Capítulo XI

1.8K 77 1
                                    

Mierda.

A solas.

Doble mierda.

Y estoy algo borracha todavía.

Triple mierda.

Entra y se queda parado en medio de la alfombra. ¿No piensa bajarme? Está mirando todo curiosamente y mis mejillas se ruborizan. Ahora no tengo tantas ganas de que me baje... no quiero que vea mis mejillas calientes. ¿Que es lo que esta jodidamente mirando? ¿Mi cama? ¿En qué demonios está pensando?

-Es una linda habitación... sencilla. Me gusta -dice. - Tienes muchas fotografías allí -agrega acercándose a mi mural de fotos. ¡Lo que me faltaba! Que se ponga a ver mis fotos viejas... ¡MIERDA! La foto. Campamento. ¡NO, NO, NO, NO! Se va a dar cuenta. ¿Por qué puse la foto ahí? Comienzo a patalear para llamar su atención. - ¡Hey! ¿Qué te
pasa?

- ¿No piensas bajarme? -todo esto es tan surrealista. ¿Qué diablos estoy haciendo en mi cuarto con Justin?

- Oh, sí. - contesta vergonzosamente.

Me baja cuidadosamente. Me deslizo sobre su cuerpo lentamente. Eso no era en lo que estaba pensando cuando le dije que me bajara.

Nuestros cuerpos se tocan en todas las partes importantes, sus dedos cepillan mi espalda desnuda y me estoy sofocando. No puedo respirar, ni tragar y no tengo idea de dónde mirar. ¿Al techo? Muy retardada. ¿Al suelo? Muy sumisa. ¿A él? No creo que pueda resistirme si lo miro a los ojos en este momento. Muerdo mi labio. Fuerte. Siempre hago eso cuando estoy nerviosa.

Por alguna razón que todavía no comprendo levanto la vista pero no me está viendo a los ojos. Está viendo mi labio atrapado entre mis dientes. Lo suelto rápidamente. Soy una cobarde. Doy un paso atrás. ¡Y a que no saben! Lo di con mi pie malo y trastabillo.

-Mierda -maldigo lloriqueando.

Parezco una nena, pero no me importa. Me duele y mucho. Por lo menos creo que eso aligero la tensión del ambiente.

-Ven. - dice poniendo sus manos en mi cintura. ¿Es que no puede dejar de tocarme? ¿No ve que me estoy muriendo aquí? ¿Qué estoy hiperventilando? No puede ser tan idiota.

Me empuja hacia la cama suavemente y caigo sentada. ¿Que. Demonios. Está. Haciendo? Se arrodilla frente a mí y toma mi pantorrilla. No sé si estar aliviada o decepcionada. Sus dedos ágiles me desabrochan la sandalia y me la quita con elegancia. ¿Quien se cree? ¿El príncipe de Cenicienta? ¡Jajá! Bien, Abby. Bromea todo lo que quieras pero tus piernas con piel de gallina no opinan lo mismo. Ahora estoy hablando conmigo misma, genial. ¿Que está mal conmigo? Pasa a mi pie lastimado y repite el movimiento pero mucho más suave, con cuidado.

Mi respiración es muy superficial y debo estar tan sonrojada que daría vergüenza verme al espejo. Sus dedos empiezan a masajear y a mover mi pie. Jadeo.

- ¿Te duele mucho? -pregunta alarmado.

Sí, claro... has jadeado por dolor. No tiene nada que ver con el hecho de que sus manos te están tocando tan delicadamente. -dice con ironía la vocecita.

Tiene unas manos jodidamente perfectas ahora que las veo. Son grandes, fuertes, masculinas, pero al mismo tiempo son delicadas... con dedos largos de pianista.

-No. -titubeo con mi voz ronca.

Sus dedos suben un poco por mi pierna y creo que deje de respirar.

Si tan sólo subieran un poco más arriba... Oh, dios. Muerdo el interior de mi mejilla para evitar gemir o algo.

Lo miro y... no me está viendo. Tiene la mirada perdida en el techo o algo. Siento una punzada de decepción. Se levanta abruptamente.

-Emm, bueno... tengo que irme -dice nerviosamente. ¿Recién se habrá dado cuenta de que está en el cuarto de la mejor amiga de su novia? ¿A solas? ¿En la oscuridad? ¿Tocándome?

-Humm, bueno. Gracias por traerme.

- No fue nada -se queda mirándome fijamente por un momento. Luego mueve la cabeza como aclarando sus pensamientos y se dirige hacia la puerta. Yo sigo mirándolo intrigada. ¿Qué le pasa?

-Adiós, Abby. - susurra y atraviesa la puerta. Me gusta como dice mi nombre.

Luego de unos minutos me levanto con cuidado de la cama y miro por la ventana.

Está entrando a su auto y mira hacia arriba. Como un acto reflejo doy un paso hacia atrás, pero eso es ridículo porque no creo que me pueda ver desde allí. Controlo mi respiración y me acerco otra vez vacilando, pero al auto ya no está. ¿Se fue tan rápido?

Estoy por alejarme cuando veo una furgoneta estacionándose en frente de la casa de Logan.

¿EH? No logro ver muy bien quien conduce. Pero de pronto la puerta del acompañante se abre y sale Logan todo radiante. ¿Qué diablos? Lo veo caminar hasta su porche y saluda con la mano a quien sea que está conduciendo.

-Adiós -chilla la voz de una chica y toca la bocina.

Logan ríe y entra a su casa tambaleándose un poco. ¿Qué es lo que acaba de pasar?

Solo estoy segura de algo. Niñero... ¡Mi culo!

Tenias que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora