 | Destruidos

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El juego de los Tigres de Loto contra las Panteras de Midtown, parece estar en su mejor momento

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El juego de los Tigres de Loto contra las Panteras de Midtown, parece estar en su mejor momento. Es una fría tarde de domingo. Mucha gente observa el juego desde las graderías de la secundaria Owen.

Mi madre y mis amigos están aquí. Yo, enérgico toco el saxofón para animar al equipo, mientras Susy nos dirige, a mí y al resto de la banda.

Harold y Matt embisten a sus rivales para tomar el balón. El equipo está rebosante de energía, aun así, los Tigres van perdiendo el juego.

Las Panteras, son un equipo mucho más agresivo y rápido, eso les importa a casi todos los presentes, a excepción de Tina y Victoria, que discuten sobre pasos de baile.

Antes de que el juego diera inicio, Harold salió por el antiguo túnel, y fue a la tienda por unas bebidas. Ambos moríamos de sed. Él recorrió el túnel, para no ser visto por Victoria, como de costumbre.

Volviendo al juego...

Solo faltan unos segundos para que finalice el partido. Los tigres siguen en desventaja. Harold luce completamente agotado, y Matt se encuentra en la banca por un mal golpe.

Las panteras resultan victoriosas, y los Tigres han quedado descalificados del campeonato.

Vuelvo a las graderías, para descansar tras haber tocado el saxofón tan intensamente en los últimos minutos.

—Brandon, ¿cómo te sientes? —inquiere Tina.

—Yo estoy bien —le aseguro—. Pero me preocupa Harold. Para él era muy importante ganar este juego.

—Lo lamento, solo trata de apoyarlo lo más que puedas —dice con empatía—. ¿De acuerdo?

—Eso haré.

—Por cierto, Brandon. A que no lo imaginas. La fiesta de Halloween de ayer fue todo un éxito. Llegó una pareja de chicos gay; fueron la sensación. Nadie supo quiénes eran, pero fueron el tema de conversación durante el resto de la noche —comenta—. Lástima que Harold y tú no fueron, les habrían hecho competencia.

—Suena interesante. ¿Y quiénes serán esos chicos? —pregunto fingiendo que no sé nada.

—No lo sé, pero son geniales.

—Ok, Tina. —Me levanto del asiento—. Tengo que irme, apoyaré a Harold, de seguro está triste.

Fui a los vestidores para animar un poco a Harold. Noté que él se encontraba realmente molesto, tanto, que lanzó su casco contra el suelo.

—Amor, lamento lo que sucedió en el juego.

—Gracias —me contesta secamente.

—Sé que estás molesto.

—Sí, lo estoy —replica—. ¿Sabes? No quiero hablar ahora.

—Comprendo —murmuro—. Nos vemos luego. Te amo, Harold.

Elevador de NubesWhere stories live. Discover now