UNO.

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Meses atrás.

Estaba plácidamente tomando mi quinta margarita de la noche cuando sentí que alguien se sentaba a mi lado. No necesitaba ver para saber quién era, llevaba toda la noche tratando de llamar mi atención, por lo que sonreí y mire con intenso interés el líquido en el interior de mi vaso.

— ¿Ahora si su majestad está dispuesta a regalarme un poco de su atención?

No pude evitar reírme, lo que dijo era muy gracioso o a lo mejor solo era que el alcohol estaba haciéndose cargo de mis pensamientos coherentes.

—Pues parece que sí, así que, ¿qué es lo que quieres?

Me dio una sonrisa ladeada que de alguna manera funcionaba muy bien en él. Alan Duarte era uno de los chicos más populares en todos los alrededores de la pequeña residencial en la que vivíamos. Era alto, bastante alto, casi media los dos metros, delgado y sin músculos, cabello negro, ojos marrones, bastante simple; sin embargo tenía presencia y bastante arrogancia que de algún modo lo hacían irresistible y definitivamente yo no era inmune a sus encantos. Por encima de su hombro pude ver que una de mis amigas me miraba con abierta envidia por lo que sonreí más ampliamente y le di toda mi atención.

—Primero que nada quiero que bailes conmigo y luego quiero que nos conozcamos mejor—dijo con una sonrisa coqueta.

— ¿A qué te refieres con conocernos mejor?

—Tener citas, conocernos mejor y ya sabes tener algo así como una relación.

Definitivamente me encantaba como sonaba eso.

— ¡Acepto totalmente! —dije con demasiado entusiasmo. —Espera, digo, si me parece bien, no quiero que pienses que soy una chica fácil.

—Claro que no muñeca, jamás pensaría algo así de ti. —Me guiño un ojo y yo entrecerré los míos sospechando que se estaba burlando de mí.

Pero no le di mucha importancia cuando tiro de mi mano llevándome hacia la pista de baile.

Era el cumpleaños de Daniela, una de mis más antiguas amigas y había decidido dar una gran fiesta y como ella era bastante popular dentro de la comunidad masculina, si sabes a lo que me refiero, por supuesto que lo conocía e iba a invitarlo a su fiesta, buena suerte para mí.

—Debo decir que desde hace algunas semanas cuando te vi por primera vez, llamaste totalmente mi atención, pero no encontré el momento adecuado para acercarme hasta ahora y debo decir que fue mejor así, porque ese vestido y esos zapatos que estas usando... —bajo su cabeza hasta que su boca estuvo casi pegada a mi oreja y murmuró en voz baja. —Realmente hacen feliz a mis ojos y a... otras partes de mi cuerpo —me estremecí tanto por sus palabras como por el pequeño mordisco que le dio al lóbulo de mi oreja.

Luego me miro directamente a los ojos y no hubo duda de lo que realmente él quería de mí y eso me gustaba tanto como me aterraba. No era ninguna mojigata pero si era virgen. Había tenía unos cuantos novios antes, pero ninguno llegó a insinuar el llegar más lejos y sinceramente no había pensado en ello, pero con Alan totalmente lo hacía.

Yo tenía quince años, a pocos meses de los dieciséis, en cambio él tenía veintiuno por lo era obvio que tenía experiencia de sobra en ese aspecto y pensándolo bien, ¿por qué no? ¿Qué mejor que tener mi primera experiencia con alguien que sabía muy bien que hacer y que podría enseñarme cosas? Realmente había despertado mi curiosidad, quería saber cómo seria, que sentiría.

Lo único que no tenía muy claro era ¿por qué había fijado toda su atención en mí? Digo sabía muy bien que no era fea, casi siempre me decían que inspiraba ternura porque mi cara era angelical, puf, si claro, por dentro era todo lo contrario; también tenía bonito cuerpo la cantidad justa de todo sin exagerar, pero mi estatura era un asco. Media alrededor de un metro cincuenta y cuatro y eso era fatal tomando en cuenta la impresionante altura de Alan.

Normalmente vestía jeans o shorts, camisetas y keds (los tenía en todos los colores y texturas), por lo que un vestido y tacones eran como un mito para mí, pero dado que era una fiesta, no es como si tuviera mucha elección y lo bueno de todo esto es que tenía una prima maravillosa que tenía un gusto maravilloso cuando se trataba de ropa, por lo que estaba usando un vestido negro de mangas largas, ajustado hasta la mitad de mis muslos y unos zapatos color rojo con tacones de doce centímetros, los que agradecía totalmente ya que ayudaban a verme un poco más alta.

Bailamos cinco canciones seguidas, por lo estaba un poco sin aliento cuando regresamos a la mesa, pedí un vaso gigante con agua, mientras la mano de Alan se ponía un poco amistosa con mi pierna.

— ¿Qué te parece si vamos mañana al cine? —preguntó con una mirada que indicaba que lo que menos esperaba hacer era ver la película.

—Me encantaría, solo que mi papá es un poco anticuado por lo que tendré que decirle que saldré con mi prima, no te molesta ¿cierto?

—Para nada muñeca, y ¿conozco a esta prima por la que me haré pasar?

—Puede ser, ella y yo vamos juntas casi siempre a todas partes, es alta, cabello castaño claro... —me interrumpió de repente.

—De casualidad es una que luce algo... ¿bastante amistosa con la comida? —realmente me molestó su comentario. Cosas como esas herían sus sentimientos y ella era la persona más dulce y tierna y no se merecía nada del mal de este mundo. Ella era un arcoíris brillante donde yo era una tormenta oscura. No era amistosa con la comida, simplemente su contextura era así. Estúpidamente no la defendí. El rio burlonamente. —Dios mío esa tiene que ser una de las chicas más inmensas que he visto, ¿Cómo puedes ser su amiga, cuando ella se ve todo lo contario a ti? Tu eres sexy y ella, bueno, ella es incomoda de ver.

Quería romper el vaso que sostenía en su cara, pero me contuve.

—Ella es realmente una de las mejores personas de este mundo, la forma que se ve es algo sin importancia para mí.

—Bueno yo sólo digo que a mí me avergonzaría que me vieran junto a alguien que luce así.

—Pues a mí no ¿está bien? Y apreciaría bastante que no hablaras así de ella. —le dije cortante. Levantó las manos en señal de rendición.

—Como quieras, dejemos a la gordita con su comida y nosotros a lo que interesa.

Iba a decirle cuanto me molestó su comentario cuando me besó. Sin ningún tipo de aviso, solo se abalanzó sobre mí y devoró mi boca. Literal. Y cualquier tipo de enojo, es más de pensamiento, desapareció y sólo podía concentrarme en su boca que sabía cómo besar a la perfección. Sentí su mano empezar subir por debajo de mi vestido por lo que puse la mía sobre la suya deteniéndolo pero sin quitarla de donde estaba. Cuando se alejó, él respiraba agitadamente y yo estaba luchando por no asfixiarme. Me lanzó su sonrisa ladeada.

—Realmente estoy esperando nuestra cita de mañana.

Yo no podía estar más de acuerdo.

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¡Besitos!



Mi Pedacito de CieloWhere stories live. Discover now