CATORCE

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Mis padres se habían ido y no me dejaron ni siquiera tocar a Ian. Odiaba a todo el mundo en estos momentos pero creo que más a mí misma.

Todo esto era consecuencia de mi comportamiento, pero no sabía cómo ser diferente. El convertirme en madre había sido el detonante de un estado de confusión dentro de mí. Quería mi vida a como era antes de estar embarazada, pero también amaba a Ian. Estaba enamorada de Alan, pero él no correspondía mis sentimientos, lo que me llevaba al deseo de nunca haberlo conocido, pero sin él no tendría a Ian. El amor por mi bebé es lo único que tenía claro, pero necesitaba ser una buena madre para él, pero no estaba segura de cómo llegar a serlo.

Pero tenía que serlo, sino corría el riesgo de que mi hijo creciera pensando que yo era su hermana, porque cuando mi papá me dijo que sería capaz de pedir legalmente la custodia de Ian, le creí, estaba en sus ojos, su determinación, pero sobre todo pude ver que había llegado a decepcionarlo tanto, que aunque yo fuera su hija e Ian su nieto estaba muy dispuesto a dejarme a mi suerte con tal de que Ian tuviera una infancia feliz, sin las perturbaciones que pudiera causarle la bipolaridad de su madre.

Estaba en mi habitación, acostada en mi cama mirando fijamente el techo cuando el sonido de mi celular me alerto de que tenía un mensaje. Era de un número desconocido:

"Hola hermosa, anoche la pasamos de lo mejor. Me puso muy triste el despertarme y ver que te habías ido. Tenía la esperanza de que nos divirtiéramos un poco más. Si quieres puedes venir esta noche a mi casa. Diversión garantizada, después de todo esta vez estaríamos sobrios. Te espero"

No se necesitaba ser adivino para saber quién era. Acosador. Yo no recordaba haberle dado mi número, aunque no es como que recordara mucho de lo que había hecho.

Tenía que reconocer que su propuesta era más que tentadora, después de todo cada quien tiene sus necesidades.

Estaba debatiéndome internamente que podía ponerme cuando algo húmedo saliendo de mi pecho me devolvió a la realidad. Mi papá tenía razón al querer quitarme a Ian.

Cuando solo hace unos momentos estaba tratando de averiguar la forma de ser una mejor madre para él, solo basto un maldito mensaje de texto para hacerme olvidar a mi bebé y estar dispuesta a acostarme con alguien que apenas conocía.

Jamás me cansaría de repetírmelo. Era la peor madre del mundo.

Mi bebé se merecía lo mejor, también se merecía que su madre por primera vez en su vida dejara de ser una zorra y luchara por él.

Así que elimine el mensaje y salí a buscar a la abuela. Si ser psicoanalizada era lo que necesitaba para tener a mi niño de vuelta, por más que odiara la idea, es lo que iba a hacer.

●●●●●

Un mes más tarde.

Me sentía como estaba segura que se sentía un alcohólico con síndrome de abstinencia.

Tenía más de un mes sin ver a Ian y lo extrañaba demasiado.

La terapia que había estado haciendo con la abuela no había sido tan mala como esperaba, claro que tuve que poner mucho de mi parte, y valía la pena. Por eso me encontraba en un taxi camino a casa.

La confusión en mi cabeza había casi desaparecido por completo, debía entender mi realidad, tenía un bebé que me necesitaba y eso es en todo lo que debía enfocarme. Con respecto a Alan, mi tonto lado femenino soñador aun esperaba que algún día se diera cuenta que estaba enamorado de mí y formaríamos una familia. Pero yo era una chica realista, así que lo más probable es que continuara siendo el mismo mujeriego de siempre, así casi había llegado a resignarme con ese tema.

Por fin después de lo que pareció una eternidad nos detuvimos frente a casa. Mis emociones comenzaron a abrumarme, en lo único que pensaba era en abrazar a Ian y no soltarlo por la próxima semana.

Como era de esperarse no había nadie esperándome en la puerta, pero una de las tantas cosas que me había enseñado la abuela en las últimas semanas era ser más positiva. Escuche el sonido de la tv por lo que me dirigí directo hacia la sala sin molestarme en mover mis maletas de la puerta.

Mis padres estaban sentados viendo una película.

— ¡Llegue familia! —exclamé con entusiasmo.

Se sobresaltaron un poco, pero papá reacciono al instante y se levanto caminando directamente hacia mi y me dio un apretado abrazo. Eso me asombro un poco.

— ¡Mi niña! No sabes cuánto te extrañé, lamento haber sido tan duro contigo, pero debes entender que era necesario.

Lo abracé con todas mis fuerzas, también lo había extrañado mucho.

—No hay problema papi, lo entiendo —me sorprendía el grado de madurez que había logrado.

Papá me miro sorprendido y luego sonrió ampliamente. La voz de mamá interrumpió nuestro momento.

—Espero que mantengas esa actitud diario, no solo por hoy.

Mi sonrisa se tambaleo un poco.

—Adriana —la reprendió suavemente papá.

—Claro mamá, por cierto me alegra verte —dije sonriendo a lo que ella solo correspondió con una mirada escéptica. Volví a fijar mi atención en papá.

—Y bien, ¿dónde está mi bebé?

Su expresión se tensó un poco, lo que me hizo preocuparme al instante.

— ¿Le pasó algo a Ian? ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Dónde está mi hijo?

—Cálmate, Ian está perfectamente, solo que... No está, quiero decir salió.

Lo mire con confusión.

— ¿Salió? No me digas que dejaste que Samuel lo llevara al parque. ¿Por qué hiciste eso? Sabes cómo es de despistado a veces. Iré a buscarlos.

Papá se miraba algo incómodo.

—Samuel está en la casa de unos amigos, no está con él. Se lo llevó Alan.

— ¿Qué?

—Así es. En las últimas semanas ha venido casi diario a visitarlo.

Mentiría si dijera que escuchar eso no me emocionaba. Será que...

De pronto escuchamos que la puerta principal chocaba con algo.

— ¡Demonio Naia! Casi me quedo sin dientes —gritó. Agregó rápidamente —Lo siento Ian.

Mi corazón se aceleró por la idea de ver a mi bebé y a su padre. El primero en entrar fue Samuel, que a pesar de su griterío me dio un fuerte abrazo y me dijo:

—Bienvenida hermanita.

El balbuceo emocionado de Ian me hizo soltar sin mucha delicadeza a Sam y darle toda mi atención. Mi sonrisa emocionada desapareció completamente al ver que Ian no estaba en los brazos de su padre. Estaba en los brazos de una chica que jamás en mi vida había visto. Alan estaba a su lado por supuesto y se miraba como si fuera a huir en cualquier momento.

— ¿Tú quién eres? —le pregunte con desprecio.

Me sonrió como si fuésemos amigas de toda la vida y contestó:

—Yo soy Yaiza, la esposa de Alan.


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¡Hola mis amores!

Al rato les traigo el otro capítulo :)


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⏰ Last updated: Jul 24, 2016 ⏰

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Mi Pedacito de CieloWhere stories live. Discover now