DOCE

122 10 1
                                    


Tratar de poner atención a la clase de matemáticas mientras sostienes un bebé quejándose era toda una pesadilla.

Mamá había salido, papá estaba trabajando, lo que me dejaba a mi sola para cuidar a Ian y a la vez recibir mi clase diaria.

Mi paciencia estaba llegando a su límite, por lo que lo puse sin mucha delicadeza en su cuna y solo lloró más fuerte. Llegue a mi punto de rompimiento.

— ¡Dije que te calles! —me arrepentí en cuanto me percate de lo que había hecho. Lo había golpeado. Golpeé a mi hijo. Era la peor madre del mundo.

Ian solo lloro más fuerte aun.

La profesora me observaba solo con una severa mirada de desaprobación.

La piel de Ian era extremadamente blanca, por lo que casi al instante pude observar como aparecían las marcas de mis dedos de un brillante color rojo en su pierna. Me sentí enferma y empecé a llorar.

—Naia, tal vez no debería meterme en donde no me llaman, pero lo que acabas de hacer es simplemente reprobable, por no decir que puede hacer que te quiten a tu bebé. Ese niño no tiene la culpa de que tú no sepas ser madre, cosa que es bastante obvia tomando en cuenta tu edad. Me voy. Si tu padre prefiere despedirme lo aceptaré, pero no me pienso quedar a ver como maltratas a ese pobre bebé.

Se fue, dejándome perpleja y un poco enojada. ¿Quién se creía ella que era para decirme que era una mala madre?

Ni media hora después papá estaba en la puerta de mi habitación bastante agitado. Fue directo hacia la cuna, Ian estaba dormido.

—Dios mío —dijo con voz horrorizada. —Es tu hijo no tu enemigo. Es un bebé Naia, mira como lo marcaste.

— ¡Ya lo sé! —grité. —No tienes por qué echarme en cara el asco de madre que soy. Pero yo no pedí esto, yo no pedí ser madre. Yo solo quería vivir la vida, tener un novio y ser feliz. De haber sabido que ser madre seria así de complicado, hubiese preferido mejor que la pastilla que me dio mamá hubiera hecho efecto.

¿Qué acababa de decir? Dios santo me estaba volviendo loca. Por supuesto que eso no era lo que quería. Jamás había querido matar a mi bebé, no sabía por qué había dicho eso.

Papá me miraba aún más horrorizado.

— ¿De qué pastilla hablas?

Me congelé en medio de mi llanto. Mamá me odiaría por esto.

— ¿Qué pastilla? Yo no he mencionado ninguna pastilla.

—Por supuesto que lo hiciste. Y me dirás en este mismo momento de que pastilla hablas.

Me atragante con mis palabras.

—Cuando mamá supo que estaba embarazada, me obligó a tomar una pastilla abortiva. No hizo efecto de milagro.

—No puedo creer que Adriana haya hecho algo como eso. Vas a ir a visitar a tu abuela, sé que nunca ha tratado a alguien de la familia pero no tenemos otra opción.

—No quiero. No necesito una psicóloga. Además donde vive la abuela es muy frío, el cambio de clima puede hacerle daño a Ian.

—Vas a ir. No te lo estoy sugiriendo, te lo estoy ordenando y por supuesto Ian no irá contigo.

●●●●●

Cuando papá me dijo que visitaría a la abuela, me imaginé que sería por un día, tal vez dos. Resulta que me había comprado el boleto de retorno para dentro de un mes. Un mes sin ver a mi pequeño. Definitivamente era la peor madre del universo.

—Naia, esto no va a funcionar a menos que decidas abrirte conmigo —la voz de mi abuela era suave y calmada. No tenía la apariencia de una abuela sin embargo, supongo que ella también estaba dentro del grupo de personas que empezó a fabricar bebés a temprana edad.

—Le dije a papá que no necesitaba esto. Solo quiero volver a casa y estar con mi bebé.

—No creo que eso sea muy adecuado. Golpeaste a un niño de cuatro meses, es tu hijo pero eso no quiere decir que puedes maltratarlo. Sé que éste cambio tan radical que ha tenido tu vida no es fácil, y estoy dispuesta a ayudarte pero si no cooperas no estamos haciendo nada.

—Convence a papá de que me permita volver dentro de pocos días y hablaré contigo.

—Así no es como esto funciona.

—Entonces seguiremos igual —me puse de pies y fui a la que sería mi habitación por el próximo mes. Era bastante grande o probablemente solo era que echaba de menos tener una cuna a pocos pasos de mi cama.

No pensaba quedarme con mi molesta abuela tratando de psicoanalizar cada palabra que decía. Aún era temprano, por lo que decidí ir al centro comercial que se encontraba no muy lejos.

Definitivamente mi vida había cambiado, se hizo evidente cuando la primera tienda a la que entre, fue una de ropa y productos para bebé.

●●●●●

Había pasado una tarde agradable y había hecho muchas compras, por lo que ya era hora de volver a casa pero no sin antes tomar un helado.

Estaba distraída revisando mi teléfono por un mensaje cuando la silla frente a mi paso de estar vacía a ocupada. Muy atractivamente ocupada.

—No te alarmes, no soy un acosador ni nada por el estilo, solo pasaba por aquí y pues te vi y dije que tenía que hablarte. Me llamo Daniel, ¿tú eres?

Era el primer chico que se acercaba a mí desde que empecé a salir con Alan, por lo que estaba un poco nerviosa, pero no iba dejar pasar esta oportunidad, Daniel era todo lo opuesto a Alan. Era alto pero no tanto, cabello rubio oscuro, ojos verdes, contextura musculosa y tenía una sonrisa de ensueño.

—Naia, mucho gusto —expresé alegremente mientras estrechaba su mano.

—Eres muy hermosa Naia y no me perdonaría nunca el desperdiciar una oportunidad contigo, así que, ¿qué te parece ir conmigo a una fiesta esta noche?

Sonaba bien, bastante bien.


*******************************************

Hola amores míos.


Lamento la demora para actualizar, un poquito corto, pero aquí esta.


Pronto les traigo el siguiente cap, palabra de scout.

Los invito a pasarse por mis otras historias :)

Pueden seguirme en Facebook, twitter y mi blog.

Pueden votar y comentar es gratis ;)

¡Besitos llenos de amor y de labial sabor  a fresa!


Mi Pedacito de CieloΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα