Capítulo 11: Una extraña coincidencia

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Durante toda la semana, Matthew continuó insistiendo con que quería conocer a mi madre. Su intensidad fue tanta que al final terminé cediendo. El sábado a las diez de la mañana se presentó en mi casa usando una camisa rosada manga larga, un pantalón beige, una correa marrón y unos zapatos del mismo color. En su mano izquierda sostenía un ramo de flores variadas. Apenas lo vi de esa forma, salí y cerré la puerta dejándonos afuera.

-No vendrás a pedir mi mano, ¿o sí?

-Muy graciosa -me besó.

-¿Qué es todo esto?

-Dafne me habló sobre tu madre.

-Ella puede ser difícil de tratar, pero no es que sea la reina de Inglaterra como para andar con tanto formalismo.

-¿Debo regresar a cambiarme?

Suspiré.

-No, ya estás aquí. Pasa.

Abrí la puerta para que los dos entráramos. Dejé a mi novio esperando en la sala y agarré las flores para ponerlas en un jarrón con agua, mientras tanto, él tamborileaba sus dedos sobre la mesa y me miraba expectante.

-Madre -grité desde la sala-, ¿podrías venir a la sala?

-¿Qué sucede?

-Sólo... ven.

Mi mamá salió de su cuarto algo confusa. Yo no sabía qué decir, así que le señalé a Matthew. Cuando lo vio, se desconcertó aún más, pero de inmediato recobró la compostura. Se peinó el cabello con los dedos y se acercó a él. Mi novio se colocó de pie.

-Señora, mi nombre es Matthew Fontaine -se dieron la mano.

-Eloise Moncrieff.

-Es un placer conocerla. ¿Podría tomar asiento un momento?

-Por supuesto -se sentó y él permaneció de pie.

-Verá, la razón por la que estoy aquí es... Su hija y yo... bueno, hemos empezado una relación amorosa. Somos novios y quería que usted lo supiera.

-Vaya -mi mamá alzó las cejas y se produjo un corto silencio extraño de describir-. Pareces un buen muchacho -sentenció-. Aprecio mucho que hayas venido hasta acá sólo para contármelo. Si fuera por Katheleen, no me habría enterado nunca -me lanzó una mirada de reclamo.

-Para mí es importante la familia, por lo tanto, su aprobación significaría mucho -sonrió.

Me levanté de donde estaba sentada.

-¿Me disculpan un momento? Vuelvo enseguida.

Fui directo a mi habitación; no podía estar ni un solo segundo más presenciando esa situación. Mi novio actuaba como si estuviéramos en los tiempos arcaicos donde el hombre iba a pedir la mano de su mujer en la casa de los suegros; sin romance, sin locura, sin rebeldía, sin un poco de drama ni emoción alguna.

Desde mi cama, podía escucharlos hablando y riéndose. Se estaban llevando de maravilla y se suponía que yo debía estar más que feliz, sin embargo, eso me incomodaba. Incluso me hacía sentir algo de fastidio. No comprendía qué estaba sucediendo conmigo. Tenía unas súbitas ganas de llamar a Marianne y escuchar su voz. No sabía cuál era el propósito, pero terminé haciéndolo.

-¿Katheleen?

-Así es -sonreí al escuchar su voz-. ¿Qué haces?

-Ahora mismo estoy ocupada, ¿por qué lo preguntas? ¿Necesitas ayuda con el informe?

Mi sonrisa se esfumó.

-No, no. El informe va bien.

-¿Entonces?

SERENDIPIA PARTE I: MARIANNEWo Geschichten leben. Entdecke jetzt