TRECE

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La ventana.

No había cerrado la ventana.

Espera.

No había ventanas en mi habitación de la casa de la abuela. Entonces, ¿de dónde provenía la molesta luz que daba justo en mi cara?

Abrí solo un ojo esperando no ver lo que ya temía, y sí, era lo que temía.

Estaba en una habitación desconocida y podía sentir que había alguien a mi lado.

Trate de recordar que había pasado la noche anterior sin éxito. Con mucho cuidado voltee la cabeza, encontrándome con un muy durmiente, ¿cuál era su nombre? Oh si, Daniel. La mayor parte de la sabana la estaba acaparando yo, por lo que podía ver claramente que estaba desnudo. No necesitaba confirmar para saber que yo también lo estaba.

Dios mío, ¿qué había hecho? Si mi papá llegara a enterarse de esto no permitiría que regresara jamás, y estaría aún más decepcionado de mí.

Necesitaba salir lo más pronto posible de aquí, pero no sabía qué hacer. ¿Lo despertaba o salía a escondidas? ¿Y si no vivía solo? ¿En qué momento me metí en este lío?

Con el mayor cuidado posible, me senté, escaneando rápidamente en busca de mi ropa. Era un desastre, había ropa por todos lados al igual que botellas de licor. Eso explicaba el por qué no podía recordar nada. Debajo de una montaña de botellas logré distinguir algo azul. Mi vestido. Con movimientos lentos y cuidados logré salir de la cama y me puse mi vestido lo más decente posible.

Me tomo alrededor de veinte minutos encontrar el resto de mi ropa, mi bolso y mis zapatos. Afortunadamente Daniel no había dado señales de vida aun. Había decidido salir a escondidas, al menos podía conservar lo poco que quedaba de mi dignidad. Echando un vistazo al espejo que se encontraba detrás de la puerta me percate que mi intento por verme decente había sido todo un fracaso, pero eso era lo de menos, necesitaba llegar a la casa de la abuela antes de que descubriera que no llegue a dormir, si es que no lo sabía ya.

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Le indique al taxi que me dejara unas cuantas casas antes, en mi pobre intento de ocultar mi noche de desenfreno. Aún seguía agradeciendo a todos los santos que podía recordar el que Daniel al parecer vivía solo, no me encontré con nadie y la puerta principal estaba cerrada descuidadamente sin seguro.

Ya en la casa de la abuela, giré lo más suave que pude la llave para no hacer tanto ruido. Una vez dentro me encontré con nada más que silencio. Estaba a punto de dar un suspiro de alivio, cuando escuche un bajo balbuceo proveniente de la sala.

Ian.

Mi bebé estaba aquí. Mi corazón empezó a latir rápidamente, una mezcla de emoción por ver a mi niño y temor porque era evidente que había sido descubierta.

Camine directo hacia la sala. Al parecer todos esperaban que hiciera mi entrada triunfal, en total silencio y con miradas afiladas. En cuanto Ian me vio empezó a agitar sus pequeños brazos y piernas, se me formó un enorme nudo en la garganta, a pesar de todo mi bebé se alegraba de verme, su balbuceo se volvió más fuerte y sonreía alegremente. Quería llorar histéricamente mientras lo abrazaba con todas mis fuerzas.

Y eso me disponía a hacer cuando papá se levantó como un rayo y se puso frente a mamá que tenía a Ian en brazos, lo que ahora que lo notaba era demasiado extraño, normalmente ella no le dirigía ni una mala mirada.

—No vas a dar ni un paso más Naia Violeta —la furia detrás de sus palabras me sorprendió bastante. —No voy a permitir que toques a mi nieto cuando es evidente que tuviste una noche de borrachera y no quiero imaginar de que más y peor aún con quien.

Eso me dejo totalmente estupefacta. Si las miradas mataran, mi pobre bebé ya estaría huérfano, reaccionando rápidamente, eso solo me hizo enfurecer.

—No tienes ningún derecho para prohibirme tocar a mi bebé. Es mi hijo —Lo reté con la mirada.

—Por si lo has olvidado, aun eres menor de edad, dependiente de mí, lo que me vuelve responsable tanto de ti como de Ian, y si decido que lo mejor para él es crecer lejos de ti, así será.

Escuchar eso se sintió como un horrible golpe en centro del pecho, él no sería capaz de hacer eso, no podía.

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas.

—No puedes hacer eso, no puedes separar a un bebé de su madre.

—Claro que puedo. Sobre todo cuando esa "madre" le hace más mal que bien.

—Eso no es verdad. Yo no le hago mal, he cometido algunos errores, pero nada que le haya hecho un daño grave.

—Pienso que el golpear a un bebé es bastante grave. Ahora, ¿se puede saber dónde estabas? El objetivo de que vinieras aquí era que tuvieras la ayuda que evidentemente necesitas y poder ser una mejor madre para Ian, no para que olvidaras que tienes un hijo y salieras de fiesta.

No sabía que responder. El admitir lo que estuve haciendo la noche anterior solo le daría más razón para querer alejar a Ian de mí. Solo lo miré.

—Responde Naia Violeta —mamá por fin había decidido intervenir. —Tu padre está hablando contigo, no con la mesa. Admito que no me he comportado de la mejor manera con mi nieto, pero eso ha cambiado, él no tiene la culpa de nada, y si se trata de protegerlo, aunque sea de ti, lo haré.

La mire con desprecio.

— ¡Tú no tienes y nunca tendrás ningún derecho sobre mi hijo! —para este punto yo ya estaba llorando y gritando histéricamente. — ¡Tu menos que nadie!, tu intentaste matarlo y ahora te la vienes a dar de la redimida. Dame a mi hijo, no quiero que lo toques, no quiero que estés cerca de él, eres de lo peor, eres una... —mis palabras fueron cortadas abruptamente por un golpe en mi cara. Al principio estaba confundida sobre qué había pasado, me lleve la mano hacia mi labio inferior encontrándolo abierto y sangrando abundantemente. Ya había pasado por algo como esto, pero esta vez el dolor emocional fue mucho peor.

Mi padre me había golpeado.

En todo lo que llevaba de existencia él jamás me había golpeado. Hasta ahora.

— ¡No le hables así a tu madre! —gritó tan fuerte que asusto a Ian, quien empezó a llorar. —Le debes respeto, no importa que. Ahora vete a tu habitación, nosotros nos vamos de aquí. Cancele tu vuelo de regreso, he decidido que regresaras hasta que demuestres que puedes ser una mujer y madre responsable, y si tu comportamiento como el de hoy se vuelve a repetir, entonces me obligarás a pedir legalmente la custodia de Ian.


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¡Hola mis amores! (Si aun los hay) :(

¡Los extrañe!


Se que estuve mucho tiempo ausente, pero ustedes saben, problemas que siempre te da la vida.

En fin.

Me alegro de estar de regreso, y a manera de compensación trataré de publicar un capítulo diario (haré todo el intento posible) espero que aun les guste mi historia.

¿Qué opinan de este capítulo? ¿Les gustó? ¿No les gustó? Pueden decirme todo lo que quieran en los comentarios.


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¡Besitos llenos de amor y de labial sabor a fresa!



Mi Pedacito de CieloWhere stories live. Discover now