◦Doce:Ruta C◦

850 34 10
                                    

—Como sea.— Estabas celosa y molesta.

¿Y si en realidad era así con más chicas? ¿Y si estaba con varias a la vez que contigo?

Pasaste por la multitud de gente, para luego irte a la salida. Le ibas a dejar allí plantado por haber ido con tu hermana y no contigo.

Estabas mareada, ¿pero qué habías bebido? No habías comido nada en horas así que había hecho efecto rápidamente.

Red te agarró del brazo cuando estabas a punto de salir.

—¿A dónde vas?

—Déjame en paz, ¿crees que conmigo puedes jugar? Si quieres follarte a más de una estando conmigo ya te puedes ir a la mierda.

—¿Pero qué estás diciendo?

No sabías si era a causa del alcohol junto con la frustración que tenías de solo pensar en lo que creía que estaba haciendo Red, eso de estar con varias. No comprendías por qué había ido con tu hermana en vez de ir contigo.

Comenzaste a llorar como una niña.

—(T/N), estás borracha deberíamos ir a...—Antes de que pudiese terminar la frase le empujaste y saliste corriendo.

Corrías sin parar mientras llorabas. Los tacones junto con el vestido te molestaban para correr y te hacían casi tropezar en más de una ocasión. El maquillaje que llevabas comenzaba a correrse levemente.

Bajaste unas escaleras, estando tu casa en la siguiente calle. Te encerrarías en tu cuarto con tu pequeña borrachera (que tristemente se había provocado por un vaso de cualquier mierda con alcohol).

—¡(T/N)!—gritó Red a punto de alcanzarte. Te volviste mientras corrías a verle, tropezándote con tus propios pies y cayendo por las escaleras de boca.—¡Mierda, (T/N)!—Te encontrabas en el suelo aturdida. No conseguías despejar tu mente entre el golpe de la caída y el alcohol. Se arrodilló a tu lado con una gran expresión de preocupación.—¿Estás bien? Vaya hostiazo te has dado.—Te hubiese hecho gracia la expresión que había usado en otra ocasión y no precisamente en esta.

—Déjame... no... no me toques...—le decías tratando de apartarte, pero no encontrabas fuerzas. Tenías la cabeza hecha un bombo. Red te sujetaba entre sus brazos, estando todavía en el suelo, no te dejaba marchar.

—Te has abierto una brecha, tenemos que ir a un hospital o algo y...

—¡Qué no!—De un empujón volviste a terminar en el suelo.—Tú no me quieres.

—¿Cómo?

—Te fuiste con mi hermana a la fiesta, sin mí. Me has cambiado por la guarra de mi hermana—la insultaste sin el menor miramiento—, te odio. No te acerques.

—¿Qué dices? Yo no me fui con ella, ella apareció de repente allí. Yo fui solo a la fiesta (T/N), no te dije nada porque tenías exámenes, ¿entiendes? Ven aquí.—Te cogió en brazos. Tú habías dejado de resistirte.—He dejado a Blue para poder estar contigo, no por nadie más.—Con cuidado te sentó sobre las escaleras por las cuales habías caído.—Mierda no tengo nada para la brecha—decía mientras buscaba en sus bolsillos.

Entonces se quitó la camiseta y tú te encendiste como nunca antes.

La hizo una bola y la puso sobre tu herida, presionando. Puso una expresión de alivio tras inspeccionarla mejor.

—Menos mal, es mucho más pequeña de lo que creía, ¿te duele? Te llevaré a casa.

Te sentiste fatal tras saber toda la verdad y al ver cómo se preocupaba por ti aunque te habías comportado como una idiota. Te abrazaste a él con fuerza llorando otra vez.

—Lo siento. No quería decirte todas esas cosas. Lo siento, lo siento...—repetías una y otra vez ocultando la cara en su pecho. Él te abrazó unos segundos, para luego separarse de ti y mirarte con sus hermosos ojos rubíes.

—Está bien. No importa.—Se aproximó a tu rostro, apoyando su frente con la tuya. Cerró los ojos dejando su camiseta con manchas de sangre a un lado.

—Te quiero—le susurraste.

—Yo te amo—te contestó a la vez que los abría y te besaba con suavidad por poco tiempo—. No sé que me has hecho, pero te amo desde que te vi por primera vez—hablaba en voz baja, pudiéndolo escuchar solamente tú. Volvió a besarte, esta vez con más intensidad y deseo. Pasaste tus manos por su espalda desnuda, subiendo y poniendo una de estas tras su nuca. Él se inclinaba hacia a ti abriéndose paso entre tus piernas. Bajó sus labios hasta tu cuello besándolo con delicadeza.

—Red—dijiste entre suspiros.

Sentiste que empezaba a ir demasiado lejos cuando metió su mano bajo tu vestido.

—Red—volviste a decir pero con más firmeza, para que parase—, estamos en la calle.

—No hay nadie. Todos están la fiesta y el resto en sus casas.—Levantó tu falda. Querías pararle pero él era más fuerte que tú.

—Para—le pediste suplicante. Él no lo hacía—. Por favor.—Estabas realmente ruborizada.

Querías levantarte e irte, pero no podías. No te encontrabas en condiciones para hacerlo. Bajó tu ropa interior, tocando tu intimidad con sus dedos. Jadeaste. Le miraste sin saber qué haría a continuación, entonces lo supiste: bajó su cabeza hasta tu entrepierna, como en el sueño que habías tenido con él. Te aterrorizó pensar que te clavaría como en este un cuchillo en el estómago.

Mientras acariciaba tu interior con los dedos y con sumo cuidado, la punta de su lengua rozó tu parte más sensible, para luego dar vueltas sobre esta. Comenzaste a gemir, pero tapaste tu boca para evitar hacer ruido y que te escuchasen. Introdujo sus dedos más profundamente dentro de ti, y con más fuerza, comenzando a embestirte con estos. Ahora toda su lengua pasaba por tu clítoris, haciendo que te humedecieses hasta niveles que no llegaste a imaginar que llegarías. Te echaste sobre las escaleras extasiada en placer. Red tenía bastante experiencia.

—Creo que ya estás lista—dijo separando su boca de tu sexo. Levantó la cabeza mirándote con una sonrisa y relamiendo sus labios. Se inclinó hasta tu rostro.—Sabes deliciosa, ¿lo sabías?—Te besó haciéndote probar tu propio sabor.

De repente, sin suponerlo ni sabiendo que lo haría, introdujo tu miembro dentro de ti, haciendo que dieses un gemido ahogado. Arañaste su espalda casi de dolor. Te agarró las piernas haciendo que con ellas rodeases su cintura. De esa forma podría penetrarte mejor. Comenzó lento, pero cuando llegado a un cierto punto, su excitación le pudo y aumentó la velocidad.

No tenías fuerzas para negarte y parar aquello. No querías seguir, pero no eras capaz de hacer nada al respecto, solo esperar a que terminase.

Hundió la cabeza en tu pecho mientras te penetraba, besando y lamiendo el borde del escote, hasta que lo bajó junto con el sujetador, dejando a la vista tus pechos.

—N... no...—dijiste avergonzada, intentando cubrirlos. Él agarró tus manos para que no pudieses hacerlo y los besó, mordisqueando uno de tus pezones.

—Son hermosos.

Rato después, arqueaste la espalda de placer llegando al clímax.

TESIS 〈GREENxLectoraxRED〉+xBLUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora