TRES.

131 13 1
                                    

—Eso... fue... increíble...—la voz de Alan sonaba totalmente sin aliento, justo como me sentía yo. Finalmente había sucedido.

Ya no era virgen.

Y ahora me daba cuenta de lo ridícula que había sido al resistirme a esto. Era lo mejor del mundo y sin duda quería hacerlo muchas, pero muchas veces más.

—Lo mismo digo —dije sonriendo.

—Te lo dije muñeca, realmente toda esa resistencia fue una pérdida de tiempo. Pero no te preocupes, que me encargare de recuperar el tiempo perdido —me guiño el ojo, me dio un beso rápido y luego salió de la cama, empezando a vestirse.

—Espera. ¿Te vas ya?

—Claro, tengo que cosas que hacer en la noche.

— ¿Qué cosas? —pregunté, dándole una mirada desconfiada. Él se rió como si yo fuese la persona más estúpida del mundo.

—Cuidado muñeca. Sabes que no me gustan las mujeres pegajosas.

Abrí la boca para decir algo, pero no tuve tiempo, ya que él me beso de manera brusca y luego se fue sin decir nada.

Esta no era la manera en la que imaginé que sería mi primera vez. Bueno, mejor dicho, después de mi primera vez. Creí que estaríamos un poco más en la cama, abrazados, solo disfrutando de la compañía del otro. Supongo que fantaseé demasiado.

Saliendo de la cama yo también, me dirigí a la ducha.

●●●●●

Luego de arreglar mi habitación, hasta dejarla tan pulcra como estaba antes, le deje una nota a Samuel pegada en su consola de video juegos y salí con un destino en mente.

La casa de Isabella.

Hace una semana que no había escuchado nada de ella y ya no podía soportarlo, la extrañaba mucho y no pensaba dejar que una pelea estúpida nos separara.

Llegue justo cuando mis tíos estaban saliendo y pasó la cosa más extraña. Me sonrojé. De repente me paso por la cabeza que podrían notar en mi cara lo que había estado haciendo hace menos de dos horas, pero eso no podía ser. Sacudí la cabeza hasta que estaba bastante segura de haber cambiado de lugar mi cerebro y plante una sonrisa en mi cara.

— ¡Hola tío Noah! ¡Hola tía Mildred!

— ¡Hola Naia! —contestó ella alegremente. Mi tío en cambio me miraba con recelo.

— ¿Cómo te va Naia? —dijo fríamente. —Aunque por lo que veo estás perfectamente, así que me gustaría saber por qué mi niña se veía como si hubiesen matado a su mascota el sábado pasado.

Parece que el tío no era muy fanático de mi presencia en este momento. Lo comprendía totalmente, él era muy protector con sus hijas, pero más con Isa, que era la más pequeña.

— ¡Noah! —gritó/susurró la tía.

—Nada de ¡Noah!, Mily, mi hija se veía totalmente miserable y sabes que no dejaré que nadie le haga daño, así sea esta jovencita —me miro como si fuese una especie de terrorista o algo así. De verdad daba miedo.

—Fue un mal entendido, te lo aseguro tío, por eso estoy aquí. Vine a pedirle disculpas.

Me miró durante unos cuantos segundos y luego suspiró.

—Está bien entra, pero si mi niña no está feliz cuando regrese, te las verás conmigo jovencita.

—Ya basta Noah, no hay necesidad de asustarla de esa manera y también me gustaría que aprendieras a decir NUESTRA hija, porque por si no lo recuerdas, yo soy la que la trajo al mundo —gruño la tía. Era bastante gracioso a veces verlos interactuar, incluso cuando peleaban. A pesar de todo se notaba el gran amor que se tenían. —Pasa querida, está en su cuarto.

Entre antes de que el tío decidiera que era buena idea asesinarme en plena calle. Cuando estuve frente a su puerta, respire profundamente y toque suavemente.

—Entra. Ya sé que eres tú. Papá me acaba de enviar un mensaje.

Eso sí fue rápido.

Entre de manera vacilante y ella estaba en su cama viendo una película. Me observó mientras me sentaba en la silla junto a su escritorio, sin decir ni una sola palabra.

—Lo siento —dije firmemente. —Sé que me comporte como una idiota y lo que te dije estuvo totalmente fuera de lugar y lo siento. De verdad lo siento, quiero que dejes de hacerme la ley del hielo y olvidemos lo que paso ese día, te extraño, mucho. Lo siento.

Me miró fijamente durante un minuto o dos y luego sonrió. Respiré aliviada.

—Claro que te perdono. Sabes que te quiero mucho y no fue por lo que me dijiste que me enojé Fue por tu actitud, tú no eres así, lo sé, te conozco desde que naciste y sé que no lo eres y sólo has empezado actuar de esa manera desde que empezaste a salir con Alan. Y no quiero empezar una discusión sobre esto, simplemente digo. Si, te perdono y yo también te extrañe.

Creo que estaba a punto de llorar, fue mucho mejor de lo que esperé. Salte a su cama, cayendo encima de ella y abrazándola fuertemente.

— ¡Odio cuando haces eso! ¡Quítate que me estas aplastando!

Me reí fuertemente.

—Eres una exagerada. Ahora, tengo algo que contarte, algo muy importante.

—Dios mío, creo que hasta tengo miedo de preguntar.

—Lo hice.

— ¿Hiciste qué?

—Ya sabes, eso.

—Pues no se genia, ¿te importaría hablar más claro?

—Ya no soy virgen.

— ¿Qué?

—Sí, lo hice con Alan.

Se veía totalmente estupefacta.

—Eso es... quiero decir... ¡Espera! ¿Usaron protección, cierto?

— ¡Claro! Él tiene experiencia en esto, sabes —dije poniendo los ojos en blanco, pero ahora que lo pensaba, no estaba muy segura... Nah, él es mi novio, me quiere, totalmente me había cuidado.

Pasamos la tarde viendo películas y riéndonos mucho, pero en todo ese tiempo yo no podía sacar de mi cabeza, el sí Alan había usado protección o no. La sola idea de que no lo haya hecho me daba ganas de arrancar mi cabello, yo no estaba en ningún tipo de control de natalidad, era nuestra primera vez y realmente seria mucha mala suerte, pero existía la posibilidad de que quedara embarazada y yo de ninguna manera estaba lista para eso, era demasiado joven, tenía sueños, que la llegada de un niño arruinaría totalmente.

************

¡Hola, hola!

Raro estar por aquí un viernes.

Estaré por aquí un rato más, sólo digo ;) 



Mi Pedacito de CieloWhere stories live. Discover now