Capítulo 10. Regresando a casa.

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-¡Cariñito!- se anuncia Werner entrando por la puerta, demasiado temprano por la mañana.

-Te esperábamos hasta las diez- le digo mientras doblo las mantas que utilizamos ayer.

-No quise esperar más tiempo para verte- viene hacia mí con los brazos abiertos.

-Sí, cómo no, después de habernos dejado abandonados por dos semanas. Planeaba tener al menos un par de horas de tranquilidad antes de verte.

Y es una suerte que no haya llegado hace media hora porque nos habría encontrado tirados al aire libre, y eso damas y caballeros, me habría valido una burla para toda la eternidad.

-Ya sé que te morías por verme, pero por favor, controla un poco tu emoción- me da un abrazo de oso- te extrañé Cariñito- susurra en mi oído- Los Ángeles no fue tan divertido esta vez, y no tuve a quién molestar durante dos semanas enteras.

-¿Los Ángeles?- lo veo amenazadoramente- creí que tenías "asuntos pendientes" en Miami, pero al parecer estuviste tan feliz de la vida en Los Ángeles.

-Florida, California, ¿Qué diferencia hay?

-La distancia en ruta es de 4.395 kilometros, más de un día de camino ¡SÍ, DIGAMOS QUE HAY UNA GRAN DIFERENCIA!

-No si tienes un jet- se echa a reír- Deja de ser tan sabelotodo, no te queda, sí estuve en California, si eso te hace sentir feliz, pero mis asuntos no iban a demorarse quince días, así que fui a pasar unos días a Los Ángeles, un par de fiestas, nada realmente memorable.

-Da igual.

Alex sale de la cocina y se une a nosotros en la sala, con Chubaca siguiéndole de cerca y moviendo la cola al caminar.

-Hey, chico- lo saluda Wern y se voltea hacia mí- ¿Cariñito, cuidó bien de ti este sujeto?

-Sí, Wernie, tranquilo.

-Bien- frunce el ceño- porque de no ser así esta es la mejor oportunidad para hablar, porque podemos enterrar su cadáver a los alrededores de la cabaña y nadie lo notará, descuida, le diremos a sus padres que fue tan inconsciente como para salir a caminar solo a los alrededores y se perdió- le da a Alex una mirada fría- ¿Así que cuidaste bien de mi niñita?

Pongo los ojos en blanco. Alex me mira con una sonrisa impresa en su rostro, al parecer Werner Arber no le intimida en absoluto.

Hace más de doscientos años que ya no soy una niñita.

-Siempre, señor. La inocencia de Felissa sigue intacta.

-Sí, claro- contesta mi tío con sorna y yo quisiera darle un buen puñetazo en la mejilla- la verdad es que te admiro, mira que aguantarla por dos semanas sin intentar asesinarla mientras duerme...- suelta una risa socarrona.

-Basta. Me están avergonzando- intervengo antes de que me pongan en un ridículo más grande.

-Bien, bien, hora de irnos entonces.

-Danos un momento, como ya te dije, no te esperábamos tan temprano, así que ni siquiera hemos desayunado, pero podrías ayudarme con las maletas- tomo mi maleta y aprovechando que Alex está entretenido con Chubaca, se la lanzo a Werner con fuerza, el impacto lo desequilibra sólo un poquito.

Antes de que den siquiera las nueve y treinta ya estamos montados en el todoterreno alquilado.

Werner saca algo de la guantera y nos tiene nuestros celulares.

-Al fin- Alex toma el suyo y rápidamente revisa todas sus notificaciones, Chubaca reclama su atención removiéndose entre sus brazos.

Por el contario, mi celular ha sido apagado. Cortesía de Werner, claramente.

ReinaWhere stories live. Discover now