CINCO.

115 14 2
                                    

Quiero pensar que fue un milagro.

Gracias a Dios no había perdido a mi bebé. Estaba segura de que eso era una señal que indicaba que estaba destinado a nacer y que, a pesar de que no sería fácil, podría con ello.

Mamá aún seguía enojada conmigo, pero parece que había desistido de la idea de matar a su nieto.

Estaba en la sala de espera de la clínica, para ser atendida y que me confirmaran lo que ya sabíamos y rezaba por que la pastilla que tome no haya dañado a mi bebé. Mamá estaba mortalmente callada sentada a mi lado.

—Naia Areilza —llamó la enfermera.

Mis palmas empezaron a sudar y podría jurar que todos en la sala se me quedaban viendo con mirada juzgadoras.

La enfermera me dio una mala mirada y nos condujo por un corto pasillo hasta llegar a una puerta con una placa que dictaba:

Dra. Mariel Vega.

Gineco-Obstetra.

Embarazo de alto riesgo.

Entramos a la pequeña sala y detrás de un escritorio que era casi tan grande como la sala, estaba una mujer de unos cuarenta años, delgada, cabello largo marrón y expresión amable. Me hizo sentir menos incomoda.

—Buenas tardes —dijo con una cálida sonrisa. —Naia ¿cierto? Bien, toma asiento. Veo, según tu historial, que estás aquí porque estas embarazada.

—Si —dije en voz baja.

—Bien. También dice acá que tomaste tres pruebas caseras y las tres dieron positivo.

—Así es.

—Vamos a pasar a la sala contigua para hacerte una ecografía y ver de cuanto estás y si todo está bien —dijo mientras me señalaba la sala donde estaba una camilla y varios aparatos raros.

Estaba tan nerviosa que hasta las palmas de mis manos sudaban. Tampoco ayudaba que mamá en todo el rato no haya dicho ni una sola palabra ni me mirara.

Me acomodé en la camilla temblando terriblemente, la doctora me indico como debía posicionarme, que subiera mi camisa hasta debajo de mi sujetador y desabotonara mis jeans. Procedió a esparcir un gel helado por todo mi vientre, luego puso toda su atención en el aparato a mi derecha. Apretó un objeto alargado contra m vientre y segundos después la sala se llenó con un sonido de golpeteo.

No necesitaba que me dijera que era. Ya lo sabía.

Era el latido del corazón de mi bebé.

Inexplicablemente me abrumó una emoción que no supe reconocer mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.

Él o ella estaba bien, eso era en todo lo que podía pensar.

—Tomando en cuenta el tamaño y la condición del feto, puedo asegurar que tienes aproximadamente unas doce semanas de gestación.

Tres meses. Totalmente estaba confirmado ahora. Quede embarazada cuando tuve mi primera vez.

—Puedo decir que todo transcurre con naturalidad y está en perfecto estado aunque puedo observar alrededor del feto unos puntos que no son nada normales, ¿tomaste algún tipo de medicación en este último trimestre?

Eso sólo podía ser una cosa. La pastilla abortiva. Debatía entre decirle o no cuando mamá por fin decidió dejar su voto de silencio aclarándose la garganta.

—Yo le hice tomar una pastilla abortiva.

La expresión amable y emocionada de la doctora se transformó totalmente.

—La enfermera te ayudará a limpiarte, cuando estés lista las espero nuevamente en mi consultorio. —nos indicó sin hacer contacto visual con nadie.

De vuelta frente al escritorio de la doctora, esta escribía con bastante rapidez en mi historial. Después de un minuto o dos, nos miró nuevamente.

— ¿Aún quieren deshacerse del bebé? —preguntó mirándome directamente.

— ¿Tenemos opción? —mamá ni siquiera me dejó abrir la boca.

—Ese no es un procedimiento que realicemos aquí, pero si lo desea puedo darle la dirección del lugar adecuado, aunque antes debo advertirle que es algo costoso y por supuesto los riesgos son muy altos, puede haber infección, sangrado abundante que si no se logra controlar puede llevar a la muerte. Si están dispuestas a correr los riesgos aún puede llevarse a cabo.

—NO —dije firmemente sorprendiendo a la doctora y a mamá. —Puede que sea menor de edad y que no esté lista, pero es mi cuerpo y es mi bebé y no voy a matarlo.

Mamá me miraba sorprendida, lo hizo por lo que pareció un largo tiempo y luego se dirigió a la doctora.

—Dejaremos que el embarazo siga su curso. —dijo con voz tensa. El alivio me inundo sorprendiéndome. Aunque sabía que no podía agradecerle por esto, ya había intentado matarlo y tal vez era su conciencia la que la había hecho entrar en razón. La expresión de la doctora se tornó más relajada.

—Bien. Como sabrán debido a tu edad y a tu complexión esto es un embarazo de alto riesgo. Lo más probable es que no puedas dar a luz de forma natural y tendremos que llevar un control más riguroso de lo normal. Por lo demás todo debería ir bien, así que por el momento es necesario que empieces a tomar las vitaminas prenatales inmediatamente y no veríamos de nuevo en un mes. —la sonrisa de la buena doctora estaba de vuelta.

Después de abastecernos con una cantidad inmensa de píldoras, nos dirigimos a casa.

Ahora tocaba la parte difícil, tenía que decirle a Alan y a papá.

********

¡Hola amores de mi corazón!

Lamento la ausencia, ya saben como es esta señora llamada vida, problemas por doquier... En fin...

Debido a cosas de la U es probable que no actualice tan seguido, pero ya cuando tenga más tiempo los compensaré, se los prometo. <3

Esperando su hermosa y amorosa comprensión, ojalá que les guste este pequeño capítulo.

Sin más que decir...

¡Besitos llenos de amor y de labial sabor a fresa!



Mi Pedacito de CieloWhere stories live. Discover now